domingo, 17 de marzo de 2013

Seductoramenete Tuya Capitulo 29





Demi esperaba una llamada el viernes por la tarde. Susan había dado a luz a un niño la noche del miércoles y le había prometido informarla de cómo iba en cuanto saliera del hospital. De manera que cuando sonó el teléfono, Demi descolgó inmediatamente. Aunque se alegraba por su amiga, no podía evitar pensar que, probablemente, ella nunca tendría hijos.     
— Demi, soy Joseph —oyó al otro lado de la línea.
Su primer impulso fue decirle de nuevo que no quería hablar con él, pero algo en el tono de su voz la hizo dudar:
—¿Ocurre algo?
—Es mi hermano, Trent —dijo Joseph, angustiado—. Se ha estrellado con el avión. Es posible que...
—¡Dios!, ¡lo siento...! —Exclamó Demi —. ¿Puedo hacer algo?
—Mis padres y yo vamos al aeropuerto para verlo ahora mismo. ¿Puedes cuidar de los niños?
La pregunta la sorprendió tanto, que tardó unos segundos en reaccionar.
—¿Quieres que se queden conmigo?
—Sí, sería genial si pudieras venir a mi casa, pero te los acercaré a la tuya si te viene mejor. Sé que es pedir mucho... pero Sam me va a echar de menos. Si estás con él, le será más fácil. Aunque puedo llamar a otras personas si lo prefieres.
—No es que me importe —replicó Demi —. Pero tengo muy poca experiencia con niños. Me da miedo hacer algo mal.
—Si rio pensara que puedes hacerlo, no te habría llamado.
No le quedó más remedio que creerlo. Dejando de lado sus diferencias personales, sabía que Joseph jamás dejaría a sus hijos en manos de alguien en quien no confiara.
—¿Cuándo salís?
—Tan pronto como podamos.
—Voy para allá.
Demi colgó con lágrimas en los ojos, entró en el dormitorio y metió algunas prendas en una maleta. Tal vez estuviera utilizándola de nuevo, pero sabía que Joseph la necesitaba, al igual que sus hijos.
La recibió en la puerta en menos de media hora.
Joseph, lo siento tanto Demi le dio un abrazo y, durante varios segundos, permanecieron juntos, consolándolo ella y dejándose consolar él.
—Abbie está echándose la siesta —dijo Joseph cuando se retiró—. Sam está en su cuarto. Está triste porque me voy, pero creo que lo entiende. He dejado escrito todo lo que me ha parecido que puedes necesitar saber. Te llamaré tan a menudo como pueda.
—Estaremos bien —le aseguró ella—. Venga, ve con Trent. Seguro que sale adelante.
—Siempre tan optimista —murmuró Joseph, agradecido, tomándole una mano—. Ojala tengas razón.
—Ya lo verás. ¿Quieres decirle adiós a Sam antes de irte?
—Ya me he despedido de los dos. Será mejor que me vaya. Mis padres están ansiosos por llegar al aeropuerto.
—Cuidaré bien de los niños.
—Lo sé — Joseph le dio un beso en la mejilla—. Cuando vuelva, tenemos que hablar. Y esta vez me escucharás.
A Demi se le hizo un nudo en la garganta cuando Joseph agarró la maleta y se marchó. Había acudido a ella en un momento de necesidad. Le había confiado a sus hijos. Y eso tenía que significar algo.
De pronto, se dio cuenta de que nunca había estado en su casa. Miró en derredor y no tardó en encontrar el cuarto de Sam, el cual estaba sobre la cama, leyendo un cuento.
—¿Se ha ido papá? —preguntó sin sonreír.
—Sí, se ha ido a cuidar a tu tío Trent — Demi se sentó en la cama junto a Sam—. Volverá lo antes que pueda.
—Mi mamá no volvió —dijo el niño con un hilillo de voz.
—Pero tu papá sí lo hará —le aseguró Demi, conmovida—. Mientras tanto, vamos a tener que cuidar de Abbie, ¿crees que podremos arreglarnos?
—Yo te ayudo —se ofreció Sam—. Sé lo que hay que hacer.
—Me alegro. Porque soy nueva en esto.
Sam dejó el cuento y se acercó a Demi, la cual lo acogió entre los brazos y lo apretó contra el pecho con todo su amor.
La casa estaba en silencio cuando Joseph regresó cinco días más tarde. Había conseguido llegar en un vuelo anterior al previsto y lo desilusionó no encontrarse a Demi y a los niños para recibirlo.
Se mesó el cabello y fue a la cocina. Durante aquellos días tan espantosos, se había consolado pensando que ella estaba allí... y había decidido que haría todo lo que fuese necesario por recuperarla.
Por arriesgado que fuera, estaba dispuesto a amarla.
Entonces, vio una nota en el frigorífico, erí la que indicaban que estaban en la piscina. Demi Lovato, siempre tan optimista, le había dejado un mensaje por si llegaba antes de lo esperado.
Caminó hasta la piscina, vigilada atentamente por, el joven socorrista con el que Joseph había, tenido una larga charla después de que Sam casi se ahogara.
No tardó en localizar a Demi dentro del agua. Tenía una mano en una silla con flotador sobre la que estaba sentada Abbie, y estaba charlando con Sam, el cual, sorprendentemente, parecía haberle perdido el miedo al agua.
—¡Papá! —lo llamó el niño nada más verlo—. ¿Me has visto? Demi me ha enseñado a nadar —añadió tras haber dado un par de brazadas.
—Ya te he visto, ya. Lo haces genial.
Demi ya había salido de la piscina con Abbie y ambas se acercaban sonrientes a Trevor, seguidas de cerca por Sam.
—¡Papi! —exclamó la niña, estirando los bracitos hacia Joseph.
Este la estrechó entre los brazos y aceptó los besos llenos de babas de la niña mientras Sam se agarraba fervientemente a una de sus piernas.
—¿Cómo está mi princesa? —preguntó, haciéndole una carantoña a Abbie.
—Ha andado —anunció Sam—. Sin agarrarse a nada.
—Suena como si hubiera dejado a mis niños con Mary Poppins —bromeó Joseph.
—No exactamente — Demi sonrió—. Tengo experiencia como profesora de natación y Abbie ya estaba preparada para andar. solo, a la cara, en vez de deleitarse con la expansión de piel que dejaba al descubierto su biquini rosa.
—¿Qué tal Trent? —preguntó ella mientras se cubría con una camiseta.
—Bueno... está fuera de peligro, gracias a Dios; pero tiene una larga recuperación por delante. Es un milagro que no se haya matado.
—¿No te dije que se pondría bien?
—Sí —respondió Joseph —. ¿Vamos a casa, o queréis quedaros un rato más?
—Nos vamos —dijo Demi —. Los niños llevan suficiente tiempo al sol.
Joseph empujó el carrito de Abbie, Demi agarró la silla flotador y Sam se metió entre ambos y no paró de hablar en todo el camino de lo mucho que se había divertido con Demi. No parecía que los niños lo hubieran echado de menos demasiado. Aunque tampoco podía culparlos de que estuvieran hechizados con Demi.. igual que él.
Una hora después, Abbie estaba echándose la siesta, y Sam estaba enfrascado frente al televisor.
—Tengo que irme —dijo Demi.
—No, anda, ¿por qué no te tomas un café? —le propuso Joseph r—. Y me cuentas todo lo que me he perdido.
Después de vacilar unos segundos, entró en la cocina y accedió a sentarse.
—Bueno, cuéntame. ¿Qué va a pasar con Trent? —le preguntó Demi.
—Estará varias semanas más ingresado. Mis padres se quedarán con él hasta que le den el alta — Joseph se mesó el cabello—. Ha sido un susto tremendo, pero tenemos que dar gracias porque sigue vivo.
—¿Y su carrera en la Academia del Aire?
—Se ha acabado —sentenció Joseph —. En toda su vida, lo único que ha querido ha sido volar. Está tan amargado, que apenas habla con nadie.
—Tendrá que buscarse un nuevo sueño.
—Eso es fácil de decir —replicó él.
—Hazme caso yo he aprendido a renunciar a varios sueños —aseguró Demi. De pronto, apartó la taza de café y se levantó—. De verdad, tengo que irme. Tengo cosas que hacer en casa.
—Espera —la detuvo Trent, que no soportaba la idea de dejarla marchar. Tengo que darte las gracias por lo que has hecho esta semana.
—De nada —respondió Demi sin mirarlo a la cara—. Lo he pasado bien con los niños.
—Quiero que volvamos a estar juntos, Demi. Como estábamos antes.
—¿Los viernes por la noche? contestó ella con hostilidad—. ¿Tú con tu vida y yo con la mía? Lo siento, para mí ya no es suficiente.
—No me refería a eso. Quiero una relación de verdad. No te volveré a apartar de mis hijos.
—Muy práctico ahora quieres que haga de niñera para ellos —repuso Demi. Pues lo siento, pero a pesar de que los quiero mucho, voy a tener que pasar.
—Maldita sea, Demi — Joseph respiró profundo—. Te quiero.
Ella se quedó quieta. No se atrevió a mirarlo.
—Te quiero —repitió él, por si no lo había oído.
—No puede haber amor sin confianza.
—No confío en nadie tanto como en ti. Te he hecho daño y he estado a punto de arruinarme la vida, pero es verdad.
—No me has hecho daño Joseph: me has destrozado, el corazón —espetó ella, furiosa, por fin mirándolo a los ojos—. ¿Qué te hace pensar que yo voy a poder confiar en ti?
—Yo...
—Me niego a pasarme el resto de mi vida intentando demostrarte que no soy como tu esposa —atajó Demi —. No sé lo que te hizo, porque nunca me has hablado de ella, pero no quiero...
—Cabe la posibilidad de que Abbie no sea mi hija —confesó Joseph r de golpe, con un tono de voz desgarrador.
De pronto, Demi se quedó pálida.
Joseph..
—Después de que Melanie muriera, descubrí que había tenido aventuras con otros hombres —continuó él—. Después de leer su diario, me di cuenta de que ni siquiera ella sabía quién era el padre de Abbie. La niña tenía tres meses cuando me enteré y ya la quería más que a nada en mi vida. Y sigo haciéndolo. Pero no sé si ella...
Joseph, lo siento muchísimo. Tiene que haber sido...
—Devastador —completó él—. Primero pierdo a mi esposa. Y luego descubro que apenas la conocía en realidad. Y mi hija...

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