domingo, 3 de marzo de 2013

De secretaria a esposa capitulo 20





El pareció realmente impresionado ante aquel arrebato de Demi. Respiró profundamente y negó con la cabeza.

Al soltarse las manos, ella se percató de que no tenía esperanza alguna de evitar que éstas temblaran. Estaba jugándose demasiado como para ser capaz de permanecer tranquila.

Joe todavía no había dicho nada y, con tristeza, ella creía que no iba a contestar ninguna de las acaloradas preguntas que le había hecho. En ese momento sintió como la esperanza moría dentro de su cuerpo y sintió muchas ganas de llorar.

Pero entonces, la tensión que había reflejado la boca de Joe se desvaneció ligeramente y, sorprendentemente, éste pareció cambiar de idea.

—Estábamos disfrutando de unas vacaciones junto a unos amigos en el yate de éstos, en la costa sur... en Amalfi, para ser precisos.

Prestándole toda su atención, Demi se relajó. Se apoyó en el respaldo de la silla y se colocó las manos sobre la tripa de manera protectora.

—Sophia estaba descansando en una de las cubiertas que había habilitadas para tomar el sol. Me dijo que sólo quería leer e intentar apartar los problemas de su cabeza —continuó él, mirando a Demetria fijamente a los ojos. Tragó saliva con fuerza antes de seguir explicándole—.

 Habíamos pasado un momento difícil... en realidad muy duro. Habíamos estado intentando tener un bebé durante tres años... sin ningún éxito. En el último de aquellos tres años, decidimos realizarnos algunas pruebas para descubrir por qué no podíamos concebir un hijo. 

El resultado fue que había un problema con los ovarios de Sophia, problema que no tenía solución y que hacía imposible el que se quedara embarazada. Ella se quedó profunda y completamente destrozada.

Joe hizo una pausa y tragó saliva con fuerza.
—Desde que comenzamos a tener relaciones, tanto ella como yo sabíamos que queríamos formar una familia. Soy hijo único y mis padres fallecieron antes de mi veintiún cumpleaños.

 Yo quería llenar esta preciosa villa que me dejaron con el sonido de las risas de mis hijos... ¡quería tener muchos niños! Sophia tenía cinco hermanas y había tenido un hermano que falleció. Debido a aquello, soñaba con darles un nieto a sus padres.

 Durante tres años pareció que en todo en lo que podíamos hablar, todo en lo que podíamos pensar y desear era en tener un hijo. Cuando descubrimos las malas noticias, le dije a mi esposa que podíamos adoptar un niño. 

Le dije que me alegraría hacerlo... y lo dije en serio. Pero a Sophia no le hizo gracia. Lloraba todos los días. Entonces comenzó a encerrarse en sí misma cada vez más y finalmente apenas me contaba cómo se sentía.

Mientras él le contaba todo aquello, Demetria escuchaba con mucha atención.
—Aquella misma mañana, más o menos media hora después de haber dejado a Sophia relajándose en la cubierta, volví para comprobar cómo estaba y me encontré su tumbona vacía. 

El libro que estaba leyendo estaba junto a ésta, abierto por la página que había estado leyendo cuando la dejé sola. Pensé que tal vez había ido a echarse en el camarote y me dirigí a éste para buscarla. Pero no, allí tampoco estaba. Incapaz de ignorar el sentimiento de miedo que se había apoderado de mí, corrí junto a mis amigos y todos buscamos por el yate para ver si la encontrábamos.

Frunciendo el ceño al recordar todo aquello, y con la tensión reflejada en la cara, Joe volvió a hacer una pequeña pausa antes de continuar hablando.

—Los guardacostas encontraron su cuerpo horas después aquel mismo día por la tarde. La cubierta en la que había estado leyendo estaba rodeada de rejas, por lo que no cabía la posibilidad de que se hubiera caído por accidente. Tras una minuciosa investigación policial, el juez de instrucción dictaminó que había sido un suicidio.

Restregándose una mano por la barbilla, Joe miró a Demi con la dureza reflejada en los ojos.

—Lo que yo quiero saber... lo que me ha estado carcomiendo por dentro durante más de tres años, es si yo empujé a Sophia a cometer suicidio por mi gran ilusión de ser padre. No sé si puse sobre ella demasiada presión cuando resultó ser que, en realidad, era una mujer muy frágil... No lo tengo claro.

— ¡Oh, Luca! A mí no me da esa impresión en absoluto —respondió Demi, sintiendo el corazón partido al conocer la manera en la que había fallecido Sophia, así como también al percibir el dolor que reflejaba la voz de él.
Se inclinó por encima de la mesa y tomó la mano de Joe entre las suyas.

—Por lo que me has contado, Sophia quería hijos al igual que tú... tal vez los deseaba incluso más fervientemente. Para algunas mujeres, el deseo de tener un hijo puede llegar a apoderarse de sus vidas. Yo tenía una amiga a la que le afectó de esa manera; tenía un matrimonio estupendo, un esposo que se preocupaba mucho por ella y que la amaba más que a nada en el mundo, pero no conseguía quedarse embarazada. 

Al final, debido a la obsesión que estaba consumiéndola por dentro, su matrimonio se rompió. Yo me encontré con su marido poco tiempo después de su separación y me confesó que había tenido que marcharse porque había comenzado a sentir como si hubiera dejado de existir. ¡A mi amiga le preocupaba más el hecho de intentar tener un bebé que él! Y en una relación sentimental, las dos personas que la componen deben cuidarse el uno al otro... ¿no te parece?

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