miércoles, 27 de marzo de 2013

Química Perfecta Capitulo 33




Demi
   
A pesar de que haya estado toda la noche en vela, rememorando el momento en el que nos besamos, quiero olvidarlo cuanto antes. Mientras me dirijo en coche a la escuela, el día siguiente al beso que nunca ocurrió, me pregunto si debería ignorarle. Aunque, después de todo, no es una opción factible teniendo en cuenta que somos compañeros en clase de química.

    Oh, no. La clase de química. ¿Sospechará algo Colin? Tal vez alguien nos vio ayer en la moto y se lo haya contado. Anoche apagué el móvil para no tener que hablar con nadie.

    Uff. Ojalá mi vida no fuese tan complicada. Tengo novio. Aunque últimamente se haya mostrado más insistente de lo habitual; solo parece interesado en el sexo. Y estoy harta.

    Sin embargo, Joe y yo nunca podremos salir juntos. Su madre me odia. Su ex novia quiere matarme; una muy mala señal. Y fuma, lo que no me parece nada correcto. Podría elaborar una lista larguísima con todos los inconvenientes que supondría salir con él. Vale, puede que también haya ventajas. Unas cuantas, aunque demasiado insignificantes como para mencionarlas.

    Es inteligente. Tiene una mirada tan expresiva que dice mucho más de él que lo que refleja su aspecto.

    Es un chico entregado con sus amigos, con su familia, incluso con su moto.
    Guando me toca, lo hace con tanta delicadeza que me hace sentir como si estuviera hecha de cristal.

    Me besa como si intentara impregnarse de ese instante y conservarlo durante el resto de su vida.

    La primera vez que le veo es a la hora de comer. Mientras espero mi turno en la cafetería, me fijo en que va justo antes de la chica que me precede en la fila. La chica en cuestión se llama Nola Linn y, no solo se interpone entre ambos, sino que tampoco parece tener mucha prisa por avanzar.

    Los vaqueros de Joe están descoloridos y desgastados en las rodillas. El pelo le cae sobre los ojos y empiezo a sentir un deseo incontrolable de apartárselo. Si Nola no fuera tan indecisa con lo que va a tomar de postre...

    Joe me pilla mirándole. Me apresuro a concentrarme en la sopa del día. Sopa minestrón.

    - ¿Qué prefieres cariño, taza o bol? -pregunta Mary, la Chica de la cafetería.
    - Bol -respondo, fingiendo estar muy interesada en el modo en el que Mary sirve la sopa.

    Cuando me entrega el bol, adelanto rápidamente a Nola y me dirijo a la caja, colocándome justo detrás de Joe. Como si supiera que estoy acechándole, se da la vuelta y me atraviesa con la mirada. Durante un instante, siento que el mundo se detiene y que solo estamos él y yo. El deseo por abalanzarme sobre sus brazos y sentir su calor rodeándome es tan poderoso que me pregunto si es médicamente posible sentir una adicción semejante por Otro ser humano.
    Carraspeo.

    - Te toca -apunto yo, señalando a la cajera.
    Joe avanza con una porción de pizza en la bandeja.
    - Cóbrame también lo de ella -dice, señalándome.
    - ¿Qué tienes? ¿Un bol de minestrón? -pregunta la cajera, agitando el dedo en mi dirección.
    - Sí, pero... Joe, no es necesario.

    - No te preocupes. Puedo permitirme un bol de sopa -contesta a la defensiva mientras le entrega tres dólares a la cajera.
    Colin se abre paso entre los chicos que esperan a la fila y se coloca a mi lado.
    - Circula. Échate una novia a la que puedas mirar de ese modo —le espeta a Joe antes de ahuyentarlo.

    Rezo para que Joe no conteste y le confiese que nos besamos. Toda la cola nos observa. Puedo sentir sus miradas clavadas en la nuca. Joe coge el cambio y, sin mirar atrás, se encamina al patio, fuera de la cafetería, donde normalmente se sienta a comer.

    Me siento profundamente egoísta por desear lo mejor de ambos mundos. Deseo mantener la imagen que tanto esfuerzo me ha costado crear. Y esa imagen incluye a Colin. Pero también deseo a Joe. No puedo pensar en otra cosa que no sea estar entre sus brazos y pedirle que me bese otra vez, hasta dejarme sin aliento.
    - Cóbrame lo mío y lo de ella -le dice Colin a la cajera.

    - ¿No ha pagado ya por ti el otro chico? -me pregunta ella, mirándome confusa.
    Colin espera que la corrija. Cuando no lo hago, me fulmina con la mirada y sale hecho una furia de la cafetería.

    - ¡Colin, espera! -grito, pero o no me oye o pasa de mí.
    La próxima vez que le veo es en clase de química, pero entra justo cuando suena el timbre y no tenemos tiempo de hablar. La clase de hoy consiste en un experimento de observación. Joe da vueltas a los tubos de ensayo llenos de nitrato de plata y de cloruro potásico.
    - A mi me parecen agua los dos, señora P. -dice Joe.

    - Las apariencias engañan -contesta la señora Peterson. Desvío la mirada hacia sus manos. Esas manos, que ahora están ocupadas midiendo la cantidad exacta de nitrato de plata y de cloruro potásico, son las mismas que rozaron mis labios tan suavemente.
    - Tierra llamando a Demi.

    Parpadeo y despierto de mi ensoñación. Joe me pasa un tubo de ensayo lleno de un líquido transparente. Lo que me recuerda que debería ayudarlo a verter líquidos.
    - Lo siento -me disculpo, cogiendo un tubo de ensayo y vertiendo el contenido dentro del que Joe está sujetando-. Se supone que ahora debemos de apuntar lo que sucede -añade, utilizando la varilla para mezclar los dos elementos químicos.
    Un material sólido y blanco aparece por arte de magia dentro del líquido transparente.

    - ¡Eh, señora P! Creo que hemos encontrado la solución al problema de la degradación de la capa de ozono. La señora Peterson niega con la cabeza.
     - Veamos, ¿qué observamos en el tubo? -lee Joe de la hoja que la señora Peterson nos ha entregado al comienzo de la clase.

    - Yo diría que el líquido acuoso probablemente ahora es nitrato potásico y que el material sólido y blanco  cloruro de plata. ¿Qué crees tú?

    Y Cuando me pasa el tubo, nuestros dedos se rozan ligeramente. Un hormigueo que no puedo ignorar me recorre el cuerpo. Levanto la mirada. Nuestros ojos se encuentran, y por un instante pienso que me está mandando un mensaje secreto. Sin embargo, su expresión se vuelve sombría, y aparta la mirada.
    - ¿Qué quieres que haga? -susurro.
    - Eso tienes que averiguarlo tú sola.
    Joe...
    Aunque no va a decirme qué he de hacer. Supongo que soy una estúpida por pedirle consejo cuando lo más probable es que no pueda ser imparcial. Cuando estoy cerca de Joe, siento una emoción similar a la que suelo sentir al despertar el día de Navidad. Por mucho que intente no pensar en ello, miro a Colin y sé... Sé que nuestra relación ya no es lo que era. Se ha terminado. Y cuanto antes rompa con él, antes dejaré de preguntarme por qué sigo aún con él.

    Quedo con Colín después de clase, en la puerta trasera del instituto. Está vestido para el entrenamiento de fútbol. Por desgracia, está con Shane. Shane me apunta con su móvil.

    - ¿Podéis repetir el espectáculo de la otra noche? Puedo capturar el momento para siempre y mandártelo por correo electrónico. Sería un fondo de pantalla genial, o mejor aún, podemos colgarlo en Youtube.

    - Shane, desaparece de una maldita vez o perderé los papeles -dice Colin, y le lanza una mirada asesina hasta que se marcha-. Demz , ¿dónde te metiste anoche? -me pregunta, y al ver que no respondo, añade-: Aunque puedes ahorrarte el esfuerzo. Ya me lo huelo.

    Esto no va a ser nada fácil. Ahora entiendo por qué la gente suele romper por correo electrónico o con mensajes de texto. Hacerlo cara a cara es difícil, porque no te queda más remedio que mirar a la otra persona y ser testigo de su reacción.
    Enfrentarse a su ira. He malgastado tanto tiempo evitando explicaciones y maquillando relaciones con la gente que me rodea, que la confrontación me resulta muy dolorosa.

    - Ambos sabemos que lo nuestro no funciona -digo, con tanto tacto como puedo.
    - Pero, ¿qué estás diciendo? -pregunta Colin, entrecerrando los ojos.
    - Necesitamos un descanso.
    -¿Un descanso o una ruptura?
    - Una ruptura -matizo con suavidad.
    - Esto es por Jonas, ¿verdad?

    - Desde que volviste de vacaciones, nuestra relación solo se basa en el tonteo. Ya no hablamos nunca, y estoy harta de sentirme culpable por no arrancarme la ropa y abrirme de piernas para demostrarte que te quiero.
    - Tú no quieres demostrarme nada.

    Intento mantener un tono de voz bajo para que los otros estudiantes no puedan oírme.
    - ¿Y por qué tendría que hacerlo? El mero hecho de que necesites que te demuestre mi amor es una señal de que lo nuestro no funciona.
    - No lo hagas -dice, echando la cabeza hacia atrás y dejando escapar un suspiro-. Por favor, no lo hagas.

    Encajamos perfectamente en el estereotipo estrella de fútbol-capitana de las animadoras en el que los demás nos han colocado. Hemos sido ese modelo durante años. Ahora, analizarán con lupa nuestra ruptura, y circularán todo tipo de rumores sobre nosotros. Solo de pensarlo hace que se me pongan los pelos de punta. Sin embargo, no puedo seguir fingiendo que todo marcha sobre ruedas. Es una decisión que probablemente me persiga toda la vida. Si mis padres pueden enviar a Shelley a la otra punta del país porque es lo que les conviene, y si Darlene puede ligar con cualquiera que se le acerque porque así se siente mejor, ¿por qué yo no puedo hacer lo que considero más adecuado?

    Apoyo una mano en el hombro de Colin, intentando no mirar directamente a sus ojos vidriosos. Él la aparta.

    - Dime algo -le digo.
    - ¿Qué quieres que diga, Demz, que estoy encantado porque estás rompiendo conmigo? Lo siento, pero no puedo.

    Se enjuga las lágrimas con la palma de las manos. Ese gesto tan sutil hace que también sienta ganas de llorar. Noto cómo se me humedecen los ojos. Es el final de algo que creíamos real, aunque ha acabado siendo otro de los papeles que nos empujaron a representar. Eso es lo que me produce más tristeza. No la ruptura en sí, sino el hecho de que nuestra relación haya seguido adelante tan solo por... mi debilidad.

    - Me acosté con Mia -espeta-. Este verano. Ya sabes, la chica de la foto.
    - Sólo lo dices para hacerme sentir mal.

    - Lo digo porque es verdad. Pregúntale a Shane.
    - Entonces, ¿por qué fingiste que seguíamos siendo la Pareja Dorada?
    - Porque es lo que todos esperan. Incluso tú. No lo niegues.

    Aunque ciertas, sus palabras son dolorosas. Se acabó representar el papel de la chica «perfecta» y vivir según las reglas de los demás, incluso según las que yo misma me he impuesto. Es hora de enfrentarse a la realidad. Lo primero que hago después de hablar con Colin es decirle a la señora Small que necesito tomarme un descanso y que voy a dejar el equipo de animadoras. Tras aquello, siento como si me hubiera quitado un peso de encima. Regreso a casa para pasar algo de tiempo con Shelley y hacer los deberes. Después de cenar, llamo a Isabel Ávila.

    - Debería sorprenderme tu llamada, pero lo cierto es que no es así -me suelta.
    - ¿Cómo ha ido el entrenamiento?

    - No demasiado bien. Darlene no es muy buena capitana, y la señora Small lo sabe. No tendrías que haberlo dejado.

    - No lo he hecho. Solo me he tomado un pequeño descanso. Pero no te he llamado para hablar de las animadoras. Escucha, quiero que sepas que hoy he cortado con Colin.

    - Y me estás contando esto porque...
    Es una buena pregunta, una que, en otras circunstancias, me hubiera negado a contestar.
    - Quería hablar de ello con alguien, y aunque sé que tengo amigas a las que puedo recurrir, me apetecía hacerlo con una persona que después no se dedique a cotillear sobre ello. Mis amigas tienen la lengua muy larga.

    Sierra es la única a la que estoy más unida, pero le mentí acerca de Joe. Y su novio, Doug, es el mejor amigo de Colin.

    - ¿Y cómo sabes que yo no me iré de la lengua? -pregunta Isabel.
    - No lo sé. Pero no me dijiste nada sobre Joe cuando te pregunté, así que supongo que se te da muy bien guardar secretos.
    - Así es. Dispara.

    - No sé por dónde empezar.
    - Pues no tengo todo el día, ¿sabes?
    - He besado a Joe -le suelto.
    - ¿A Joe? ¡Vaya! ¿Y eso fue antes o después de que rompieras con Colin?
    - No fue premeditado -contesto, haciendo una mueca.
    Isabel estalla en carcajadas tan fuertes y ruidosas que tengo que apartar el auricular.

    - ¿Estás segura de que no lo planeaste? -me pregunta en cuanto es capaz de articular palabra.
    - Sucedió sin más. Estábamos en su casa. Su madre llegó, nos interrumpió y nos vio...
    - ¿Qué? ¿Su madre os pilló? ¿En su casa? ¡Venga ya! -exclama Isabel, alucinada.
    - Venga, Isabel. Tómatelo en serio.
    - Sí, lo siento. Carmen va a flipar cuando se entere.
    Me aclaro la garganta.

    - No pienso decírselo -se apresura a añadir Isabel-. Pero la madre de Joe se las trae. Cuando salió con Carmen, Al ex la mantuvo alejada de su mamá. No me malinterpretes, ella adora a sus hijos. Pero es sobre protectora, como todas las madres mexicanas. ¿Te echó a patadas de su casa?

    - No, pero me llamó lagartona, más o menos.
    Más risas al otro lado de la línea.
    - No tuvo ninguna gracia.
    - Lo siento -dice, aún entre risas-. Me hubiera encantado ser una mosca y presenciar la escena.

    - Gracias por la comprensión -respondo irónicamente-. Voy a colgar.
    - ¡No! Siento haberme reído. Es que cuanto más hablamos, más me doy cuenta de que eres una persona completamente distinta de lo que pensaba. Supongo que puedo entender por qué le gustas a Joe.

    - Gracias, creo. ¿Recuerdas cuando te dije que no permitiría que ocurriera nada entre Joe y yo?

    - Sí. Solo para asegurarme de que lo entiendo bien, eso fue antes de que le besaras, ¿verdad? -dice, otra vez entre risitas, antes de añadir-: Estoy de coña, Demi. Si te gusta, ve a por él. Pero ándate con cuidado, porque creo que le gustas más de lo que quiere admitir. Deberías mantenerte alerta.

    - Si ocurre algo entre Joe y yo, no voy a evitar que suceda. Pero no te preocupes, nunca bajo la guardia.

    - Ni yo tampoco. Bueno, excepto la noche que te quedaste a dormir en mi casa. Me acosté con Paco. No puedo decírselo a mis amigas porque me darían la vara.
    - ¿Te gusta?

    - No lo sé. Nunca había pensado en él de esa manera, pero fue genial estar con él. ¿Qué tal el beso con Joe?

    - Bien -digo, pensando al mismo tiempo en lo sensual que me pareció-. En realidad, Isabel, fue más que bien. Fue jodidamente increíble.
   Isabel estalla nuevamente en carcajadas, y esta vez, me uno a ella.

1 comentario:

  1. me estoy muriendo.....ya se estan dando cuenta que se quieren.....

    saludos

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