Pensó que, para Demetria, haber descubierto que estaba embarazada
de un hombre con el cual sólo había pasado una apasionada noche en un país
extranjero, un hombre del que no sabía nada, debía haberle hecho sentir
extremadamente vulnerable y llena de miedo... sobre todo tras la historia que
le había contado de su infiel ex novio.
Él mismo había tenido que luchar
contra los sentimientos de enfado y celos que se habían apoderado de su mente
al pensar que ella había podido estar con otro hombre tras la noche que pasaron
juntos en Milán. Pero en aquel momento se sentía embargado por otro tipo de
sensaciones completamente distintas... aunque decidió no analizarlas demasiado
debido a su tumultuoso pasado.
Sin duda, todavía sentía la
necesidad de protegerse a sí mismo. Pero lo que cada vez tenía más claro era
que Demetria se había convertido en su
responsabilidad y que tenía el deber de cuidarla. ¡Su futuro hijo exigía que
así fuera! Por lo que no sólo iba a insistir en que ella se quedara a vivir con
él mientras estaban en Milán, sino que también pretendía que se casaran y
convertir a Demi en la próxima señora Jonas. ¡Tanto si ella quería como si no!
Joe había dejado a Demi sola para que deshiciera las maletas en el
lujoso dormitorio en el que hacía meses le había hecho el amor por primera vez.
Ella se sintió invadida por los recuerdos de aquella noche y por unos
sentimientos que no sabía cómo controlar. Eran unos sentimientos eróticos, pero
tiernos al mismo tiempo.
Habían concebido a su futuro hijo
en aquella preciosa y enorme cama de matrimonio, cama que tenía un lujoso
cubrecama y unos bonitos cojines de seda.
Contuvo la respiración al
acariciar aquellas fascinantes telas y respiró profundamente. Tenía una cosa
clara y era que se sentía muy aliviada al descubrir que iban a compartir la
misma cama.
Había estado preocupada desde el
susto que se había llevado por la mañana ya que le había parecido que Joe se había distanciado de ella un poco. Le había
dado la sensación de que casi tenía miedo de tocarla. Aunque, al mismo tiempo,
no había dejado de analizarla con la mirada, como si tuviera miedo de que
repentinamente fuera a ponerse enferma o... peor aún... de que fuera a perder
el bebé.
Deseó que le confiara sus miedos
ya que, si lo hiciera, tal vez ella podría disiparlos. Pero, si hablaban,
podrían tener un acercamiento emocional y le dio la impresión de que Joe todavía tenía levantada una barrera en lo que
a sus sentimientos se refería.
Se preguntó qué le habría
ocurrido para que fuera tan precavido. Se planteó que tal vez había habido
alguna mujer en su pasado que lo había abandonado o que le había tratado mal.
Pero si compartían la misma cama, quizá aquella intimidad le daría a ella la
oportunidad de derribar alguno de los muros que Joe
parecía haber construido para proteger su corazón. Sonrió irónicamente para sí
misma ya que le sorprendió mucho pensar en aquellas cosas.
Como consecuencia de lo que le
había ocurrido con su ex novio no hacía mucho tiempo, había jurado que no
volvería a creer en ningún hombre. Pero el saber que iba a tener un hijo con Joe y estar con él de nuevo, estaba cambiando poco
a poco todas sus decisiones anteriores.
Centrándose en el presente, pensó
en lo extraño que era estar de nuevo en aquella magnífica casa... sobre todo en
aquella habitación. El lugar le era familiar, aunque al mismo tiempo le parecía
como el decorado de una película. Sintió como le daba un vuelco el corazón y un
intenso anhelo de estar con Joe se apoderó
de ella. Emitió un pequeño grito ahogado y se acarició la tripa, como para
asegurarle tanto al bebé como a ella misma que todo marcharía bien y que, de
alguna manera, encontrarían la manera de seguir adelante.
Si era lo bastante valiente como
para acercarse a Joe y dejar de sentirse tan
insegura, tal vez éste se atreviera a abrirle su corazón de la manera que ella
deseaba que hiciera.
Estaba segura de que él debía
necesitar amor de la misma manera que lo necesitaba ella. Si algo que había
ocurrido en el pasado de éste le había afectado emocionalmente, quería saberlo.
En varias ocasiones había visto reflejado en sus ojos un inquietante y
perturbador dolor que le había hecho desear abrazarse a él y no soltarlo nunca.
En aquellos momentos se habría olvidado de sus inseguridades y de sus miedos a
ser rechazada para poder consolarlo.
Se abrazó a sí misma y observó
las magníficas obras de arte que había en las paredes, así como los preciosos
muebles que realzaban la bonita elegancia italiana del dormitorio. No pudo
evitar percatarse de que la riqueza y poder de Joe hacían
de la vida de éste una experiencia completamente distinta a la suya. Tal
diferencia hacía florecer en ella un viejo sentimiento de inseguridad, de
sentir que no era lo suficientemente buena.
Pero no podía permitir que aquellos
sentimientos sabotearan la esperanza que había comenzado a albergar en su
corazón de que Joe y ella pudieran tener
juntos un futuro. Se enderezó y apartó de su mente aquella inquietud. Se dijo a
sí misma que si él no quisiera estar con ella, no la habría llevado consigo a
Milán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario