domingo, 3 de marzo de 2013

Seductoramente Tuya capitulo 17





Joseph  resbaló la boca hacia el mentón de Demi, se movió hacia su barbilla y escondió luego la cara en su cuello. Ella cambió de postura para acomodarse entre los brazos de Trevor, al tiempo que enredaba los dedos en su cabello.
De pronto, una melodía quebró el íntimo silencio que los envolvía. Joseph alzó la cabeza sobresaltado. Demi estaba tan desorientada, que tardó varios segundos en darse cuenta de que había sido el teléfono móvil de Joseph lo que los había interrumpido. Este le pidió disculpas con la mirada antes de contestar:
—¿Diga?
Resignada ante lo inevitable, Demi se incorporó, compuso su indumentaria y se alisó el pelo.
—Espero que no fuera nada grave —dijo cuando Joseph hubo colgado.
—Grave no, pero tengo que irme —lamentó él—. Abbie tiene fiebre y no para de llorar. Mi madre ha intentado calmarla, pero no creo que vaya a ser posible mientras no esté yo allí.
—Entonces debes irte. ¿Vas a llevarla a urgencias? —la palabra «fiebre» había puesto nerviosa a Demi, la cual se preguntaba cómo podía Joseph sonar tan calmado.
—Solo es un resfriado —dijo este, esbozando una tenue sonrisa.
—Pobrecita. Me da una pena pensar que está llorando por ti...
—Ciento que nuestra velada termine tan bruscamente —Joseph  le apretó la mano.
—Yo también —contestó Demi, esbozando una sonrisa comprensiva—. Lo he pasado muy bien, Joseph.
—Y yo —contestó él. Luego se levantó y fueron hacia la puerta—. Demi... no es fácil encontrar tiempo libre siendo padre soltero.
—Seguro que no.
—Trabajo muchas horas y no quiero pasar demasiado tiempo lejos de los niños cuando no estoy en el despacho.
—Te necesitan —dijo Demi, admirando su dedicación a sus hijos.
—Mi madre está intentando convencerme de que libre más de una noche a la semana. Y, aunque me siento culpable por no dedicarles todo mi tiempo a mis hijos, he llegado a la conclusión de que tiene razón. Necesito algo de tiempo para mí.
—Claro — Demi no sabía a donde quería ir a parar Joseph.
—Lo que intento decirte es que me gustaría volver a verte.
—A mí también me gustaría —aseguró ella, sonriente.
—¿El viernes que viene?
—No tengo planes para el viernes que viene.
—Pues ya los tienes Joseph se inclinó para plantarle un beso en los labios. Te llamaré.
—Hazlo. Espero que Abbie se recupere pronto.
—Gracias. Buenas noches, Demi.
—Buenas noches, Joseph —respondió esta.
Una vez a solas, cerró la puerta, suspiró y detuvo la mirada en el sofá, cuyos cojines, desperdigados por el suelo, le recordaron lo que aquella llamada telefónica había interrumpido. Volvió a suspirar.
Demi pensó en su vieja regla de no relacionarse con padres. Esa noche era un claro ejemplo de por qué había establecido dicha regla. Siempre se había considerado demasiado egoísta como para compartir a un hombre con sus hijos, consciente de que siempre estaría en segundo lugar en sus prioridades. Lo que era natural, por su puesto. Ella no podría interesarse en un hombre que dejara de lado a sus hijos.
Sacudió la cabeza y organizó los cojines del sofá. En una semana, volvería a ver a Joseph Jonas, pensó. Solo tenía que averiguar cómo entretenerse hasta entonces.
Abbie apoyaba su febril carita en el cuello de Joseph, dormidita y acurrucada entre sus brazos. Había dejado de llorar en cuanto la había empezado a mecer su padre, tras combatir el sueño lo máximo que había podido. Estaba sentado en la cocina de su madre, tenuemente iluminada, con una taza de té frente a él, mientras Bobbie daba sorbos a otra taza, al otro lado de la mesa. La casa estaba en silencio.
—Siento haberte estropeado la noche — dijo Bobbie—. No sabía qué hacer con ella. No me dejaba consolarla. Quería estar con su papá.
—Solo es porque no se siente bien.
—No me lo he tomado como algo personal —le aseguró Bobbie—. Pero lamento haberte estropeado la velada con Demi.
—No importa. Solo estábamos tomando café y charlando.
—Ya —repuso Bobbie con escepticismo—. Te gusta Demi, ¿verdad?
Le estaba hablando como si fuera un adolescente.
—Sí, mamá, me gusta.
—He pensado en pedirle a Wade que le pida a Emily que pregunte a Demi si yo le gusto a ella.
—¿A qué viene ese sarcasmo? —Bobbie frunció el ceño.
—¿Qué esperabas? Tengo treinta y un años y me estás tratando como si tuviera dieciséis.
—No intentaba fisgonear. Pero me alegra que salgas. Has estado muy solo desde que volviste a Honoria. Ya es hora de que empieces a vivir de nuevo.
—Apenas he parado de vivir desde que volví. He estado ocupado con el trabajo, familiarizándome con el bufete de papá, cuidando de los niños...
—Pero no te has divertido mucho —interrumpió Bobbie—. Creo que si alguien puede volver a alegrarte la vida, esa es Jamie Flaherty. Reconozco que es un poco excéntrica... pero siempre me ha caído bien. Incluso cuando atravesó su etapa rebelde, después de que te marcharas a la universidad, sabía que era una chica buena y sensata. No me sorprendió nada cuando Ellen me contó que iba a volver de Nueva York para dar clases. Sabía que solo se había marchado para huir de casa. Actuar siempre fue su modo de evadirse, y se le daba bien.
—Nunca la he visto sobre un escenario —comentó Joseph—, pero estoy seguro de que es muy buena.
—Vais a volver a quedar, ¿verdad?
—La semana que viene. Pero, mamá, Demi y yo solo somos amigos, ¿de acuerdo? No empieces a exagerar las cosas.
—Pero, Joseph...
—En serio, mamá. Demi y yo no somos novios. No quiero que te confundas.
—Estoy segura de que a Melanie le habría gustado que...
— ¡Y no metas a Melanie en esto! atajó Joseph. .Perdona añadió al comprender que había sido demasiado agresivo.
—Algún día, cuando estés preparado, me contarás lo que pasó entre Melanie y tú dijo Bobbie comprensivamente. Mientras tanto, recuerda que estoy aquí, ¿de acuerdo? No me meteré en tus asuntos, no interferiré entre Demi y tú y cuidaré encantada de los niños siempre que lo necesites. Solo quiero que vuelvas a ser feliz, Joseph.
—Lo sé dijo este, disculpándose con una sonrisa. Es lo que siempre has querido para nosotros.
—Se está haciendo muy tarde comentó Bobbie entonces, tras consultar el reloj.
—Debes de estar cansada. ¿Por qué no te vas a dormir? Me llevaré a Abbie a casa y la acostaré, y mañana volveré por Sam.
—No hace falta. La cuna de Abbie está lista en tu antigua habitación, y acabo de cambiar las sábanas de tu cama. Sam y Clay están dormidos en el cuarto de Trent, y tu padre está roncando en la nuestra. Puedes quedarte a dormir y desayunar con nosotros.
—Yo...

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