Demi
Llegué tarde al
partido de fútbol. Después de que Joe se marchara, me quedé en ropa interior y
salté a la piscina para coger las llaves. Gracias a Joe, descendí de categoría.
Darlene, la co-capitana del equipo de animadoras ya es oficialmente la
capitana. Tardé media hora en secarme el pelo y volverme a poner el maquillaje
en el vestuario de las chicas. A la señora Small le decepcionó mucho que
llegara tarde al partido.
Me dijo que debería
sentirme agradecida de que me bajaran de categoría porque podían haberme
expulsado del equipo.
Después del
partido, me tumbo en el sofá junto a mi hermana. El pelo me huele todavía a
cloro, pero estoy demasiado cansada como para preocuparme por eso. Mientras veo
un reality show en la tele después de cenar, notó que los ojos se me empiezan a
cerrar.
Demz, despierta.
Colin está aquí -me dice mi madre, zarandeándome.
Levanta la cabeza y
veo a Colin, de pie frente a mí. Me ofrece la mano y pregunta:
-¿Estás lista?
Vaya. Me he
olvidado de la fiesta de Shane pese a que hace meses que está planeada. No me
apetece nada ir.
- No vayamos y
quedémonos en casa.
- ¿Estás de broma?
Todos esperan que vayamos. No puedes perderte la mayor juerga del año -dice mirándome los pantalones de chándal y
la camiseta con el lema HAZTE UN CHEQUEO. La conseguí el año pasado cuando hice
la caminata contra el cáncer de mama-. Te esperaré mientras te vistes. Date
prisa. ¿Por qué no te pones ese mini vestido negro que tanto me gusta?
Me arrastro hasta
el armario para cambiarme. En una esquina, junto a la camiseta sin mangas de
DKNY, está la bandana de Joe. La lavé anoche, pero cierro los ojos y me la
llevo a la nariz para comprobar que su fragancia persiste en la tela. Lo único
que acabo distinguiendo es el olor del detergente. Qué decepción. Ahora mismo
no estoy preparada para analizar mis sentimientos, especialmente porque Colin
está esperándome abajo.
Tardo bastante en
ponerme el mini vestido negro, arreglarme el pelo y maquillarme. Espero que
Colin no esté cabreado por haber esperado tanto. Tengo que estar perfecta o mi
madre no tardará ni un instante en criticar mi aspecto delante de él.
Cuando vuelvo a
bajar, Colín está sentado al borde del sofá, ignorando completamente a Shelley.
Creo que se pone nervioso cuando está cerca de ella.
«La inspectora» que
tengo por madre se acerca a mí y me toca el pelo.
- ¿Te has puesto
acondicionador?
¿Antes o después de
meterme en la piscina para recuperar las llaves?
- Mamá, por favor
-le imploro, apartándole la mano.
- Estás increíble
-señala Colin, acercándose a mí.
Afortunadamente, mi
madre se retira. Es obvio que le agrada y le tranquiliza la aprobación de Colin
aunque no tenga el pelo perfecto.
En el trayecto
hasta la casa de Shane, observo al que ha sido mi novio durante los dos últimos
años. La primera vez que nos besamos fue jugando a la botella en casa de Shane,
en el segundo curso de instituto. Lo hicimos delante de todo el mundo. Colin me
cogió entre sus brazos y nos besamos durante cinco minutos. Sí, los
espectadores lo cronometraron. Desde entonces hemos sido pareja.
- ¿Por qué me miras
de ese modo? -pregunta, girando la cabeza.
- Estaba recordando
la primera vez que nos besamos.
- Fue en casa de Shane.
Sí, menudo espectáculo, ¿eh? Incluso los de último curso se quedaron
boquiabiertos.
- Ahora somos
nosotros los que estamos en último curso.
- Y todavía somos
la Pareja Dorada, guapa -dice, doblando para encarar el camino de entrada de
Shane-. ¡Que empiece la fiesta! ¡Ya ha llegado la Pareja Dorada, -grita Colin
cuando entramos en la casa.
Él se va con los
chicos mientras yo voy a buscar a Sierra. La encuentro en el salón. Mi mejor
amiga me da un abrazo y después me hace señas para que tome asiento en el sofá,
a su lado. Hay un grupo de chicas del equipo de animadoras, entre ellas,
Darlene.
- Ahora que Brit
está aquí -dice Sierra-, podemos empezar a jugar.
- ¿A quién te
gustaría besar? -pregunta Madison.
- Empecemos por
algo sencillo. ¿Dogo o caniche? -sugiere
Sierra,
recostándose en el sofá.
- ¿Los comparáis
con perros? -digo, soltando una carcajada.
- Sí.
- Vale. -Los
caniches son monos y mimosos, pero los dogos son más masculinos y tienen una
mirada que impone. Aunque me gusta lo mono y mimoso, un caniche no puede con un
dogo-. Dogo.
- ¡Puaj! Caniche
sin dudarlo. Los dogos tienen ese hocico hacia fuera y siempre están babeando.
No apetece nada besarlos.
- Y no lo haremos,
idiota -dice Sierra.
- Yo tengo una
pregunta -digo-, ¿El entrenador Garrison o el señor Harris, el profesor de
matemáticas?
- ¡Garrison!
-exclaman todas al unísono.
- Está tan bueno
-añade Megan.
- Siento aguaros la
fiesta, pero he oído que es gay -confiesa
Sierra entre
risitas.
- Qué va -dice
Megan-. ¿Estás segura? Bueno, aunque lo fuera, no elegiría a Harris antes que a
él.
- Yo tengo otra
-interviene Darlene-. ¿Colin Adams o Joe Jonas?
Todas desvían la mirada hacia mí. Entonces, Sierra me da un codazo, como
indicándome que no estamos solas. Debe de ser Colin. ¿Por qué me la ha jugado
así Darlene?
Todas están mirando
ahora a Colin, quien está de pie detrás de mí.
- Ups. Lo siento
-dice Darlene, disculpándose por haberse ido de la lengua.
- Todos saben que Demi
elegiría a Colin -interviene Sierra mientras se mete una galleta salada en la
boca.
- Darlene, ¿por qué
has hecho eso? -pregunta Megan con desdén.
- ¿El qué? Solo es
un juego, Megan.
- Sí, pero nosotras
estamos jugando a un juego muy diferente del tuyo.
- ¿Qué se supone
que significa eso? Solo porque no tengas novio...
Colin se aleja,
dirigiéndose hacia el patio. Después de fulminar a Darlene con la mirada y
agradeciendo en silencio a Megan por regañarla, sigo a Colin al exterior.
Lo encuentro
sentado en una de las tumbonas junto a la piscina.
- ¿Por qué cono has
tenido que dudar cuando Darlene te ha hecho la pregunta? –vocifera-. Me has
puesto en ridículo bueno, ahora mismo no estoy muy contenta con Darlene.
Colin suelta una cota carcajada.
- ¿No lo entiendes?
No es culpa de Darlene.
- ¿Crees que es
culpa mía? Como si fuera yo quien pidió ser compañera de Joe.
- No te quejaste
demasiado -dice, poniéndose en pie.
- ¿Estás buscando
bronca, Colin?
- Puede que sí. Ni
siquiera sabes comportarte como una novia.
- ¿Cómo puedes
decir eso? ¿Quién te llevó al hospital cuando te torciste la muñeca? ¿Quién
sale corriendo al campo y te da un beso después del primer touchdown?
¿Quién fue a visitarte
todos los días cuando cogiste la varita el año pasado?
-Recibí clases de
conducción en contra de mi voluntad. Me quedé dormida en los brazos de Joe
borracha, pero no sabía lo que estaba haciendo. No ha ocurrido nada con Joe soy
inocente, aunque mis pensamientos no lo sean.
- Eso fue el año
pasado -dice Colin, cogiéndome de la mano y tirando de mí para volver a entrar
en la casa-. Quiero que me demuestres lo mucho que te importo. Ahora.
Entramos en la
habitación de Shane y Colin me obliga a tumbarme en la cama con él.
Lo aparto cuando me
acaricia el cuello con la punta de la nariz.
- Deja de
comportarte como si estuviera forzándote, Brit -masculla Colin. La cama cruje
con nuestro peso-. Desde que empezó el instituto has estado actuando como una
puñetera mojigata.
- No quiero que
nuestra relación se base en el sexo. Me da la sensación de que ya nunca
hablamos -digo, incorporándome sobre la cama.
- Pues hablemos
-dice mientras su mano se pasea por mi pecho.
- Tú primero. Di
algo y después hablaré yo.
- Esta es la cosa
más estúpida que he oído nunca. No tengo nada que decir, Demz. Si tú tienes
algo en mente, suéltalo.
Respiro
profundamente, castigándome a mí misma por sentirme más a gusto con Joe que en
aquella cama con Colin. No puedo permitir que termine nuestra relación. Mi
madre se pondría histérica, mis amigas fliparían... el mundo se acabaría...
Colín tira de mí
para que me tumbe a su lado. No puedo romper con él solo porque me dé miedo
tener relaciones sexuales. Después de todo, él también es virgen. Y me ha
esperado para que los dos podamos compartir ese momento. La mayoría de nuestros
amigos ya lo han hecho. Tal vez eso es lo que hace que me sienta como una
estúpida y mi interés por Joe se haya convertido en la excusa perfecta para
evitar acostarme con Colín.
Los brazos de Colin
me rodean la cintura. Llevamos juntos dos años, ¿por qué echarlo todo a perder
por una estúpida atracción hacia alguien al que ni siquiera debería dirigir la
palabra?
Cuando sus labios
están a escasos centímetros de los míos, reparo en algo que me deja helada. Una
fotografía sobre el vestidor de Shane, Colin y él en la playa, este verano.
Hay dos chicas con
ellos, y Colín rodea cariñosamente con los brazos a una bonita morena con el
pelo corto y enmarañado. Sonríen de oreja a oreja, como si tuvieran un secreto
que están a punto de compartir.
- ¿Qué es eso? -le
pregunto, señalando la fotografía e intentando que no se me refleje la
inquietud en la voz. - Un par de chicas que conocimos en la playa -dice,
recostándose de nuevo mientras yo sigo mirando la foto. - ¿Cómo se llama la
chica a la que rodeas con el brazo?
- No lo sé. Creo
que se llamaba Mía o algo así.
- Parecéis una
pareja -señalo.
- Eso es ridículo.
Ven aquí -me ordena. Entonces se yergue y me impide seguir observando la
fotografía.- Tú eres la única a la que deseo ahora, Demz . -¿Qué quiere decir
con ahora? ¿Se refiere a que este verano ha deseado a Mía pero que ahora me
desea a mí? ¿Estoy analizando demasiado sus palabras? Antes de que me dé
cuenta, me ha bajado el vestido y me ha subido el sujetador hasta la barbilla.
Intento concentrarme y convencerme de que mis dudas son solo el producto de los
nervios.
- ¿Has echado el
pestillo de la puerta? -le pregunto, Intentado alejar la inquietud de mi mente.
- Si -responde él,
totalmente absorto en mis pechos. Consciente de que tengo que poner de mi parte
pero haciendo un gran esfuerzo por motivarme, lo toco por encima de los
pantalones.
Colín se incorpora,
me aparta la mano y se baja la cremallera.
Cuando se baja los
pantalones hasta las rodillas, me dice:
- Vamos, Demz .
Probemos algo nuevo.-No me siento bien, todo parece demasiado preparado. Me
acerco un poco, aunque tengo la mente en otro sitio.
La puerta se abre
con un chirrido y la cabeza de Shane asoma por el resquicio. De inmediato, una
sonrisa enorme se le dibuja en la cara.
- ¡Coño! ¿Dónde hay
una cámara de móvil cuando la necesitas?
- ¡Pensaba que
habías cerrado la puerta! -le grito a Colin enfadada mientras me apresuro a
ponerme el sujetador y a bajarme el vestido-. Me has mentido. -Colín coge la
manta y se tapa.
- Joder, Shane,
déjanos un poco de intimidad, ¿quieres? Demz, deja de comportarte como una
histérica.
- Por si no te has
dado cuenta, esta es mi habitación -dice Shane, y apoyándose en el marco de la
puerta, enarca una de sus cejas y añade-: Demz , dime la verdad. ¿Son naturales?
- Shane, eres un
cerdo -le espeto, apartándome de Colin.
Mi novio intenta
cogerme cuando bajo de la cama de un salto.
- Vuelve aquí, Demz.
Siento no haber echado el cerrojo. Me he dejado llevar por el momento.
El problema es que
el hecho de que la puerta estuviera abierta no es la única razón por la que estoy
enfadada. Me ha llamado «histérica» sin pensárselo dos veces. Y no ha regañado
a Shane por su comentario. Miro a mi novio y le digo:
- ¿Ah, sí? Bueno,
pues ahora soy yo quien se deja llevar por el momento y se larga de aquí.
A la una y media de
la mañana estoy en mi habitación, mirando el móvil. Colin me ha llamado treinta
y seis veces. Y ha dejado diez mensajes. Desde que Sierra me ha acompañado a
casa, he intentado ignorarle. En parte porque tengo que dejar que se me pase el
enfado. Me atormenta la idea de que Shane me haya visto medio desnuda. Mientras
buscaba a Sierra para pedirle que me trajera a casa, pude escuchar al menos a
cinco personas que susurraban sobre la escena que había tenido lugar en 1a
habitación de Shane.
No quiero perder
los papeles como le ocurre a mi madre, y ¿así me ocurre con Shane y Colin en la
habitación.
Pero es la
trigésimo novena llamada de Colin, y mis pulsaciones ya han recuperado su ritmo
habitual.
Finalmente,
respondo al teléfono.
- Deja de llamarme
-le suelto.
- Dejaré de hacerlo
cuando oigas lo que tengo que decirte -anuncia Colin al otro lado de la línea
con un tono de voz lleno de decepción.
- Pues habla. Te
escucho.
Le oigo aspirar
profundamente.
- Lo siento, Demz.
Siento no haber echado el cerrojo de la puerta. Siento haber querido tener
relaciones sexuales. Siento que uno de mis amigos se lo tome a broma cuando no
tiene ninguna gracia. Siento no poder soportar veros a Fuentes y a ti en clase
de Peterson. Siento haber cambiado este verano.
No sé qué decirle.
Colin ha cambiado, pero ¿también lo he hecho yo? ¿O soy la misma persona que se
despidió de él antes de que se marchara de vacaciones? No lo sé. Solo tengo una
cosa clara.
- Colin, no quiero
que nos peleemos más.
- Yo tampoco. ¿Puedes olvidar lo que ha
pasado esta noche? Te prometo que te recompensaré. ¿Recuerdas nuestro último
aniversario, cuando mi tío nos llevó en su avioneta a Michigan para pasar el
día?
Acabamos en un
balneario. Cuando fuimos a cenar al restaurante por la noche, había un
gigantesco ramo de rosas rojas en nuestra mesa, junto a una caja de color
turquesa.
Dentro había un
brazalete de oro blanco de Tiffany's.
- Sí, lo recuerdo.
- Voy a comprarte
los pendientes que hacen juego con el brazalete, Demz.
No tengo valor para
decirle que lo que quiero no son unos pendientes. Me encanta el brazalete y
siempre lo llevo puesto. Pero lo que me dejó boquiabierta aquel día no fue el
regalo, sino el hecho de que Colín fuera más allá de lo planeado solo para
hacer que todo fuera súper especial. Eso es lo que recuerdo cuando veo el
brazalete. No el regalo, sino su significado. He visto muy poco de ese Colin
desde que empezó el instituto.
Los caros
pendientes serían un símbolo de la disculpa de Colin y siempre me recordarían
aquella noche. También servirían para sentirme culpable por no corresponderle
con... mí virginidad. Puede que no sea consciente de ello, pero el hecho de que
la idea me ronde por la cabeza es una señal. No quiero sentirme presionada.
- Colin, no quiero
los pendientes.
- Entonces, ¿qué
quieres? Dímelo.
Tardo un rato en
contestar. Hace seis meses podría haber redactado un ensayo de cien páginas
sobre lo que quería.
Desde que empezó el
instituto, todo ha cambiado.
- Ahora mismo no sé
lo que quiero. -Me duele tener que decir algo así, pero es lo que siento.
-Bueno, ¿me darás
una pista cuando lo sepas?
Claro, si es que
llego a descubrirlo.
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