A Demi
se le activaron las alarmas. Solía intuir cuándo iban a insinuársele. Siempre
había dado por supuesto que Clark la veía como amiga y cliente... pero nada
más.
—Sí, es bueno tener amigos replicó
ella.
—Quizá podíamos quedar a cenar
alguna noche la semana que viene. Como ya somos amigos...
—Gracias por preguntar, Clark,
pero...
El timbre sonó. Joseph se había adelantado después de todo. Muy oportuno.
—Será mi invitado Demi se puso de pie. Clark, es
Joseph Jonas.
—Dios...
—Sé amable advirtió ella. Esto no
es el juzgado y aquí no sois adversarios.
—Me voy Clark se levantó del sofá.
No puedo ver a esa sanguijuela.
—Hola, Joseph lo
saludó Demi tras
abrir la puerta.
—¿De quién es el coche que...? —
Joseph se puso tenso—.
¿Qué haces aquí?
—Ha venido por asuntos de negocios
— intercedió Demi —. Ya se iba.
—Adelante, por favor —
Joseph se echó a un lado—. Por mí que no sea.
—Gracias por el café —le dijo Clark
a Demi.
—Llámame si necesitas que firme
algo más repuso esta. Me pasaré por tu despacho para que te ahorres el viaje.
—Buenas noches, Demi dijo él en un
tono que denotaba haber captado la indirecta.
Los dos hombres cruzaron miradas
hostiles, pero no hicieron más comentarios.
—Podría, haber sido más educado le
dijo Demi a Joseph cuando
estuvieron solos.
—¿Sabías que iba a venir?
—No. Hizo un alto camino de casa.
Quería que firmara una cosa.
—¿Esa ha sido su excusa?
—Tenía que firmar un documento insistió
Demi.
—Espero que lo hayas leído bien.
—Lo he leído le aseguró ella. Y
ahora, ¿quieres cenar o prefieres quedarte aquí de pie, machacando a mi
contable?
—Cenemos decidió Joseph tras vacilar
unos segundos.
Minutos más tarde, cansada de que Joseph se
limitara a mirarla y contestar a sus comentarios con monosílabos, Demi le llamó la atención:
—¿Hay alguien ahí?
—Te estoy escuchando se defendió
él.
—Ya lo sé, pero no me respondes.
¿Te preocupa algo?
—No.
—¿Estás enfadado conmigo?
—En absoluto.
—Pues no has dicho ni dos palabras
en toda la cena Demi lo miró a la cara.
¿Seguro que no quieres hablar de nada?
—Solo me gustaría decirte que
tuvieras cuidado con Clark Foster, pero algo me dice que no te lo tomarías muy
bien.
—Exacto convino Demi. Probablemente, tendría que recordarte que
Clark es mi amigo y mi contable.
—¿Aunque te advirtiera que no es
ningún santo?, ¿que su esposa lo va a dejar porque no para de tontear?
—Entonces te diría que su divorcio
no es asunto mío. Y que sé cuidarme de los hombres perfectamente.
—Entonces me callaré concedió Joseph.
No quiero discutir contigo esta noche.
—Yo tampoco Demi sonrió—. ¿Quieres postre? Tengo melocotón en almíbar con
nata.
—Supongo que todavía tengo un
hueco.
El postre pareció ponerlo de buen
humor. Demi tomó nota de que el dulce lo
animaba.
— ¿Qué te apetece hacer ahora? preguntó
ella después de limpiar los platos. ¿Ver la tele?, ¿jugar al Scrabble?, ¿lavar
tu coche quizá?
—Seguro que se nos ocurre algo más
interesante.
El modo en que la miró la hizo
sonreír. Demi se
acercó a él.
—Siempre podemos ordenar el armario
propuso, rodeándole el cuello con ambos brazos.
—¿El armario está en tu habitación?
—Por supuesto.
—¿Por qué no entramos y lo
discutimos? —murmuró Joseph, sonriente.
—¿Por qué no? —replicó ella,
rozándole los labios.
No llegaron a ordenar el armario,
por supuesto. Y Demi no tardó en descubrir
que el dulce no era el único recurso para poner a Joseph
de buen humor.
Joseph se marchó mucho
antes de lo que les habría gustado. No tenía otra opción, por supuesto, ya que
tenía que recoger a los niños y al día siguiente madrugarían para ir a visitar
a Tara. Lo que la molestaba, con todo, era que no se le hubiera ocurrido
invitarla a ir con ellos.
Pero podía esperar, se dijo Demi. Después de
todo, era lógico que Joseph no quisiera
introducirla demasiado en su familia hasta no estar seguro de aquella relación.
—Te llamaré —se despidió él tras
darle un beso delicado.
—Felicita a tu hermano y a su
esposo por la niña.
—De tu parte.
—Buenas noches.
—Buenas noches Demi Joseph
volvió a besarla.
Nada más cerrar la puerta, Demi comprendió que ya estaba echando de menos a Joseph. La asustaba lo profundamente que se había enamorado
de él.
Había regresado a Honoria porque
sabía que le faltaba algo. Sabía que no era dinero ni fama, sino algo mucho más
íntimo y personal.
Una de las primeras cosas que había
hecho al volver había sido visitar la vieja casa en la que había crecido.
Alguien se había tomado la molestia de pintarla y cambiarle las contraventanas.
Estaba mucho mejor, pero Demi no había
podido dejar de recordar lo infeliz que había sido allí.
A partir de entonces, había logrado
diversos medios para realizarse: su trabajo cómo profesora, la iniciativa del
grupo de teatro, los amigos que había hecho, sumados a los que había
recuperado...
Y se había enamorado.
Había visto a Emily y a Wade con
sus hijos y los había envidiado. Se había preguntado si alguna vez tendría ella
una pareja, seguridad, hijos.
Si había alguna oportunidad de
conseguir todo eso con Joseph.
Él ya había pasado por ahí y, si
era sincera, debía reconocer que la molestaba. Sobre todo, porque apenas sabía
nada de su matrimonio. ¿Había amado tanto a su difunta esposa que se sentía
incapaz de volver a querer a otra mujer?
No le cabía duda de que la deseaba.
Pero... ¿podría amarla algún día?
Tara irradiaba felicidad. La casa
estaba llena de familiares: adultos riendo, niños correteando, bebés
llorando... Aparte de Joseph, de los hijos y
los padres de este, Emily había ido con toda su familia. Todos querían dar la
bienvenida a un nuevo miembro de la familia Jonas...
aunque su apellido fuese Fox.
Cuando los niños se cansaron de
estar en casa, Emily se ofreció a ir con ellos por un helado. Se llevó a Abbie,
de modo que Joseph y sus padres se quedaron a solas con Tara y Blake.
Bobbie lamentó que la pequeña
Alison hubiera ido de uno a otro, pero Tara apuntó que más le valía a la niña
acostumbrarse a estar rodeada de su familia. Al ritmo que estaba creciendo el
clan Jonas, se avecinaban
muchas reuniones.
—Ojala estuviera Trent —comentó
Tara—. ¿Habéis visto las rosas tan bonitas que me ha enviado? ¿Y el osito de
peluche tan enorme que le ha regalado a la niña?
Siguieron charlando amenamente,
hasta que, pasados unos minutos, Tara se dirigió a Joseph
r:
— ¿Y tú?, ¿no tienes nada nuevo que
contar? le preguntó.
—No mucho contestó él, mirando de
reojo a su madre.
—¿Ninguna señorita en particular? Tara
sonrió.
—¿Qué te ha contado mamá?
—Solo que pasas bastante tiempo con
Demi Lovato.
—La he visto en la tele terció
Blake mientras mecía a Alison. Es muy atractiva.
—Le encantan las telenovelas explicó
Tara, sonriente.
—Y era buena —añadió Blake. Estuvo
a punto de lograr que Dirk y Velvet rompieran en Vidas privadas. Y es un
matrimonio que ha sobrevivido a muchas crisis.
—Lamento haberme perdido sus
interpretaciones comentó Joseph.
—Debe de ser tan emocionante haber vivido
en Nueva York... musitó Tara.
Me preguntó por qué habrá vuelto a
Honoria.
—Su tía Ellen cree que estaba
cansándose del ritmo de vida tan acelerado que hay allí —comentó Bobbie.
—¿No creéis que tenga que ver con
el escándalo ese que salió en todos los periódicos sensacionalistas? conjeturó
Tara. ¿No sabéis nada? añadió segundos después, al ver que nadie respondía.
—¿Qué escándalo? —preguntó Bobbie.
—Muy hábil, Tara murmuró Blake.
—Estaba segura de que se habían
enterado Tara frunció el ceño.
— ¿De qué teníamos que habernos
enterado? preguntó Trevor, impaciente.
—No debería haber dicho nada. Creo
que es mejor...
—Tara —atajó él con firmeza.
—Al parecer —dijo la hermana tras
suspirar, Demi se
metió en medio de un desagradable divorcio entre Celia Kelly y Alex Greer el
año pasado.
Se trataba de dos estrellas de cine
y de la televisión, habituales de los periódicos sensacionalistas.
—¿Qué tuvo que ver Demi con el divorcio?
—Celia aseguró que su marido estaba
teniendo una aventura con una actriz que había conocido en Nueva York. Como lo
habían fotografiado en compañía de Jamie, todos los dedos apuntaron hacia ella.
Por supuesto, la verdad no llegó a saberse, porque tanto Alex como Jamie se
negaron a hacer comentarios a la prensa.
— Demi
podía haber dado un impulso a su carrera, haciéndose famosa con el tema —apuntó
Blake. Pero decidió no hacerlo.
—No me extraña que haya vuelto a
Honoria comentó Bobbie. Demi lo ha tenido
que pasar muy mal.
Pero Joseph no
pudo evitar recordar que la tarde anterior la había visto junto a Clark, otro
hombre en proceso de divorcio.
—Creo que ya es suficiente concluyó
Caleb. No son más que chismes. Tara, no deberías haberlos repetido y, Joseph, no deberías hacer caso a esa basura.
—Lo siento, papá. Tienes razón
—Tara se sonrojó—. Es que creía que ya lo sabías añadió, esbozando una sonrisa
dócil en dirección a su hermano
—No te; preocupes.
Joseph se
alegró de que Emily y Wade regresaran con los niños minutos más tarde. Ella
llevaba a Abbie, mientras que Wade la seguía con Claire. Clay y Sam entraron
detrás, con las caras manchadas de helado de chocolate. Después, la
conversación cambió de rumbo.
Pero Joseph no
consiguió cambiar el rumbo de sus pensamientos.
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