domingo, 3 de marzo de 2013

De secretaria a esposa capitulo 19






Pero antes siquiera de darse cuenta de que estaba ocurriendo, los ya vagos recuerdos de Sophia fueron sustituidos en su mente por pensamientos sobre Demetria. Una intensa calidez y placer se apoderaron de su cuerpo al pensar que ésta estaba esperándole en la terraza. Se sintió animado por unas poderosas expectativas de tenerla para él solo en la única casa que consideraba «su hogar».

Su taciturno humor se transformó en una innegable excitación. Recordó que, cuando ella le había consolado al percatarse de que había soñado con algo perturbador, sus preciosos oscuros ojos habían reflejado una ternura que le había llegado al corazón.

Impresionado ante aquel pensamiento, se quedó mirando más intensamente su reflejo en el espejo, como si por primera vez estuviera considerando la posibilidad de transformar la pena que se había apoderado de su vida en algo mucho más alegre y placentero.

Como hacía una noche cálida, Demetria se había puesto su vestido veraniego favorito. Éste era de un lino color melocotón y de estilo túnica. Le llegaba hasta la rodilla y a ambos lados tenía unas favorecedoras aberturas... un pequeño y sexy detalle que mostraba sus firmes y contoneadas piernas.

Normalmente solía ponerse un ancho cinturón negro combinado con la túnica pero, al estar embarazada y notar como la suave curva de su tripa crecía cada día más, había decidido olvidarse del cinturón y dejar el vestido suelto. Sentada en el patio bajo la pérgola cubierta de parras, en el lugar donde Orsetta había preparado la mesa para que cenaran, dio un trago al agua mineral que se había servido en un vaso y esperó a que Luca se reuniera con ella. Sólo con pensar en él, sintió como le daba varios vuelcos el estómago.

Cuando por fin Joe apareció, con un aspecto estupendo tras haberse duchado y descansado, vestido con unos informales, pero a la vez elegantes, pantalones de color beige y una camisa de lino blanca, Demi supo con seguridad que dentro de ella estaba creciendo un profundo deseo de realizar una sincera conexión con el padre de su futuro hijo, una conexión que durara para siempre.
— ¡Orsetta está convencida de que hemos traído el buen tiempo con nosotros! —bromeó él, sentándose en la silla que había enfrente de Demetria—. Me ha contado que ha estado lloviendo durante dos semanas y que paró ayer por la noche.
—Entonces ella cree en las señales y en los presagios...
—Sí... ¿por qué no? —contestó Joe, encogiendo sus anchos hombros de manera despreocupada bajo el lino blanco de su camisa.

—¿Tú crees que nuestro inesperado encuentro en tu despacho... cuando yo no tenía ni idea de que eras tú la persona para la que había ido a trabajar... se podría considerar un buen presagio? —especuló Demi, sintiendo como se le revolucionaba el corazón.

—Eso espero —respondió él, sonriendo.
Aquella respuesta parecía carecer de convicción y ella sintió como la decepción se apoderaba de su pecho.

—Por cierto, esta noche estás preciosa —añadió Joe.
La fuerza de la mirada azul celestial de él provocó que a Demetria le hirviera la sangre en las venas. Luchando por controlar el impresionante e íntimo calor que la había embargado por dentro, tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para impedir que aquella perturbadora mirada la distrajera completamente.

— Joe, espero que... que no estés arrepintiéndote de haberme traído a este lugar —comentó.
 ¿A qué te refieres?

—Bueno, después de lo que ocurrió antes... parecías tan disgustado... eso es todo. Me preguntaba si tal vez estabas pensando mejor lo que habías hecho.
— ¿Lo dices por lo de mi sueño?

—Sí. Estabas soñando con tu difunta esposa, Joe. La mujer con la que obviamente una vez viviste aquí. Pensé que tal vez... que quizá te molestara que otra mujer estuviera en esta casa en vez de ella.

— ¡Pues has llegado a una conclusión equivocada! —espetó él, apartando la mirada. Observó la mesa fijamente, como si estuviera tratando de controlar las emociones que se habían apoderado de su cuerpo—. Lo que ocurrió es cosa del pasado y es ahí donde debe quedarse. Además... esta noche preferiría no pensar en aquella época de mi vida. Tengo algo importante que preguntarte, Demetria.
— ¿Algo importante? —repitió Demi, nerviosa.
—Sí. Creo que deberíamos casarnos. Me parece que, dadas las circunstancias, es lo correcto.
— ¿Lo correcto...?

—Así es. Me gustaría que fueras mi esposa, Demetria... ¿aceptas? —preguntó Joe, el cual había controlado ya las emociones que se habían apoderado de él. Su fascinante hermosa cara no reflejaba en absoluto lo que estaba sintiendo.

Por el contrario, ella sabía que no tenía ninguna esperanza de ocultar sus sentimientos... ¡aunque tampoco quería hacerlo! Tras la euforia inicial que le había causado la proposición de Joe, el enfado y la confusión le estaban recorriendo el cuerpo.

—Lo que quieres decir es que crees que debemos casarnos simplemente por el bebé —contestó, agarrando con fuerza los apoyabrazos de la silla en la que estaba sentada.

—No solamente por el bebé —respondió él—. Creo que entre tú y yo hay algo que merece la pena que construyamos, Demetria... ¿no estás de acuerdo?
— ¿Que construyamos? —repitió Demi, pensando que parecía que Joe estaba hablando de alguno de sus proyectos arquitectónicos. ¡Y aquello no era lo que ella había esperado oír en absoluto!

—Además... —prosiguió él, encogiéndose de hombros al no saber bien cómo interpretar la indignación de ella— ¿no es algo suficientemente honorable el que te pida que te cases conmigo cuando estás esperando un hijo mío?

— ¡Olvídate del honor por un momento! Vamos a ser realistas, ¿no te parece? —con el corazón revolucionado, ella colocó las manos en su regazo para controlar el repentino temblor que se había apoderado de éstas—. Estás pidiéndome que me case contigo como si mis sentimientos al respecto no importaran en absoluto. ¡No soy simplemente un recipiente para que crezca el bebé, entérate! ¡También soy una mujer! Una mujer con esperanzas y sueños que tal vez involucren algo un poco más profundo que un práctico matrimonio de conveniencia.

Demetria hizo una pausa y miró al padre de su futuro hijo fijamente a los ojos.
— ¿Cómo se supone que voy a criar un niño contigo, Joe, cuando claramente pretendes mantenerme a cierta distancia de ti? ¡Por lo menos emocionalmente! Ni siquiera quieres hablarme de las cosas que han ocurrido en tu vida, las cosas que te han marcado o herido. Como, por ejemplo, de tu difunta esposa. Esta tarde me dijiste una cosa muy impresionante... que ella murió ahogada. ¡Pero cuando te pregunté, ni siquiera querías decirme cómo ocurrió! ¡Querías olvidarte del tema y no compartirlo conmigo! 

Comprendo que no quieras revivir el dolor y el tormento que debiste sufrir, pero no entiendo cómo puedes contemplar la posibilidad de casarte con otra persona si ni siquiera puedes compartir con ella parte de lo que sucedió. Así es como llegamos a conocernos en una relación... compartiendo nuestras penas, nuestras alegrías, nuestras esperanzas y nuestros sueños... ¡no sólo acostándonos juntos!

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