miércoles, 27 de marzo de 2013

Química Perfecta Capitulo 30




Joe
   
Estoy sentado en clase de matemáticas cuando el guardia de seguridad llama a la puerta y le dice al profe que tengo que acompañarlo fuera de clase. Cojo los libros con una mueca y dejo que el tipo disfrute del momento de satisfacción que le provoca humillarme en público.
    - ¿Y ahora qué? -pregunto.

    Ayer me sacaron de clase por haber iniciado una pelea en el patio. Aunque no fui yo quien la empezó. Puede que participara, pero no la empecé.

    - Vamos a hacer una pequeña excursión hasta las pistas de baloncesto -se mofa de camino a las instalaciones deportivas-. Joseph, el vandalismo contra los bienes de la escuela es un asunto muy serio.

    - Yo no he hecho nada -le aseguro. -Me han soplado que fuiste tú.
    ¿Te lo han soplado? ¿Acaso no conoces la frase «ha sido el que tenga las manos rojas»? Bueno, pues lo más seguro es que el chivato haya sido el responsable.
    - ¿Dónde está?

    El guardia de seguridad señala el suelo del gimnasio, donde alguien ha pintado con spray una triste réplica del símbolo de los Latino Blood.
    - ¿Puedes explicarme esto?
    - No -contesto.

    Otro guardia de seguridad se nos une.
    - Deberíamos comprobar su taquilla -sugiere.
    - Es una idea genial. Todo lo que encontrarán será una chaqueta de piel y libros.
    Mientras introduzco la combinación de la taquilla, pasa la señora P.
    - ¿Cuál es el problema? -interviene.
    - Vandalismo. En las pistas de baloncesto.

    Abro mi taquilla y doy un paso atrás para que los guardias la inspeccionen.
    - Aja -suelta uno de los guardias, metiendo la mano en la taquilla y sacando una lata vacía de spray negro de la estantería superior. Me la entrega y añade- : ¿Sigues pensando en proclamar tu inocencia?

    - Me la han jugado -señalo, y me vuelvo hacia la señora P., quien me mira como si acabara de cargarme a su gato-. Yo no he sido, señora P. Tiene que creerme -le imploro. Ya me veo metido en prisión por algo que ha hecho otro idiota.
    Joe, las pruebas hablan por sí solas. Me gustaría creerte, pero es muy difícil -explica, negando con la cabeza.

    Los guardias se han colocado a ambos lados. Sé lo que viene a continuación. La señora P. levanta la mano y los detiene-. Joe, tienes que poner de tu parte.

    Me siento tentado de no dar explicaciones, de permitirles pensar que he sido yo quien ha pintarrajeado los bienes del instituto. De todas formas, no creo que me hagan caso. Pero la señora P. me mira como si fuera un adolescente rebelde que quiere demostrarles a todos lo equivocados que están.

    - El símbolo no está bien hecho -digo, mostrándole el tatuaje del antebrazo-. Este es el símbolo de los Latino Blood. Una estrella de cinco puntas con dos horcas saliendo de la parte superior y las letras LB en medio. La que está en el suelo del gimnasio tiene seis puntas y dos flechas. Nadie que pertenezca a los Latino Blood cometería un error así.

    - ¿Dónde está el director Aguirre? -les pregunta mi profesora a los guardias.
    - Está reunido con el superintendente. Su secretaria dice que no quiere que le molesten.

    La señora P. mira su reloj.
    - Tengo clase en quince minutos. Joel, intenta contactar con el director Aguirre por el comunicador.

    A Joel, el guardia de seguridad, no parece entusiasmarle la idea.
    - Señora, pueden despedirnos por una cosa así.
    - Lo sé. Pero Joe es mi estudiante, y te aseguro que hoy no puede perderse mi clase.

    Joel se encoge de hombros e intenta contactar con Aguirre para que se reúna con él en el pasillo L. Cuando la secretaria le pregunta si se trata de una emergencia, la señora P. le arrebata a Joel el comunicador y le dice que lo considera una emergencia suya y que el director Aguirre debe acudir al pasillo L ahora mismo.

    Dos minutos más tarde, aparece Aguirre con una expresión ceñuda en el rostro.
    - ¿Qué ocurre aquí?
    - Vandalismo en el gimnasio -informa el guardia, Joel.
    - Maldita sea, Jonas. Tú otra vez, no -suelta, poniéndose rígido.
    - No he sido yo -le digo.

    - Entonces, ¿quién?
    Me encojo de hombros.
    - Director Aguirre, Joe dice la verdad -interviene la señora P-. Puede despedirme si me equivoco.
    Aguirre niega con la cabeza y se vuelve hacia el guardia de seguridad.

    - Lleva a Chuck al gimnasio y averigua lo que puede hacerse para limpiar esa cosa -dice, y señalándome con la lata de spray, añade-: Pero te lo advierto, Joe. Si me entero de que has sido tú, no te expulsaré, haré que te arresten. ¿Queda claro?
    Cuando los guardias se van, Aguirre continúa:

    Joe, no te he dicho esto antes, pero lo hago ahora. Cuando estaba en el instituto, pensaba que el mundo estaba en mi contra. No era muy distinto a ti, ¿sabes? Tardé mucho en darme cuenta de que yo era mi peor enemigo. Cuando lo hice, me cambió la vida. Ni la señora Peterson ni yo somos el enemigo.

    - Lo sé -admito, y en realidad, sé que es así.
    - Bien. Resulta que ahora estoy en medio de una reunión importante, así que si me disculpáis, estaré en mi despacho.

    - Gracias por creerme -le digo a la señora P. una vez se ha marchado el director.
    - ¿Sabes quién ha pintarrajeado el suelo del gimnasio? -insiste.
    La miro directamente a los ojos y le digo la verdad.

    - No tengo ni idea, aunque estoy completamente seguro de que no ha sido ninguno de mis amigos.
    - Si no fueras un pandillero, Joe, no te meterías en estos berenjenales. -Y suspira.
    - Sí, pero seguro que me metería en otros.

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