domingo, 17 de marzo de 2013

Química Perfecta Capitulo 17





Demi

    - ¿Quién es Joe?
    Esas son las primeras palabras que me dirige mi madre después de llegar a casa del aeropuerto, donde he ido a recoger a mi padre.
    - Es un chico del instituto que me ha tocado como compañero en la clase de química -respondo e
n voz baja. Espero un momento antes de añadir-: ¿Por qué le conoces?
    - Vino aquí después de que te fueras al aeropuerto. Le he echado.
    La realidad le golpea en la cara. ¡Ay, Dios! Me olvidé de que había quedado con Joe esta mañana.

    Cuando pienso en ello, le imagino esperándome en la biblioteca y me invade un sentimiento de culpabilidad. Era yo quien no confiaba en que se presentara, pero al final he sido yo quien no ha cumplido con su palabra. Debe de estar furioso. Puf, me siento fatal.
    - No lo quiero cerca de casa -confiesa-. Los vecinos empezarían a chismorrear sobre ti.

    «Como hacen con tu hermana», sé que está pensando.
    Espero que algún día pueda vivir en un lugar en el que no tenga que preocuparme de los cotilleos de los vecinos.
    -De acuerdo -accedo.
    - ¿Puedes cambiar de compañero? - No.
    - ¿Lo has intentado?
    - Si, mamá. Lo he hecho. La señora Peterson se niega a volver a asignar compañeros.

    - Quizás no hayas insistido lo suficiente. Llamaré al instituto el lunes y les haré...
    La miro fijamente, ignorando la intensa y dolorosa punzada en la parte posterior de la cabeza, donde mi hermana se ha llevado un buen mechón de pelo.
    - Mamá, ya me encargo yo. No necesito que llames al instituto y me hagas sentir como una niña de dos años.

    - ¿Ha sido ese chico, Joe, el que te ha enseñado a faltarle el respeto a tu madre? ¿De repente, crees que puedes hablarme así porque ese chico sea tu compañero? - Mamá...
    Ojala estuviera mi padre para intervenir. Pero fue directamente a su despacho para comprobar su correo justo después de que llegásemos a casa. Me gustarla que actuara como árbitro en lugar de quedarse al margen.

    - Porque si empiezas a codearte con gentuza como esa, la gente te considerará como tal. No es así como te hemos educado tu padre y yo.

    Vaya, aquí viene el sermón. Preferiría comer pescado vivo con escamas y todo antes de escuchar esto ahora. Sé cuál es el significado que se esconde tras sus palabras.

    Shelley no es perfecta, de modo que yo tengo que serlo por las dos.
    Aspiro profundamente intentando calmarme.
    - Mamá, lo he entendido. Lo siento.

    - Sólo intento protegerte -dice-. Y tú me lo echas en cara.
    - Lo sé. Lo siento. ¿Qué ha dicho el Dr. Meir de Shelley?
    - Quiere que vaya dos veces por semana para hacer un seguimiento. Voy a necesitar tu ayuda para llevarla.

    No le menciono nada de la política de la señora Small acerca de faltar al entrenamiento de animadoras, porque no sirve de nada que nos estresemos más de lo que ya lo estamos. Además, me gustaría averiguar por qué mi hermana se comporta de ese modo tan agresivo...

    Afortunadamente, suena el teléfono y mi madre va a atender la llamada. Salgo corriendo hacia la habitación de mi hermana antes de que mi madre me llame para seguir con la discusión. Shelley está sentada frente a su ordenador personalizado, dando golpecitos al teclado. - Hola -le digo.

    Shelley levanta la mirada. No está sonriendo. Quiero que sepa que no estoy enfadada con ella porque sé que no era su intención hacerme daño. Puede que ni siquiera comprenda qué la empuja a hacer esas cosas. - ¿Quieres jugar a las damas? Niega con la cabeza. - ¿Ver la tele? -Vuelve a negar con la cabeza.

    - Quiero que sepas que no estoy enfadada contigo -le explico mientras me acerco a ella, pero con cuidado para que el pelo quede fuera de su alcance, y le froto la espalda-. Ya sabes que te quiero.

    No hay respuesta, ni asentimiento de cabeza, ni aproximación verbal. Nada.
    Me siento en el borde de su cama y la observo jugar con el ordenador. De vez en cuando hago algún comentario para que sepa que estoy allí. Puede que ahora no me necesite, pero me gustaría que así fuera. Porque sé que llegará el día en el que me necesite, y yo no estaré aquí para ayudarla. Eso me asusta.

    Poco después dejo a mi hermana y me voy a mi habitación. Busco la guía de estudiantes del Instituto Fairfield para conseguir el teléfono de Joe.
    Abro mi teléfono móvil y marco su número.
    - ¿Sí? -contesta una voz de chico.
    Aspiro profundamente.
    - Hola -respondo-. ¿Está Joe?
    - Ha salido.

    - ¿Quién es? -oigo a una mujer preguntar a lo lejos.
    - ¿Quién eres? -pregunta el muchacho.
    Me doy cuenta de que estoy desconchándome la uña mientras hablo.
    - Demi Lovato. Soy... una amiga del instituto de Joe.
    - Es Demi Lovato, una amiga del instituto de Joe -explica el chico a su madre.
    - Coge el mensaje -le oigo decir.
    - ¿Eres su nueva novia? -pregunta el chico.
    Oigo un golpe y un « ¡Ay!» antes de que el chico rectifique
    - ¿Quieres dejar un mensaje?
    - Dile que ha llamado Demi Lovato. Este es mi número

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