Antes de ir a clase de química, enciendo mi
teléfono móvil y llamo a mi casa para saber cómo le va a mi hermana. Baghda no está
muy contenta porque a Shelley le ha dado un arrebato a la hora comer. Al
parecer, a mi hermana no le ha gustado mucho la comida. Y como señal de
protesta le ha tirado el bol de yogur al suelo.
¿Era demasiado
pedir que mi madre renunciara un solo día de paseo por el club de campo para
quedarse en casa en aquella etapa de transición? El verano ya ha acabado, y no
puedo estar allí para relevar a las cuidadoras, y que por regla general acaban
largándose.
Debería estar
centrada en mis clases. Ingresar en el alma mater de mi padre, Northwestern, es
mi principal objetivo porque así podré ir a una universidad que este cerca de
casa y no estaré lejos de mi hermana si me necesita. Después de dar a Baghda un
par de consejos, aspiro una bocanada de aire, fuerzo la sonrisa y entro en
clase.
- Eh guapa. Te he
guardado un sitio -dice Colin señalando el taburete que queda a su lado.
El laboratorio está
formado por altas mesas de laboratorio, cada una para la capacidad de 2
personas. Eso significa que estaré sentada con Colin el resto del año y que
haremos juntos el temible proyecto de química de último curso. Sintiéndome algo
estúpida por pensar que las cosas habían cambiado entre nosotros, tomo asiento
en el taburete y saco mi pesado libro de química.
- ¡¡Eh mira!! ¡¡Jonas
está en nuestra clase!! -gritan algunos chicos en la parte de detrás del aula- Joe
aquí, ven.
Intento no mirar a
Joe mientras saluda a sus amigos con palmaditas en la espalda y apretones de
manos demasiados complicados para ser imitados. Además del gesto, se llaman
hermano entre ellos, muy típico. La presencia de Joe atrae las miradas de toda
la clase.
- He oído que le
arrestaron el fin de semana pasado por uso de metanfetaminas.
- ¿En serio?
- En serio -dice Colin,
asintiendo con la cabeza y enarcando ambas cejas.
Bueno, no es que me
sorprenda la noticia. He oído que Joe pasa la mayoría de los fines de semana
colocado, trapicheando con drogas o metido en cualquier otra actividad ilegal.
La señora Peterson
cierra con fuerza la puerta de la clase provocando que todas las miradas
abandonen en el acto la parte trasera del aula, donde se sientan Joe y sus
colegas, y se centren en la parte delantera, donde se encuentra la señora
Peterson. Tiene el cabello castaño claro, y lo lleva recogido en una tirante
cola de caballo. Es probable que no haya cumplido todavía los 30, pero sus
gafas y su perpetua expresión ceñuda la hacen parecer mucho mayor. He oído que
tras su primer año como profesora (el cual solo le trajo llantos), ha adoptado
una actitud más dura. Al parecer, sus alumnos no respetaban a una profesora que
era la suficiente joven como para ser su hermana mayor.
- Buenos días y
bienvenidos al último curso de química -dice antes de sentarse al borde de la
mesa y abrir una carpeta-. Agradezco que se hayan tomado la molestia de elegir
asientos, sin embargo, yo ya había dispuesto la organización de los mismos, por
orden alfabético.
Protestó justo al
resto de la clase, pero la señora Peterson ni se inmuta. Se planta de la
primera mesa de laboratorio y dice:
- Colin Adams ocupe
el primer asiento. Su compañera será Darlene Boehm.
Darlene Boehm es la
segunda capitana del equipo de animadoras. Me lanza una mirada cargada de
disculpas antes de sentarse en el taburete que queda al lado de mi novio.
A medida que la
señora Peterson sigue con lista, los estudiantes van cambiándose a sus asientos
asignados sin mucho entusiasmo.
Demi Lovato -dice
la señora Peterson señalando la mesa que queda detrás de Colin. Acepto
gustosamente mi nueva plaza asignada.
Joseph Jonas
-continúa la Sra. Peterson, señalando el taburete que hay a mi lado.
¡Ay madre! Joe… ¿Mi
compañero de laboratorio? ¿Durante todo el curso? De ningún modo, ni de coña,
me niego. Lanzo a Colin una mirada suplicante mientras intento con todas mis
fuerzas que no me entre el pánico. Debería de haberme quedado en casa. En la
cama, bajo las mantas. Vaya, pues si que me siento intimidada.
- Llámame Joe.
La Sra. Peterson
levanta la mirada de la lista de clase y observa a Joe por encima de las gafas.
Joe Jonas -dice antes de cambiar su nombre en la lista-.
Señor Jonas, quítese esa bandana. En mi clase aplico una política de tolerancia
cero. No permitiré que ningún accesorio relacionado con una pandilla entre en
mi clase. Y por desgracia, Joe su reputación le precede. El director Aguirre
respalda sin reservas esta medida…. ¿Me he explicado con claridad?
Joe agacha la mirada
antes de quitarse la bandana de la cabeza, revelando un cabello alocado que
encaja con la expresión de sus ojos.
- Es para esconder
los piojos -le masculla Colin a Darlene, pero yo lo oigo y Joe también.
- Vete a la mierda
-le dice Joe, fulminándolo con la mirada-. Cierra el pico.
- Claro, colega
-responde Colin, antes de darse la vuelta-. Ni siquiera saber decir una frase
sin soltar un taco.
- Ya es suficiente Colin,
Joe, siéntate -ordena la Sra. Peterson y dirigiéndose al resto de la clase
dice- : esto también va por los demás. No puedo controlar lo que hagan fuera
del aula, no obstante en mi clase mando yo -dice, girándose después a Joe-. ¿Ha
quedado claro?
- Sí señora
-replica Joe en un tono deliberadamente bajo.
La Sra. Peterson
continúa con el resto de la lista, mientras yo hago todo lo que puedo para no
mirar a los ojos al tipo que se sienta a mi lado. Me arrepiento de haber dejado
el bolso en la taquilla porque ahora podría estar fingiendo buscar nada dentro,
tal y como ha hecho Sierra esta mañana.
- Qué asco -murmura
Joe en tono contrariado y ronco. ¿Lo hace a propósito?
¿Cómo voy a
explicar a mi madre que tengo de compañero de laboratorio a Joe Jonas? Ay, no,
espero que no me eche las culpas de todo eso.
Miro a mi novio,
quien esta absorto con su conversación con Darlene. Tengo celos. ¿Porque mi
apellido no puede ser Lovato para poder sentarme junto a él? Seria genial
poseer el poder de retroceder en el tiempo y que, solo pronunciar las palabras
mágicas, el día empezara de nuevo. Hoy sería el día perfecto para hacerlo.
¿Acaso cree la Sra.
Peterson que es razonable emparejar a la capitana de las animadoras con el tipo
más peligroso del instituto? Esta mujer está delirando.
La señora delirios
termina por fin de asignar los asientos.
- Se que los
estudiantes de último curso creen saberlo todo, pero nunca den por hecho que
han triunfado hasta que no sean capaces de tratar las plagas que acechan a la
humanidad o hacer que la tierra sea un lugar más seguro en el que vivir. El
campo de la química juega un papel crucial en el desarrollo de los fármacos, en
los tratamientos de radiación para los enfermos de cáncer, en el uso del
petróleo, en el ozono…
Joe levanta la
mano.
Joe-dice la
profesora-. ¿Tienes alguna pregunta?
- Señora Peterson,
¿está diciendo que el presidente de USA no es un triunfador?
- Bueno, lo que
digo es… que el dinero y el estatus no lo son todo. Debe utilizar el cerebro
para hacer algo para la humanidad o por el planeta en el que vivimos. Entonces,
si será un triunfador. Y se habrá ganado mi respeto, que es algo de lo que no
puede presumir todo el mundo.
- Yo tengo cosas de
las que puedo presumir Sra. P. -dice Joe. Es evidente que esta divirtiéndose.
La Sra. Peterson
sostiene la mano en alto.
- Por favor
ahorrémonos los detalles Joe.
Niega con la
cabeza. Si Joe cree que llevarle la contraria a la profesora va a hacer que
obtengamos una buena nota, está muy equivocado. Está claro que a la Sra.
Peterson no le hacen gracia los listillos y mi compañero ya está en su lista
negra.
- Ahora -dice la
señora delirios-. Mirad a la persona que se sienta a vuestro lado.
“Cualquier cosa
menos eso”. Sin embargo, no tengo elección. Miro de nuevo a Colin, que parece
muy contento con la compañera que le ha tocado. Si Darlene no tuviera novio, me
estaría cuestionando seriamente por qué se acerca tanto a Colin y se sacude la
melena tantas veces. Deduzco que estoy siendo paranoica.
- Puede que no les guste vuestro compañero
-dice la Sra. Peterson, pero deberán estar juntos los próximos 10 meses.
Tómense 5 minutos para conocerse, y después deberán presentarlo al resto de la
clase. Hablen de lo que han hecho este verano, de cuáles son sus aficiones, o
de cualquier otra cosa interesante o peculiar que quizás sus compañeros no
sepan de ustedes. Sus cinco minutos empiezan ahora.
Saco la libreta, me
pongo en la primera página y se la paso a Joe.
- ¿Por qué no
escribes cosas sobre ti en mi libreta y yo hago lo mismo en la tuya? Pregunto.
Es mejor intentar tener una conversación con él.
Joe asiente, parece
estar de acuerdo, aunque observo que se le levantan las comisuras de los labios
mientras me pasa su libreta. ¿Son imaginaciones mías o ha pasado de verdad?
Aspiro una bocanada de aire, me quito esa idea de la cabeza y escribo con
diligencia hasta que la Sra. Peterson da el final de los 5 minutos y se dispone
a escuchar las presentaciones de los alumnos.
- Os presento a
Darlene Boehm -empieza Colin, que es el primero en hablar.
Pero yo no oigo el
resto de su discurso sobre Darlene y su viaje a Italia y su experiencia en el
campamento de baile del verano. En lugar de eso, bajo la mirada a la libreta
que Joe me ha devuelto y me quedo boquiabierta al reparar en las palabras que
ha escrito.
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