lunes, 11 de marzo de 2013

Seductoramenete Tuya Capitulo 25





De alguna manera, Joseph acabó sujetando la mano izquierda de Abbie mientras Demi le sujetaba la derecha. Juntos fueron hasta los columpios, donde se turnaron en atender a Abbie y vigilar a Sam.
Joseph pensó que cualquiera que no los conociese los tomaría por una auténtica familia. Demi parecía desempeñar la función de madre y esposa a la perfección.
Pero también lo había parecido Melanie, le susurró una voz cruel. Tan perfecta que hasta había sentido cierta inferioridad hacia ella, recordó Joseph.
Se había prometido que jamás volvería a ser tan ingenuo con las mujeres. Ni tan confiado. Se lo debía a sus hijos tanto como a sí mismo.
El cielo empezaba a oscurecer cuando dieron por finalizado el picnic. Habían terminado devorando un postre que Demi había preparado a toda prisa después de que Emily la invitara a ir con ellos. Claire estaba dormida en brazos de Emily mientras Clay se apoyaba sobre su padre. Abbie empezaba a amodorrarse contra el pecho de Joseph y Sam, agotado de tanto jugar, había gateado hasta el Regazo de Demi.
Mientras atendía a una cosa que Emily estaba diciendo, Demi apoyó una mejilla sobre la cabeza de Sam. Se sentía a gusto.
Era tan agradable compartir un día con una familia tan unida, acogiendo en su regazo a un niño.
Miró a Joseph. Había sido interesante verlo como padre, en vez de como amante. Parecía cómodo con aquella función. Lo había visto dar de comer a Abbie, entretenerla y cambiarle los pañales con total naturalidad. Y lo había visto jugar con Sam, lanzándolo al aire y recogiéndolo en sus brazos.
Era un padre cariñoso, un hijo considerado, un amigo entrañable y un amante apasionado. Demi había descubierto todas esas caras de Joseph, pero sabía que aún escondía algo.
Sin duda, todavía tenía que aprender muchas cosas sobre él. No habían hablado de su matrimonio ni de su vida en Washington. Aún no sabía con certeza por qué había regresado ni qué planes de futuro tenía. Ni si la incluía a ella en dichos planes.
—Parece que hemos agotado a los chicos  Joseph entonces.
—Yo creo que ha sido al revés  murmuró Wade.
—A pesar de lo bien que me lo he pasado, creo que es hora de levantar el campamento dijo Emily, sonriente.
—Todavía no protestó Sam. Quiero volver a los columpios. Yo no estoy cansado añadió al tiempo que bostezaba.
—Tú nunca te cansas, ¿eh, Sammy? Demi le dio un abrazo.
—Bueno... un poquito reconoció él.
—Ayúdame a recoger las cosas, Clay  le dijo Wade a su hijo. Asegúrate de que toda la basura va a los contenedores.
—Os ayudo se ofreció Sam.
No tardaron en hacer desaparecer cualquier resto de comida, en abrazar a los niños y ponerles el cinturón de seguridad. Jamie les dio las gracias a Emily y a Wade por haberla invitado y los saludó mientras se marchaban. Luego, se giró hacia Joseph, de pie junto a su coche.
—Me lo he pasado muy bien le dijo. Espero que no te importe que Emily me haya invitado.
—¿Por qué habría de importarme?
—No, por nada Demi decidió cambiar de tema. ¿Sigue en pie la cita de mañana?
—Sí, mis padres cuidarán de los niños. El sábado madrugaremos para visitar a Tara, a Blake y al bebé.
Lo que significaba que no se quedaría hasta tarde en su casa, interpretó Demi. Tendría que aprovechar al máximo el tiempo disponible:
—¿Por qué no hago algo de cena y vemos una película o jugamos a las cartas o algo en vez de salir?
—Me parece bien contestó Joseph, sabedor de que era ese «o algo» lo que Demi le estaba ofreciendo en realidad.
—Hasta mañana, Joseph se despidió ella, conteniendo las ganas de besarlo delante de toda Honoria.
—Conduce con cuidado.
—Lo haré aseguró ella. Quizá estuviera cansada. Quizá fuera esa la razón por la que, de repente, se sentía un poco triste.
— Demi?
—¿Sí?
—Lo he pasado muy bien contigo. Me alegra que hayas venido dijo Joseph, sonriente.
—Yo también replicó ella, súbitamente reanimada.
Cuando el timbre sonó el viernes por la tarde, Demi corrió a abrir, extrañada por que Joseph se hubiera adelantado. Solía ser puntual y la complacía que estuviese impaciente por verla.
Pero no fue Joseph el receptor de la radiante sonrisa que dibujaron sus labios.
—Hola, Clark. ¿Habíamos quedado hoy?
—No. He hecho un alto de vuelta a casa y te prometo que solo te molestaré un momento. Necesito que me firmes un documento que se me había pasado por alto. Error mío, lo siento.
—Pasa Demi  abrió la puerta del todo. ¿Cómo te va?
—Tirando Clark se encogió de hombros y fue hacia el salón.
—¿Y los niños?
—Todo lo bien que se puede esperar, teniendo en cuenta que sus padres se están divorciando contestó él con amargura. Pero no te entretengo. Seguro que tienes planes. Tienes que firmar aquí, en la línea marcada con una equis —añadió tras sacar del bolsillo una hoja.
—Siéntate. ¿Quieres un café mientras leo esto?
—No quisiera...
—Ya está preparado le aseguró Demi.
—Entonces sí, una taza, por favor.
—En seguida vuelvo Jamie sonrió.
Demi miró el reloj camino de la cocina. Todavía faltaba media hora para que Joseph llegará.
—Se me ha olvidado preguntarte cómo quieres el café le preguntó minutos más tarde, con la taza de café sobre una bandeja.
—Solo Clark tomó la taza. Gracias.
Demi se sentó en el sofá, leyó el documento y, tras hacer un par de preguntas, lo firmó.
—Buen café alabó Clark.
—Pareces un poco más relajado comentó ella, sonriente.
—Sí, ha sido un día agotador. Es la primera oportunidad que tengo desde el desayuno de desconectar un poco.
—Ya se sabe, el estrés del contable en una ciudad pequeña murmuró Demi.
—Te estás riendo de mí dijo Clark, sin sentirse ofendido—. Pero no importa. Tú siempre me haces sonreír. Me gusta estar contigo.

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