domingo, 17 de marzo de 2013

Quimica Perfecta Capitulo 20





 Joe

    Miro los tropezones que me chorrean por los zapatos. Me han ocurrido cosas peores.
    Ella se incorpora, así que le suelto el pelo. No he podido evitar cogérselo para que no le cayera en la cara durante el episodio de los vómitos. Intento no pensar en la sensación que me ha provocado sentir su pelo deslizándose entre mis dedos como hilos de seda.

    Mi ilusión de hacerme pirata y raptarla para llevarla a mi barco vuelve a pasarme por la cabeza. Pero ni soy pirata, ni ella mi princesa cautiva. Solo somos dos adolescentes que se odian el uno al otro. De acuerdo, puede que no la odie de verdad.

    Me quito la bandana de la cabeza y se la doy.
    - Toma, límpiate la cara con esto.
    Mientras me limpio el zapato en las frías aguas del Lago Michigan, ella utiliza la bandana para presionarse las comisuras de los labios, como si fuera una servilleta de un restaurante de categoría.

    No sé qué decir ni qué hacer. Estoy solo... con Demi Lovato pedo. No estoy acostumbrado a quedarme a solas con niñas pijas a las que la bebida les hace ponerse sensibles, especialmente con una que me pone tanto. Tengo dos opciones: o aprovecharme de ella y ganar la apuesta, lo que, teniendo en cuenta el estado en el que se encuentra, sería una auténtica guarrada o...

    - Voy a buscar a alguien para que te lleve a casa -suelto antes de que mi embriagado cerebro piense en el millón de formas distintas de aprovecharme de ella esta noche. El alcohol me ha dejado tocado, y las drogas también. Y cuando tenga relaciones con esta chica, quiero contar con todas mis facultades.
    Ella frunce los labios, haciendo pucheros como un bebé.
    - No. No quiero ir a casa. A cualquier sitio menos a casa.
     Oh, mierda. En menudo lío estoy metido.
    Cuando me mira, la luz de la luna hace que sus ojos brillen como una joya única y valiosa.
    - Colin cree que me gustas, ¿sabes? Dice que discutimos porque es nuestra manera de tontear.

    - ¿Es cierto? -le pregunto, y contengo la respiración para oír su respuesta. Por favor, por favor, que sea capaz de recordarla mañana cuando me levante.
    Ella levanta el dedo y dice:
    - Espera un momento.

    Entonces, se arrodilla en el suelo y vuelve a vomitar. Cuando termina, se encuentra demasiado débil para caminar. Parece la última muñeca de trapo que queda en un rastro.
    La llevo hasta donde mis amigos han encendido una enorme fogata sin saber muy bien qué hacer.

    Cuando me rodea el cuello con los brazos, me da la sensación de que necesita que alguien la defienda. Y seguro que Colin no es ese tipo. Yo tampoco lo soy. He oído que en su primer año, antes de conocer a Colin, salió con un alumno de penúltimo curso.
    Esta chica debe de tener experiencia.
    Entonces, ¿por qué parece tan inocente? Puede que esté buenísima, pero sigue pareciendo inocente.

    Todas las miradas recaen sobre nosotros conforme nos acercamos al grupo. Ven a una niña rica y desmayada en mis brazos y enseguida piensan en lo peor. Se me ha olvidado decir que, durante el paseo, mi compañera de laboratorio se ha quedado dormida entre mis brazos.

    - ¿Qué le has hecho? -pregunta Paco.
    Lucky se pone en pie. Está muy cabreado.
    - Mierda, Joe. ¿He perdido mi RX-7?
    - No, imbécil. No me tiro a tías inconscientes.
    Por el rabillo de ojo puedo ver a una furiosa Carmen. Mierda. Me he pasado un montón con ella esta noche y merezco que esté cabreada conmigo.
    Le hago una señal a Isabel para que se acerque.
    - Isa, necesito tu ayuda.

    - ¿Y qué quieres que haga con ella? -pregunta, echando un vistazo a Demi.
    - Ayúdame a sacarla de aquí. Llevo un buen pedo y no puedo conducir.
    Isa niega con la cabeza.

    - ¿Te das cuenta de que tiene novio? ¿Y que es rica? ¿Y blanca? ¿Y que lleva ropa de diseño que tú nunca podrás permitirte?
    Sí, ya sé todo eso. Y estoy harto y cansado de que todos me lo recuerden continuamente.

    - Necesito tu ayuda, Isa. No un sermón, ¿vale? Ya tengo a Paco para que me dé el coñazo. Isa levanta en alto los brazos, a la defensiva, y añade: - Solo estoy afirmando lo evidente. Eres un chico listo, Joe. A ver, seamos lógicos. No importa cuánto desees que forme parte de tu vida, ella no pertenece a este mundo. No hay manera de hacer encajar un triángulo en un cuadrado. Ya me callo.
    - Gracias.

    No añado que si se trata de un cuadrado lo suficientemente grande, un triangulito puede caber perfectamente. Todo es cuestión de aplicar una ligera variación a la ecuación.
    Estoy demasiado bebido y fumado como para explicárselo ahora mismo.
    - He aparcado al otro lado de la calle -comenta. Deja escapar un suspiro de desesperación antes de rematar. - Sígueme.

    Acompaño a Isabel hasta el coche, deseando recorrer esa distancia en silencio. Pero no tengo tanta suerte.
    - El año pasado también estuve en clase con ella -dice Isa.
    - Bien.

    - Es buena chica. Lleva demasiado maquillaje -continúa, encogiéndose de hombros.
    - La mayoría de las tías la odian.
    - La mayoría de las tías desearían ser como ella, tener su dinero y su novio.
    Me detengo en seco y hago una mueca de desprecio.
    - ¿Cara Burro?

    - Venga ya, Joe. Colin Adams es guapo, es el capitán del equipo de fútbol y el héroe de Fairfield. Tú eres más bien como Danny Zuko en Grease. Fumas, estás en una banda y has salido con las chicas más malas y guapas. Demi es como Sandy... una Sandy que nunca aparecerá en el instituto con una chaqueta negra de cuero y con un cigarrillo colgando de la boca. Olvida esa fantasía.

    Dejo a mi fantasía en el asiento trasero del coche de Isa y me siento a su lado.
    Demi se acurruca contra mí, me utiliza como su almohada personal, sus rizos rubios se despliegan sobre mi cremallera. Cierro los ojos durante un segundo e intento quitarme la imagen de la cabeza. No sé qué hacer con las manos: la derecha está apoyada sobre el reposabrazos de la puerta, y la izquierda cuelga sobre Demi.
   Vacilo un momento. ¿A quién pretendo engañar? No soy virgen. Soy un chico de dieciocho años que puede soportar tener a una chica sexy y dormida a su lado. ¿Por qué tengo miedo de poner el brazo donde esté cómodo, justo sobre su pecho?

    Contengo la respiración mientras coloco el brazo sobre ella. Demi se acurruca más cerca de mí. Me siento raro y mareado. O son los efectos del porro o... no me apetece mucho pensar en la otra opción. Su larga melena me cae sobre el muslo. Sin pensarlo dos veces, deslizo la mano entre su cabello y lo observo mientras los sedosos mechones resbalan lentamente entre mis dedos. Me detengo. Tiene una zona enorme del cuero cabelludo sin pelo. Como si hubiera tenido que pasar un análisis de drogas para un trabajo o algo así y le hubieran arrancado un gran trozo como muestra.

    Cuando Isa da marcha atrás, Paco la detiene y se sube al asiento del copiloto. Me apresuro a tapar la calva de Demi; no quiero que nadie vea esa imperfección. No estoy dispuesto a analizar los motivos por los que actuó así... supondría comerme mucho la cabeza. Y hacerlo en este estado, podría ser mortal.

    - Eh, chicos. He pensado apuntarme a dar una vuelta con vosotros -dice Paco.
    Se vuelve y ve mi brazo descansando sobre Demi. Chasquea la lengua censurando el gesto y agita la cabeza.
    - Cállate -le advierto.
    - No he dicho nada.
    Empieza a sonar un teléfono móvil. Puedo sentir la vibración a través de los pantalones de Demi.
    - Es de ella -anuncio.
    - Pues cógelo -contesta Isa.

    Me siento como si acabara de secuestrarla. ¿Y ahora voy a responder a su móvil? Mierda.

    La inclino ligeramente y distingo el bulto en el bolsillo trasero de sus pantalones.
    - Contesta -susurra Isa.
    - Ya voy -siseo, aunque los dedos me responden con torpeza mientras intento sacar el teléfono.
    - Yo lo haré -sugiere Paco, inclinándose sobre el asiento y acercando la mano al trasero de Demi.
    Le aparto la mano de un manotazo.

    - No le pongas las manos encima.
    - Joder, tío, solo intentaba ayudar.
    A modo de respuesta, le dirijo una mirada asesina.
    Deslizo los dedos en el bolsillo trasero, intentando no pensar cómo sería poder acariciarla sin los pantalones. Sacó el teléfono poco a poco mientras sigue vibrando.
    Cuando logro sacarlo del todo, miro la llamada entrante.
    - Es su amiga Sierra.
    - Contesta -dice Paco.

    - ¿Estás pirado, tío? No voy a hablar con una de ellas.
    - Entonces, ¿por qué se lo has sacado del bolsillo?
    Esa es una buena pregunta. Una a la que no sé muy bien cómo responder.
    Isa niega con la cabeza.

    - Eso te pasa por meterte en camisa de once varas.
    - Deberíamos llevarla a casa -dice Paco-. No puedes retenerla contigo.
    Lo sé. Aunque todavía no estoy preparado para alejarme de ella.
    - Isa, llevémosla a tu casa.

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