—Mentiroso —replicó Demi, satisfecha.
—No hagas que me vengue.
—Eres demasiado caballeroso para
hacer algo así.
—¿Eso crees?
—Por supuesto. Todo el mundo sabe
que Joseph Jonas es el perfecto caballero: simpático, educado,
gentil... ¡Joseph!, ¡para! Demi se deshizo en risas cuando él comenzó a
hacerle cosquillas.
Estaba sonriendo. Parecía contento
y relajado de nuevo. Su pequeña venganza había merecido la pena.
Por supuesto, de las cosquillas
pasaron a los abrazos, lo cual condujo a los besos y después a más. Cuando Joseph
salió de la cama, muy a su pesar, apenas tuvo tiempo para ducharse y
vestirse antes de ir a su reunión.
Cubierta por un camisón, Demi lo siguió hasta la puerta.
— ¿Qué tal estoy? le preguntóJoseph,
sonriente, mientras ella le ajustaba el cuello de la camisa.
—Genial le aseguró Demi. Como si hubieras pasado la tarde rodando
entre sábanas.
—Pues no es la imagen que tenía en
mente dijo Joseph con ironía.
—Es la imagen que yo tendré en
mente replicó ella, sonriente.
—Yo también —Joseph le
dio un beso rápido y salió a la calle. Te llamaré.
—Sí... y ahora vete, o llegarás
tarde a la reunión.
—Nos vemos, Demi.
—Nos vemos, Joseph contestó
ella, con la esperanza de que, en efecto, se vieran en poco tiempo.
Emily y Wade habían invitado a la
familia a un picnic después del trabajo. Era un bello jueves de verano, aún
cálido e iluminado cuando llegaron al parque. Joseph sabía
que a los chicos no les importaba el calor y él se había puesto una camiseta y
unos pantalones cortos para estar más cómodo. Con la cinta de la bolsa de
pañales en un hombro y Abbie en un brazo, arrastraba una nevera llena de zumos
y refrescos mientras le decía a Sam que no se alejara hasta que encontraran a
los demás.
A pesar de ser un día laborable, el
par que estaba atestado. Sam estaba deseando correr a jugar en los columpios. Y
Abbie parecía contenta por el mero hecho de estar fuera, viendo la actividad a
su alrededor.
— ¡Ahí están tía Emily y tío Wade! apuntó
Sam, chillando de emoción. Y, mira, papá... ¡es Demi!
Joseph estuvo a punto
de tropezarse. Sin duda, la mujer que estaba junto a Emily era Demi. Estaba
preciosa, riéndose, y llevaba una camiseta y unos pantalones cortos que la
favorecían mucho. Nunca la había visto vestida formalmente, pero llevaba la
ropa con una elegancia que ya quisieran muchas mujeres con las ropas más
caras...
Pero, ¿qué hacía ahí parado,
analizando su forma de vestir? Su ropa le daba igual. Lo más probable era que
fuese un intento de distraerse de los recuerdos de la última vez que habían
estado juntos, solos en el dormitorio de ella. Un intento de controlar las
ganas de cubrir el espacio que los separaba y abrazarla delante de todo el que
quisiera verlos.
Sam echó a correr hacia Demi, la cual lo
recibió confina de sus encantadoras sonrisas. Joseph
tragó saliva y supuso que su rostro estaría tan radiante como el de su hijo.
Hasta entonces había logrado mantener su relación con Demi
al margen de todo el mundo.
Pero debería haber sabido que no
sería posible mantener el secreto en Honoria durante mucho tiempo.
—Hola, Joseph lo saludó ella con naturalidad.
¿Cómo te va?
—Bien, gracias contestó él,
consciente de que su familia los estaba mirando. ¿Y a ti?
—No me quejo. Hola, preciosa — Demi hizo una carantoña a Abbie.
La niña rio y estiró los bracitos
hacia Demi. «Hasta Abbie», pensó Joseph
resignado mientras entregaba a su hija.
—Me alegra que hayas venido, Joseph — intervino Emily.
—Estás guapísima, como siempre
—contestó él tras darle un beso en la mejilla.
—Y tú sigues siendo tan encantador
como siempre Emily se movió hacia Jamie, la cual repartía su atención entre
Abbie, Sam y Clay. ¿Verdad que es una sorpresa agradable ver a Demi?
—Sí que lo es, sí.
—Nos hemos encontrado por
casualidad esta tarde y le he preguntado si le apetecía venir con nosotros.
—Un detalle por tu parte Joseph
ocultó sus sentimientos bajo una sonrisa neutra.
Wade, que había estado colocando
unas tarteras sobre la mesa de campo, se unió a ellos.
—Hola, Joseph.
— ¿Qué tal, Wade? No te habrás
comido ya todo, ¿no?
—Emily no me ha dejado. Pero os
advierto que no puedo esperar mucho más. Me muero de hambre.
Viendo que Demi
seguía ocupada con los niños, Joseph se centró en el
cochecito en el que estaba Claire.
— ¿Cómo está la pequeña? preguntó
aquel, acariciando el pelo del bebé.
—No para de crecer —informó Wade
lleno de orgullo. Dentro de nada estará corriendo con todos los niños.
—Estoy deseando ver el bebé de Tara
y Blake comentó Emily. A ver si este fin de semana me acerco a Atlanta a
visitarlos.
—A mí todavía me cuesta ver a Blake
de padre.
—Seguro que será un padrazo...
aunque no sea.... bueno, el hombre más normal — dijo Emily, sonriente.
—Bueno, ¿nos vamos a pasar la tarde
hablando o vamos a comer? preguntó
Wade, mirando hacia la comida con
impaciencia.
—Cualquiera diría que no has comido
en una semana Emily suspiró.
—No he comido desde hace unas
cuantas horas protestó Wade. Tengo hambre.
—Yo también —convino Joseph.
—Y yo —se sumó Clay en ese preciso
momento.
—Entonces supongo que será mejor
que comamos decidió Emily.
Unos pocos y caóticos minutos
después, estaban todos reunidos alrededor de platos de plástico llenos de
comida. Sam se había hecho un hueco entre Joseph y Demi. Este, con
Abbie sobre una rodilla, se las ingeniaba para dar de comer a la niña y comer
al mismo tiempo. Aunque en realidad no tenía hambre, en contra de lo que había
dicho. Estando tan cerca de Jamie, le costaba pensar en la comida.
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