La conversación durante la comida
fue muy relajada, dominada casi por los niños. Joseph y Demi se trataron
como si fueran meros conocidos, aunque sus miradas se cruzaban a veces por
encima de la cabeza de Sam. No estaba seguro de que su interpretación engañase
el olfato policial de Wade; pero quizá lograran que Emily no se diera cuenta.
Miró hacia su prima y, al ver su
sonrisa, vio que no: no engañaban a nadie en absoluto.
—Vamos a ir a la playa anunció
entonces Clay, captando la atención de Joseph.
— ¿A la playa? ¡Qué bien! dijo Demi animosamente. ¿Adonde?
—A Alabama. Mi tía, la hermana de
mi padre, y su marido tienen una casa en la playa allí y vamos a pasar una
semana entera con ellos.
— ¿El jefe de policía se va a
ausentar toda una semana? Demi miró a Wade con
los ojos teatralmente abiertos. ¿Qué vamos a hacer?
—Les he dicho a mis hombres que te
vigilen de cerca replicó él con ingenio, provocando las risas de todos menos
Sam.
—Ya he terminado de comer dijo este.
¿Puedo ir a jugar?
Joseph miró
el plato de su hijo y decidió que había comido suficiente.
—No te alejes.
— ¿Me quieres tirar el Frisbee, Demi? Le ofreció Sam.
— Demi no ha terminado de comer se adelantó Joseph.
—Ya he comido bastante —dijo Demi, en cambio—. Vamos a jugar, Sammy.
—Yo también voy —añadió Clay,
tratando de no sonar tan ansioso como su primo.
—Cuantos más, mejor —replicó Demi.
—Se le dan genial los niños, ¿verdad?
Comentó Emily minutos más tarde,
mientras miraba a Jamie jugar con los chicos.
—Sí Joseph
se concentró en Abbie, que estaba jugando con una cuchara de plástico
y balbuceando alegremente. Se le dan muy bien.
—Sam está loco por ella. Es mucho
menos tímido cuando Jamie está alrededor.
— ¿Cómo le va a la nueva niñera con
él? se interesó Wade.
—Sarah ha cambiado su forma de
tratarlo y está funcionando. Ahora se comunican mucho mejor.
—Me alegra que Demi y tú
os estéis viendo dijo Emily sin rodeos. Hacéis una pareja estupenda.
—Supongo que has estado hablando
con mamá' repuso Joseph, resignado.
— ¿Estás de broma? Emily rio. Todo
el mundo está hablando de vosotros.
—Emily —murmuró Wade.
—¿Qué pasa? ¡Es verdad!
— ¿Y qué es lo que están diciendo? acertó
a preguntar Joseph cuando hubo
recuperado la voz.
—Pues... poca cosa Emily frunció el
ceño al advertir que Joseph no parecía
complacido. Bueno... todos saben que os estáis viendo los viernes por la
noche... y que has comido en su casa varias veces.
Joseph hizo una mueca
de dolor cuando Abbie le dio un tirón de pelo; aunque el gesto se debió más a
las palabras de su prima que a la acción de su hija.
—¿Dónde has oído eso?
—¿Lo de que has comido en su casa?
Ya sabes que Gloria Capps vive enfrente de Demi, ¿no?
Joseph no había sido consciente de que
hubieran estado vigilando sus visitas. Frunció el ceño, disgustado por que
alguien hubiera estado observando la casa de Demi
mientras él se sentía seguro y a solas con ella.
De pronto, se sintió incómodo en el
parque. Tuvo la sensación de que todo el mundo lo estaba mirando, conjeturando
sobre Demi. Se preguntó cuánta gente estaría
fijándose en ella e imaginándosela como madrastra. Lo cual era algo que él no
había contemplado, se aseguró. No tenía el menor interés en volver a casarse y
dudaba mucho que Demi lo quisiera.
—Venga, Joseph,
no te lo tomes así lo reprendió Emily. Ya sabes que en esta ciudad no puedes
estornudar sin que se entere todo el mundo. Van a hablar de vosotros hagáis lo
que hagáis, así que más vale que lo aceptes.
—Pero no tiene por qué gustarme gruñó
él.
—No. A mí me repateaba .que la
gente fuera difundiendo rumores infundados sobre mi hermano. Pero cuando ya me
había convencido de que quería marcharme de Honoria, me recordaron todas las
cosas buenas de vivir aquí. Apenas hay delincuencia, los colegios son buenos,
la misma gente que chismorrea sobre ti se pondrá de tu lado si tienes problemas.
—Y yo que pensaba que habías
decidido quedarte en Honoria solo porque yo me había mudado aquí dijo Wade.
—Eso fue un gran incentivo Emily
sonrió.
En ese momento, Claire se movió en
el carrito y dio un grito, dejando claro que, ya que se despertaba, era hora de
comer. Mientras Emily le daba un biberón, Joseph se
ocupó de Abbie, cada vez más alborotadora.
—Abajo dijo la niña, señalando
hacia el suelo.
—¿Quieres andar? le preguntó Joseph.
—Abajo.
Joseph se levantó, posó a la niña en el suelo y le sujetó
las manos mientras ella ponía a prueba sus piernecitas. Cada vez que la
soltaba, Abbie aterrizaba con el culo, almohadillado por el pañal. Y cada vez
se reía, aplaudía y levantaba las manos para que Joseph
volviera a hacerlo.
—No parece que se le dé muy bien
todavía esto de andar comentó Jamie mientras se
acercaba a ellos. Parecía un poco sofocada de jugar con los niños, que se
esforzaban en esos momentos por intentar tirar a Wade al césped. Pero andará
cuando quiera y esté preparada, ¿verdad que sí, Abbie?
—Aupa respondió la niña, alzando
las manos de nuevo.
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