—¡Joseph, no puedes entrar! Da mala suerte.
Joseph sonrió a su
hermana, le dio un beso en la mejilla y luego la apartó y pasó dentro.
Embutida en un hermoso vestido de
novia, Demi estaba
de pie en mitad de la habitación de invitados de su madre, atendida por sus
otras dos damas de honor, Susan Schedler y su prima Emily. Las dos fruncieron
el ceño al verlo.
—Demasiado tarde —dijo él—. Ya la
he visto. Y no puedo imaginar que me vaya a traer mala suerte ver a mi novia
tan preciosa.
—¿Otra vez haciéndote el poeta? —Lo
acusó Demi —.
Está bien, esta vez te ha funcionado —añadió, sonriente.
— ¿Podría quedarme a solas con Demi unos minutos? —preguntó Joseph a las demás mujeres.
—¿No puedes esperar? —se opuso
Tara—. La boda empieza en un cuarto de hora. Como nos retrasemos un minuto, a
mamá le dará algo.
—No nos retrasaremos —prometió él—.
No si salís en seguida.
—Está bien —dijo Tara— pero no me
eches la culpa si entra a mamá a sacarte de la oreja —añadió mientras
abandonaba la habitación, seguida por Emily y Susan.
—Estás guapísima, de verdad
—murmuró Joseph, admirando las florecillas
blancas que adornaban el cabello pelirrojo de Demi.
—Gracias —contestó esta,
sonriente—. Y, ahora, dime, ¿por qué has entrado aquí? Si te has puesto
nervioso y has decidido suspender la boda, te juro que te ahorcaré delante de
todos los invitados.
—Sabes que no —Joseph
rio—. Solo quería que vieras
esto. Ha llegado esta mañana.
Demi
tomó con curiosidad el sobre que le tendía Joseph.
— ¿Qué es?
—Ábrelo.
Lo hizo, leyó los resultados
científicos de la prueba y exclamó:
— ¡Joseph!
—Lo sé —esbozó una sonrisa
trémula—. Siempre he sido su padre. Esto solo confirma lo que mi corazón ya
sabía. Pero habría seguido queriendo a Abbie aunque los resultados hubiesen
sido diferentes.
—Lo sé —Demi
se llevó el papel al pecho—, pero es una noticia estupenda. Es tu hija, de
verdad.
—Y en un cuarto de hora será
nuestra hija —le recordó.
—Guau —Demi
respiró profundamente—. Estoy a punto de convertirme en madrastra.
—No hay nadie en quien confíe más —
le aseguró él—. Con toda mi alma.
—Tienes que dejar este rollo poético,
Joey.
Aunque este estaba sonriendo,
inició una advertencia.
—Como te atrevas a llamarme así
delante de alguien...
—Ya sabes que me encantan los retos
— Demi esbozó una sonrisa malévola.
Joseph la
besó y le dijo que no pararía hasta que le prometiera que no lo llamaría así en
público. Seguía allí cuando su madre entró en la habitación para sacarlo de la
oreja.
—Te veo en el altar —dijo Joseph.
—Confía en mí —dijo ella—. Allí
estaré.
Joseph se
detuvo lo suficiente para lanzarle una sonrisa:
—Da la casualidad de que sí confío
en ti. Totalmente.
Otra historia que llego a si fin gracias a las que comentaron
Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww.
ResponderEliminarEsta me encantaabaaaa, era tan linda y tan tierna y Joeee tan necio hahahaha todos veían lo que existia y el con sus problemas de confianza y aceptación :p pero menos mal se dio cuenta de lo hermosa que es nuestra Dems.
Jeeei
Me en encanto esta nove
:)
xooxxx
awwwww......q lindo final....es una pareja tan perfecta....
ResponderEliminarbueno sigo leyendo.....