martes, 19 de marzo de 2013

Química Perfecta Capitulo 25




Demi

    El sonido de la profunda respiración de mi hermana junto a mí es lo primero que oigo cuando los primeros rayos de la mañana se cuelan en su habitación. Anoche fui a su cuarto para tumbarme a su lado, y la observé durante horas mientras ella dormía tranquilamente antes de quedarme yo también dormida.

    Cuando era pequeña y estallaba una tormenta salía corriendo a la habitación de mi hermana. No para tranquilizar a Shelley sino para que ella pudiera tranquilizarme a mí. La cogía de la mano, y de algún modo, mis miedos se desvanecían.

    Observo a mi hermana mayor durmiendo profundamente y no logro entender el motivo por el que mis padres quieren llevarla a otro lugar. Shelley forma parte de lo que soy y la idea de vivir sin ella me parece... intolerable. A veces, siento que mi hermana y yo estamos conectadas de un modo que poca gente puede comprender. Incluso cuando mis padres intentan adivinar lo que Shelley quiere decir, o la razón por la que está enfadada, yo suelo saberlo de antemano.
    Por eso me quedé tan hecha polvo cuando me tiró del pelo. Nunca pensé que pudiera hacérmelo a mí.
    Y, no obstante, lo hizo.

    - No permitiré que te alejen de mí -le digo en voz baja-. Siempre te protegeré.
    Me levanto de la cama de Shelley. Es imposible estar a su lado y que no sospeche que estoy triste. De modo que me visto y me marcho de casa antes de que despierte.
    Ayer me confesé a Joe y no fue el fin del mundo. En realidad, me siento mucho mejor después de haberle contado lo de mi hermana. Si lo he logrado con Joe, seguro que puedo intentarlo con Sierra y Darlene.

    Mientras espero sentada en el coche frente a la casa de Sierra, me pongo a divagar sobre mi vida. En estos momentos, nada va bien. Se suponía que el último curso iba a ser un año genial, fácil y divertido. Hasta ahora no ha sido nada de eso. Colin no deja de presionarme, un chico de una banda se ha convertido en algo más que en un compañero de laboratorio y mis padres van a llevarse a mi hermana lejos de Chicago. ¿Qué más puede salir mal?

    Me doy cuenta de que algo se mueve en la ventana de la habitación de Sierra, en el segundo piso. Primero unas piernas, luego un trasero. Ay, madre, Doug Thompson intenta saltar el enrejado.

    Doug debe de haberme visto porque la cabeza de Sierra asoma por la ventana. Me hace gestos indicándome que la espere.

    El pie de Doug aún no ha tocado el enrejado. Sierra lo coge de la mano para ayudarlo a equilibrarse. Al final consigue hacerlo, pero le distraen las flores y acaba cayendo, sacudiendo el cuerpo de un lado a otro. Aunque está bien, observo que antes de salir corriendo le hace un gesto a Sierra para confirmar que no tiene nada roto.

    Me pregunto si Colin sería capaz de trepar enrejados por mí.
    La puerta principal de la casa se abre tres minutos después y Sierra ella aparece en braguitas y camiseta de tirantes.

     Demz, ¿qué estás haciendo aquí? Son las siete de la mañana. ¿No sabes que hoy es el día de formación del profesorado y que no tenemos clase?
    - Lo sé, pero mi vida está fuera de control.

    - Entra y hablamos -dice, abriendo la puerta de mi coche-. Se me está helando el culo aquí fuera. Demonios, ¿por qué durará tan poco el verano en Chicago?
    Al entrar en su casa, me descalzo para no despertar a los padres de Sierra.
    - No te preocupes, se marcharon al gimnasio hace una hora.
    - Entonces, ¿por qué ha salido Doug por la ventana?
    Sierra hace una mueca.

    - Ya sabes, para mantener la emoción de la relación. A los chicos les encanta la aventura.
    Sigo a mi amiga hasta su gigantesca habitación. Está pintada de fucsia y verde manzana, los colores que el decorador de su madre eligió para ella. Me desplomo sobre el sofá mientras Sierra llama a Darlene.

    - Darlene, pásate por mi casa. Demz tiene una crisis.
    Darlene vive solo dos casas más abajo, de modo que aparece en pocos minutos en pijama y zapatillas.

    - Vale, suéltalo ya -dice Sierra cuando estamos las tres juntas.
    De repente, con todas las miradas recayendo sobre mí, no estoy muy segura de que compartir aquello sea una buena idea.
    - En realidad no es nada.
    Darlene se pone recta.

    - Escucha. Demz. Me has sacado de la cama a las siete de la mañana. Suelta el bombazo.
    - Sí -insiste Sierra-. Somos tus amigas. Si no puedes contárnoslo a nosotras, ¿con quién vas a hacerlo?
    Con Joe Jonas, Pero nunca les confesaría eso.
    - ¿Por qué no vemos alguna peli clásica? -sugiere Sierra-. Si Audrey Hepburn no consigue que lo sueltes todo, nada lo hará.
    Darlene suelta un gemido.

    - No puedo creerme que me hayáis despertado por una falsa crisis y para ver películas antiguas. En serio, tenéis que sentarla cabeza. Lo mínimo que podéis hacer es compartir algún cotilleo conmigo, ¿Alguien tiene uno?
    Sierra nos lleva al salón y las tres nos sentamos sobre los cojines del sofá de sus padres.
    - He oído que el martes pillaron a Samantha Jacoby besándose con alguien en el cuarto del vigilante.

    - Pues vaya novedad -dice Darlene, poco impresionada.
    - ¿He mencionado que fue con Chuck, uno de los vigilantes?
    - Eso sí que es un buen cotilleo, Sierra.

    ¿Sucederá lo mismo si comparto mis penas? ¿Acabaré transformándolas en un cotilleo del que todos puedan reírse?

    Después de pasar varias horas en el salón de Sierra, viendo dos películas, comiendo palomitas y helado Ben & Jerry's, me siento mucho mejor. Quizás haya sido por ver a Audrey Hepburn en Sabrina, pero ahora creo que todo es posible. Lo que me hace pensar en...

    - ¿Qué pensáis de Joe Jonas? -les pregunto.
    - ¿A qué te refieres con «qué pensáis»? -dice Sierra, metiéndose una palomita en la boca.
    - No sé -contesto, sin querer darle muchas vueltas a la intensa e innegable atracción que siempre ha existido entre nosotros-. Es mi compañero de laboratorio.
    - ¿Y...? -insiste Sierra, agitando las manos en alto como si no supiera a dónde quiero llegar.

    Cojo el mando del vídeo y detengo la película.
    - Está bueno. Admítelo.
    - Puaj, Demz -dice Darlene, metiéndose los dedos en la boca como si fuera a vomitar.
    - Vale, admito que es mono. Pero nunca saldría con alguien así. Ya sabes, es un pandillero.
    - La mitad del tiempo viene a clase drogado -interviene Darlene.

    - Darlene, me siento justo a su lado, y nunca he notado que venga drogado a clase.
    - ¿Estás de coña, Demz? Joe consume antes de venir al instituto y en el aseo de los tíos cuando sale de la sala de estudios. Y no hablo solo de marihuana. Está metido en cosas más fuertes -dice Darlene como si fuera un hecho.
    - ¿Lo has visto tomar drogas? -le pregunto, desafiante.

    Demz, no tengo que estar en una habitación con él para saber que esnifa o que se chuta. Joe es peligroso. Además, las chicas como nosotras no se codean con los Latino Blood.
    - Sí, lo sé -admito, recostándome sobre los mullidos cojines del sofá.
    - Colin te quiere -suelta Sierra, cambiando de tema.

    Tengo la sensación de que el amor es algo que se aleja bastante de lo que Colin me demostró ayer en la playa, pero ni siquiera me apetece hablar de eso.
    Mi madre ha intentando hablar conmigo tres veces. Primero a través del teléfono móvil, aunque al parecer, no he conseguido eludirla apagándolo, porque ha llamado dos veces a casa de Sierra.

    - Tu madre dice que si no hablas con ella vendrá para acá -me advierte Sierra con el teléfono entre los dedos.

    - Si lo hace, me iré de aquí.
    - Darlene y yo saldremos para dejarte algo de intimidad. No sé de qué va todo esto, pero tienes que hablar con ella -sugiere Sierra pasándome el teléfono.
    Me llevo el auricular al oído.
    - Hola, mamá.

    - Escucha, Demi. Sé que estás enfadada. Anoche tomamos una decisión respecto a Shelley. Sé que esto es muy duro para ti, pero, últimamente, tu hermana se comporta con demasiada agresividad.

    - Mamá, tiene veinte años y se cabrea cuando la gente no la entiende. ¿No crees que es algo normal?

    - El año que viene irás a la universidad. No es justo retener a Shelley en casa por más tiempo. Deja de ser tan egoísta.

    Tengo la culpa de que se lleven a Shelley porque voy a ir a la universidad.
    - Vais a seguir adelante con esto sin tener en cuenta mi opinión, ¿verdad? -le pregunto.
    - Sí. Ya está decidido.

1 comentario:

  1. siguela please..cada vez se pone mas interesante...al menos ya dieron un contarse sus cosas...
    siguelaaaaaaaaaaaaaa

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