domingo, 10 de marzo de 2013

De Secretaria a Esposa Capitulo 24






No pudo evitar estremecerse. Al quitarle el vestido por completo, él le puso las manos en sus delicados hombros y la besó varias veces en la boca. Entonces, al aferrarse los labios de Demi a los suyos para obtener más, se apartó de ella deliberadamente.

Sonriendo perezosamente de manera cómplice, perfectamente consciente de que estaba incrementando la sensualidad entre ambos, Joe disfrutó claramente al sentirse en control de la situación.

Despacio, como si estuviera pintando un cuadro, acarició en forma de línea la suave piel de Demi desde la garganta a los pechos. La maternidad a la que ésta se enfrentaba había cambiado su cuerpo y ella supo con una silenciosa satisfacción, y una pizca de orgullo, que por primera vez en su vida tenía un escote envidiable...

Acariciando con delicadeza los hinchados pechos de Demetria por encima del sujetador de encaje que llevaba, él decidió desabrochárselo...
Ella contuvo la respiración. Expuestos ante el cálido y perfumado aire de la noche en todo su esplendor, sus exquisitamente sensibles pezones vibraron y se contrajeron casi bruscamente. Se mordió el labio inferior con fuerza y, cuando Joe tomó uno de sus pechos con la boca y comenzó a chupar su pezón con delicadeza, emitió un profundo gemido.

La suave caverna que suponía el interior de la boca de él, así como la manera en la que le estaba acariciando la desnuda carne de su pecho con la lengua, supuso un intenso deleite.

Una flecha de pasión encontró su objetivo, en lo más profundo de su ser, y prendió un intenso fuego. En ese momento, Joe levantó la cabeza y comenzó a prestarle la misma exquisita atención a su otro pecho. Ella introdujo los dedos entre el sedoso y oscuro pelo de él. Se aferró a Luca aun cuando estaba suplicándole silenciosamente que tuviera misericordia.

Se dijo a sí misma que seguramente todo aquel placer no estaba permitido y que solamente disfrutaban de él unos pocos afortunados. Buscando la boca de Luca con ansia, aceptó el apasionado beso que le dio éste con una casi insoportable necesidad de tenerlo aún más cerca. Deseaba tenerlo dentro de ella... deseaba que no hubiera distinción alguna entre el cuerpo de él y el suyo... que fueran sólo una misma piel, un mismo corazón, una misma alma...

Entonces le agarró la ropa e, irresistiblemente, Joe la ayudó. El erótico juego que había comenzado él había llegado a aquel momento salvaje y, finalmente, fueron sólo unos instrumentos al amparo de las poderosas fuerzas que los estaban embargando.

Al tener el desnudo y fuerte cuerpo de Joe sobre el suyo, Demi sintió como se le derretían las caderas. No pudo evitar separar las piernas al acariciarle Joe su suave piel y prepararla para su posesión...

Se le aceleró el corazón y acarició la perfecta musculatura que le bajaba a él por la espalda hasta el trasero. Hambrienta, se familiarizó con cada fascinante faceta y curva de aquel impactante cuerpo masculino.
— Lo haré lo más despacio que pueda — aseguró Joe, sonriendo con arrepentimiento. Entonces la miró a los ojos mientras se ponía rígido sobre ella — No quiero hacerte daño, tesoro mío... debes decirme si quieres que pare en cualquier momento.

A Demetria le impresionó mucho que él sugiriera la posibilidad de que ella deseara que se detuviera. Mientras que apreciaba mucho el amor y la preocupación que estaba expresando por ella el padre de su futuro hijo, al mismo tiempo quería decirle que tal vez se moriría si él no les daba a ambos en aquel mismo momento lo que tan desesperadamente deseaban.
¡No quería esperar ni un segundo más!

Se incorporó levemente y acarició con delicadeza la sensual bella boca de Joe. Casi sintió ganas de llorar ante la artística perfección de ésta.
—No tienes que preocuparte —le dijo con dulzura—. No estoy hecha de porcelana, así como tampoco lo está nuestro bebé. Esto es algo perfectamente natural y bueno. No me harás daño. Simplemente hazme el amor... ahora... por favor...

Él se sintió muy emocionado al oír la súplica de Demetria para que le hiciera el amor. Aquel ruego terminó con algunos de los oscuros fantasmas que le habían perseguido desde el fallecimiento de Sophia... fantasmas que le habían hecho creer que nunca más volvería a experimentar el amor o la felicidad con ninguna otra mujer. Pero el destino... creía firmemente que había sido el destino... había llevado a la encantadora Demi a la puerta de su casa y le estaría eternamente agradecido al universo por su divina intervención.

Al haber visto la fotografía de su bebé que habían obtenido al realizar la ecografía, había sentido como su corazón vibraba al verse invadido de alegría y gratitud. Aquella fotografía había aumentado las ya poderosas emociones que experimentaba cada vez que estaba junto a Demetria.

Observar el sensacional cabello negro de ella esparcido por la almohada y el desinhibido placer que reflejaba su bella cara mientras la penetraba y comenzaba a moverse dentro de su cuerpo, le hizo sentirse orgulloso, posesivo y extremadamente protector. Sintió como todo su cuerpo se consumía debido a la intensa necesidad que sentía de ella. 

Demi le había asegurado que no iba a hacerle daño pero, aun así, una parte de él no podía olvidar el hecho de que ella tenía dentro de su vientre al hijo de ambos, por lo que se movió con mucho cuidado para no permitir que su intensa necesidad se apoderara de su voluntad.

Sintiendo lo tensos que tenía los músculos de los brazos debido al esfuerzo que estaba haciendo para mantener el control, se relajó levemente y acarició los suaves pechos de Demetria. Éstos le tenían fascinado y cautivado con sus oscuros pezones color caramelo y acarició su exuberancia con ansia... Entonces, dejándose llevar por la pura tentación que habían creado ambos, volvió a besarlos mientras se introducía muy profundamente dentro del dulce y caliente centro de su feminidad.

La piel de Demi e tenía el mismo sabor que el vino más delicioso que él hubiera probado jamás y el evocador e intenso placer que se había apoderado de sus sentidos al notar como los ansiosos músculos internos de ella lo habían abrazado, fue como si una estrella explotara en su deslumbrante intensidad. Aquello le hizo llegar al límite de su muy cuidadosamente impuesto autocontrol y comenzó a temblar.

—Déjate llevar, amor mío —le persuadió ella con la respiración agitada—. No tienes que esperar... déjate llevar...

Tras decir aquello, Demetria levantó las caderas y abrazó a Joe por la cintura con sus largas y contoneadas piernas. Él murmuró algo... algo que apenas ni él mismo fue capaz de comprender. Lo único que tenía claro era que la intensidad del erótico fuego que estaba envolviéndolo le había hecho perder la cabeza durante unos segundos.

Increíblemente, al rendirse ante la sensual súplica de Demi, sintió como los duros y calientes músculos de ésta se contraían y relajaban, para a continuación volverse a contraer de nuevo. Ella gimió y cerró los ojos con fuerza al sentir que Joe alcanzaba el éxtasis del placer dentro de su cuerpo...

Él pensó que nunca antes había alcanzado el orgasmo al mismo tiempo que su amante y las sensaciones que la experiencia le causó fueron increíbles... Se sintió embargado por un gran amor y cariño por la maravillosa mujer que tenía en los brazos. Al recordar que iban a tener un hijo en común, se sintió más contento que nunca en su vida.

Ti amo... ti amo, Demetria!
Entonces tomó su cara entre las manos y cada encantadora facción de ésta se quedó grabada en su memoria para siempre.
— ¡Tienes que aceptar casarte conmigo! —le dijo apasionadamente—, ¡Dime que te casarás conmigo!
—Sí, Joe.. me casaré contigo.
Pero entonces él frunció el ceño.
—No doy tu respuesta por sentado —comentó—. Quiero que estés absolutamente segura de que es lo que quieres.

— ¿No has oído lo que acabo de decir? —respondió Demi, frunciendo el ceño a su vez. Pero, casi instantáneamente, la expresión de su cara se iluminó por una sonrisa más brillante que el sol mediterráneo—. Todo lo que sé es que tal vez me vuelva loca si no me caso contigo, Joe. ¿No te has dado ya cuenta de que tú eres el hombre que he estado esperando toda mi vida?

— ¡Siento no haber confiado en ti como debí hacerlo cuando volvimos a vernos! En el futuro ya no tendré dudas acerca de tu lealtad... ¡ahora que sé que me amas! Así que... ¿qué te gustaría que te regalara como regalo de bodas?

Tomando un mechón del precioso pelo de ella y comenzando a juguetear con éste entre sus dedos, él se permitió a sí mismo relajarse. Pensó que si era el hombre al que Demetria había estado esperando toda su vida, no podía sentirse más contento de lo que se sentía. Estaba ansioso por que empezaran una nueva vida como matrimonio... una vida en la que todos los errores y malentendidos del pasado se olvidaran y perdonaran por completo.

— ¿Qué te parece una casa nueva? —sugirió—. Puedo diseñar una especialmente para ti, según tus gustos... en Londres o aquí, no me importa dónde.
Demetria pareció momentáneamente preocupada.
—No necesito que diseñes y construyas una casa nueva para mí, Joe... ¡aunque la idea es maravillosa! Lo que yo quiero es llenar esta casa con las risas de nuestros hijos... ¡tal y como me dijiste que una vez deseaste hacer! Es una casa preciosa y sé que llegaré a amarla. Después de todo... es el lugar en el cual concebimos a nuestro bebé y, por lo tanto, siempre será especial para mí.

Las sinceras palabras de Demi llenaron de alegría el corazón de Joe, el cual, abrazándola estrechamente, giró sobre sí mismo para que ella fuera la que estuviera encima de él. Al echar Demetria su pelo para atrás, él la agarró por ambos lados de su curvilínea cadera y la colocó en la posición exacta que quería tenerla.

Estaba más que preparado para penetrarla de nuevo y ella emitió un sensual grito de sorpresa al introducirse dentro del húmedo centro de su feminidad.
Signor Jonas! —espetó, reprendiéndole con el dedo a modo de burla—. Tienes una manera de tomarme por sorpresa que es bastante... —en ese momento gimió dulcemente— bastante... ¡maravillosa!

—Y tú, querida mía... —contestó Joe, sonriéndole— posees el seductor encanto de Cleopatra y de la Venus de Botticelli combinadas. ¿Qué puede hacer un pobre hombre como yo ante ello aparte de rendirse completamente a tus pies?

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