domingo, 11 de noviembre de 2012

Sedutoramente Tuya Capitulo 3





Según se iban alejando los espectadores, Demi oyó una sirena que se acercaba. Alzó la mirada hacia la joven que sostenía al bebé. Apenas tendría veinte años. Estaba pálida y miraba a Sam horrorizada.
— ¿Es tuyo? —le preguntó Demi.
—Soy su niñera. Dígame, por favor, ¿está bien? Nunca me lo perdonaría si...
—Está bien —interrumpió Demi, empleando un tono de voz pensado para calmar tanto al niño como a la niñera—. No le pasará nada.
—Estaba sentado en el borde —balbuceó esta—. No quería meterse en el agua, así que le dije que se estuviese quieto mientras yo jugaba con Abbie. Miré un par de veces para asegurarme y estaba bien. Luego miré a Abbie otra vez y lo siguiente que sé es que lo estabas sacando de la piscina. Sam, ¿por qué te has metido en el agua? No sabes nadar.
—Me he resbalado —murmuró el niño contra el cuello de Demi—. Iba a ponerme de pie y me caí.
—Está bien —dijo Demi—. Nadie te está echando la culpa.
Dos paramédicos entraron en la piscina a toda prisa. Tuvieron que agarrar a Sam de los brazos para que soltara el cuello de Demi. Al parecer, era tan tímido con los desconocidos, que se negó a responder a los paramédicos cuando estos trataron de hablar con él, y se puso a llorar cuando le dijeron que iban a llevarlo a que lo examinaran. - —Ven conmigo —le pidió a Demi.
—Tu niñera y tu hermanita te acompañarán, Sam —contestó ella, sorprendida por aquel ruego, al tiempo que le acariciaba el pelo.
—Voy a llamar a tu papá para que venga al hospital -f-le prometió la niñera—. Llegará en seguida.
— ¿Mi papá estará allí? —preguntó el niño, menos asustado.
—En cuanto lo llame —la niñera no parecía tener la menor duda al respecto.
—Sam —dijo la pequeña Abbie, agitando los bracitos alegremente hacia su hermano.
Sam dejó que se lo llevaran, aunque miró apenado hacia Demi, la cual se pasó los dedos sobre el pelo, corto y aún mojado, mientras los miraba marchar. El socorrista le sonrió tímidamente:
—No sabe cómo me alegro de que estuviera aquí, señorita.
—Pero haz el favor de estar atento a tu trabajo de ahora en adelante —contestó Demi.
— ¡Sí! —afirmó el socorrista con ardor, y corrió de vuelta a su puesto.
Las adolescentes se habían agrupado de nuevo en el otro extremo. Las tres mujeres que habían estado sentadas junto a la parte de la piscina poco profunda estaban recogiendo sus cosas, listas para irse a cenar. Susan, que se había mantenido al margen mientras había durado la intervención de Demi, le puso una mano sobre el hombro:
— ¿Estás bien?
—Sí...
—Has estado increíble, Demi. Te has movido rapidísimo. Si no hubieras estado...
—Tuve la suerte de darme cuenta —dijo Demi—. Deformación profesional de ex socorrista.
—Al menos a ti sí te sirvió tu formación de primeros auxilios — Susan miró hacia el socorrista, que estaba en su puesto vigilando concentrado la casi vacía piscina—. Con toda la gente que había, seguro que se correrá la voz. Seguro que se llevará una buena reprimenda por lo que ha estado a punto de pasar.
Demi recordó la mirada espantada del joven.
—Creo que ha aprendido la lección.
—Toma —Susan le entregó las gafas de sol.
—Gracias —repuso Demi, acomodándoselas sobre la nariz.
— ¡Y pensar que había bajado para relajarme unos minutos! —Susan suspiró. ¿Cómo iba a imaginar que venir a la piscina podía ser tan emocionante?
—La verdad, creo que podría haberme ahorrado la emoción —murmuró Demi, segura de que el recuerdo de Sam en el fondo de la piscina la perseguiría en una temporada.
—Lo que has hecho ha sido fantástico — insistió Susan—. Puede que lo hubiera localizado alguien a tiempo, pero no hay garantía. Y gracias a tu rápida intervención, es probable que no tenga secuelas graves.
—Me alegro de haber podido ayudar — dijo Demi, violenta por los halagos de su amiga, mientras echaban a andar hacia la salida.
—Seguro que Joseph Jonas se alegrará mucho más.
Estuvo a punto de tropezarse.
— ¿Qué pinta Joseph Jonas en todo esto?
— ¿No lo sabías? —Susan alzó las cejas—. Es el padre de Sam.
—No —Demi giró la cara para ocultar su expresión—. No lo sabía.
El padre de Sam. El incidente cobraba un significado totalmente distinto de repente.
Pues de haberse hecho realidad las fantasías de Demi, ella habría sido la madre de sus hijos.
— ¿Seguro que está bien? ¿No tengo que preocuparme de nada más? — Joseph  no parecía capaz de soltar a su hijo, que llevaba veinte minutos colgado a su cuello.
—Está perfectamente, señor Jonas — el médico sonrió—. Le entró muy poca agua y parece que no perdió la consciencia en ningún momento. Según la niñera, estuvo muy poco tiempo bajo el agua. Estaba más asustado que otra cosa. Simplemente, esté atento a posibles repercusiones emocionales. Quizá debiera apuntarlo a clases de natación, para evitar que desarrolle una fobia permanente al agua.
—Gracias, lo tendré en cuenta.
La mera mención de las lecciones de natación había bastado para que Sam volviera a ocultar el rostro. Nunca le había gustado el agua, y no confiaba en los desconocidos lo suficiente como para seguir sus instrucciones... algo que Joseph esperaba que cambiase cuando empezara a ir al colegio.
Becky Rhodes, la niñera que Joseph había contratado hacía solo un mes, estaba sentada en la sala de espera con Abbie, que se había dormido en su regazo. Miró hacia Joseph con ansiedad cuando este salió de la consulta del médico con Sam.
— ¿Está bien?
—Sí —contestó él con brevedad, resistiendo el impulso de añadir que no gracias a ella.
—No sabe cómo me alegro —Becky suspiró aliviada—. Lo siento muchísimo, señor Jonas. Estaba ocupada con Abbie y Sam se resbaló. No me di cuenta.
—Gracias a Dios que el socorrista lo vio —Joseph abrazó a Sam instintivamente.
—No fue el socorrista. Estaba demasiado ocupado coqueteando con un puñado de chicas. Si esa mujer no hubiera aparecido...
Joseph había ido corriendo al hospital y aún no había tenido ocasión de enterarse de los detalles.
— ¿Qué mujer?
—La nueva profesora de teatro del instituto. Ya sabes, la pelirroja que tiene tantos pendientes y una ropa tan moderna. Demi Lovato, creo que se llama.
—Demi Lovato —repitió Joseph, el cual recordó a una jovencita que lo había hecho desear ser salvaje y atrevido por primera vez en su vida—. ¿Demi Lovato le ha salvado la vida a mi hijo?
—Sí.
Joseph enmascaró sus sentimientos y avanzó hacia la salida.
—Te llevo a casa. ¿Puedes con Abbie?
—Por supuesto —Becky apoyó la cabeza de la niña sobre un hombro.
Joseph levantó la bolsa de los pañales y salió del hospital, pensando que tenía que ocuparse de varias cosas esa tarde... y sabedor de que ninguna sería fácil.
La última vez que había hablado con Demi le había dicho sin rodeos que sus planas de futuro no la incluían. Apretó a Sam contra el pecho y sintió una mezcla de gratitud y desmayo porque Demi hubiera reaparecido en su vida en aquel momento.

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