miércoles, 27 de marzo de 2013

Química Perfecta Capitulo 32




Joe
       
Demi se humedece con la lengua sus labios perfectos, en forma de corazón, dejándolos brillantes, aún más tentadores.
    - No juegues conmigo -le digo con un gemido, con los labios a escasos centímetros de los suyos.

    Sus libros caen sobre la alfombra. Ella los sigue con la mirada y pierdo su atención, tal vez para siempre. Llevo los dedos hasta su barbilla y giro su cabeza con ternura, para que vuelva a mirarme.

    Ella me devuelve la mirada con sus ojos vulnerables.
    - ¿Y si acaba siendo más que un simple beso? -me pregunta.
     - ¿Y qué si es así?

    - Prométeme que no significará nada.
    Apoyo la cabeza en el sofá y le digo:
    - No significará nada.
    ¿No debe ser el hombre el que asegure que un simple beso no implica ningún compromiso?
    - Y sin lengua.
    - Cariño, si te beso, te garantizo que será con lengua.
    Ella vacila un instante.

    - Te prometo que no significará nada -le repito.
    De hecho, no creo que signifique nada para ella. Supongo que se limita a jugar conmigo, a ponerme a prueba para ver cuánto puedo aguantar antes de venirme abajo. Sin embargo, cuando cierra los párpados y se inclina hacia mí, me doy cuenta de que está a punto de pasar. La chica de mis sueños, la persona que se parece más a mí que nadie a quien haya conocido hasta ahora, desea besarme.

    Me hago con el control cuando veo que ladea la cabeza. Nuestros labios se rozan ligeramente, deslizando los dedos entre su cabello y empiezo a besarla, suave, dulcemente. Le cubro la mejilla con la palma de la mano, sintiendo su piel sedosa contra mis dedos rugosos. El cuerpo me induce a aprovecharme de la situación, pero el cerebro (el otro, el que no tengo dentro de los pantalones) me ayuda a mantener el control.

    Demi deja escapar un gemido de placer, como si se sintiera completa al estar entre mis brazos. Rozo sus labios con la punta de la lengua, incitándola a abrir la boca. Ella la recibe con su lengua, indecisa. Nuestras bocas y lenguas se mezclan en un baile lento y erótico hasta que el sonido de la puerta al abrirse hace que me aparte de ella de un salto.

    Maldita sea. Estoy cabreado. En primer lugar, por haberme dejado llevar por el beso, y en segundo, por desear que ese momento durara para siempre. Y además, estoy cabreado porque mi madre y mis hermanos han decidido llegar a casa en el momento más inoportuno.

    Miro a Demi y veo que se ha agachado para recoger los libros del suelo, en un intento por disimular. Mi madre y mis hermanos están plantados frente a la puerta con los ojos como platos.

    - Hola, mamá -digo, más nervioso de lo que debiera.
    Por la expresión ceñuda de mi madre, sé que no le hace mucha gracia habernos pillado besándonos. Como si fuera un indicio de lo que iba a suceder a continuación.
    Carlos, Luis, a vuestra habitación -ordena al tiempo que entra en el salón, algo más tranquila-. ¿No vas a presentarme a tu amiga, Joseph?
    Demi se levanta con los libros en la mano.
    - Hola, soy Demi.

    Pese al trayecto en moto y al manoseo, su cabello dorado sigue perfecto. Está preciosa. Demi le extiende una mano a mi madre.
    Joe  y yo estábamos estudiando.
    - Pues no es lo que me ha parecido ver -rebate mi madre, ignorando la mano de Demi.

    Hace una mueca.
    - Mamá, déjala en paz -espeto bruscamente.
    - Mi casa no es un prostíbulo.
    - Por favor, mamá -insisto, molesto-. Solo estábamos besándonos.
    - Los besos solo conducen a una cosa, Joseph. Niños.
    - Larguémonos de aquí -le digo a Demi, completamente avergonzado. Cojo la chaqueta del sofá y me la pongo.

    - Señora Jonas, le pido disculpas si le he faltado al respeto de algún modo -dice Demi, visiblemente afectada.

    Mi madre lleva la compra a la cocina haciendo caso omiso de la disculpa de Demi.
    Cuando salimos, Demi inspira profundamente. Estoy convencido de que ha intentado guardar la compostura, aunque le ha costado mucho. Nada ha salido como debía: chico trae chica a casa, chico besa a chica, mamá del chico insulta a chica, chica se marcha llorando.

    - No le des más vueltas. No está acostumbrada a que traiga chicas a casa.
    Los expresivos ojos de Demi parecen remotos y fríos. Uff.
    - Esto no debería haber ocurrido -dice, enderezando los hombros y adoptando una pose rígida, como una estatua.

    - ¿El qué? ¿El beso o el hecho de que te haya gustado tanto?
    - Tengo novio -dice sin dejar de manosear la correa de su bolso de diseño.
    - ¿Quieres convencerme a mí o a ti misma? -le pregunto.

    - No le des la vuelta a la tortilla. No quiero enemistarme con mis amigas. No quiero enojar a mi madre. Y en cuanto a Colin... bueno, ahora mismo estoy muy confusa.
    Levanto las manos y alzo el tono de voz, lo que normalmente evito hacer porque, según Paco, significa que algo me importa mucho. Pero no me importa. ¿Por qué habría de importarme? Aunque mi mente me sugiere mantener la boca cerrada, las palabras salen sin darme cuenta.

    - No lo entiendo. Te trata como si fueras un maldito trofeo.
    - No tienes ni idea de lo que hay entre Colin y yo..

    - Pues dímelo tú, joder -le ruego, incapaz de ocultar mi enfado. He intentado evitar decirle lo que realmente sentía, pero ya no puedo resistirlo más. Se lo suelto todo de golpe-. Porque el beso que acabamos de darnos... sí que significa algo. Lo sabes tan bien como yo. Estoy seguro de que con Colin no sientes ni la mitad de lo que sientes conmigo.
    - No lo entenderías -asegura, apartando la mirada.
    - Inténtalo.
    - Cuando la gente nos ve juntos, siempre comentan lo perfectos que somos. Ya sabes, la Pareja Dorada. ¿Lo entiendes?

    La miro sin dar crédito a mis oídos. Esto es más de lo que puedo soportar.
    - Lo entiendo, pero no puedo creer lo que estoy oyendo. ¿Tanto significa para ti parecer perfecta?

    Se produce un silencio largo e inestable. Puedo atisbar un destello de tristeza en sus ojos de zafiro, aunque se desvanece rápidamente. En un instante, su rostro adopta una expresión seria y fría.

    - Últimamente no se me ha dado del todo bien, pero sí. Significa mucho para mí -admite finalmente-. Mi hermana no es perfecta, así que yo tengo que serlo.
    Es lo más patético que he oído nunca. Niego con la cabeza, asqueado, y señalo mi moto.

    - Sube. Te llevaré al instituto para que puedas recoger tu coche.
    Demi sube a la moto sin decir palabra. Se sujeta al agarradero posterior, lejos de mí, tanto que apenas puedo sentirla. Me planteo dar un rodeo para alargar un poco más el trayecto.

    Demi trata a su hermana con paciencia y adoración. No sé si yo sería capaz de dar de comer a uno de mis hermanos y después limpiarle la boca. La chica a la que una vez acusé de ser egocéntrica, resulta que no es tan simple como creía.
    Siento admiración por ella. De algún modo, estar con Demi le da a mi vida algo que le faltaba, algo... que me hace sentir bien.
    ¿Pero cómo voy a convencerla de lo que siento?

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