martes, 27 de noviembre de 2012

Amor Desesperado Capitulo 20





Nick vio la alarma en los ojos de Miley y se levantó rápidamente para ponerse ante ella. Parecía que iba a echar a correr y no quería que se marchara. Si creyera en la magia diría que él y Miley habían hecho magia una y otra vez durante la noche.
—Estuviste increíble —dijo, y la vio tragar saliva.
—No, no es cierto —replicó con voz temblorosa—. No estuve increíble. Sólo estuve… estuviste… —respiró profundamente—. Simplemente estábamos algo excitados.
—«Algo excitados» —repitió él, sin poder contener una risa—. Miley, eso es como comparar una bomba de neutrones con una bengala.
—De acuerdo, estábamos muy excitados —dijo, tapándose un poco más con la sábana—. Pero eso no significa que debamos volver a excitarnos.
— ¿De verdad crees que una noche es suficiente para apagar lo que hay entre nosotros?
—Sí.
—Me gano la vida leyendo a la gente, cariño, y estás mintiendo —protestó Nick, acercándose.

—Creo que no debemos volver a hacerlo —Miley dio dos pasos hacia atrás.
—No podemos dar marcha atrás después de anoche.
—Sí podemos. Volveré a la habitación de invitados —dijo ella, y arrastrando la sábana salió del dormitorio. Nick la siguió.
—Miley, esto es una locura. Nosotros…
— ¡Estoy de acuerdo! Es una locura y se tiene que acabar —entró en la habitación y utilizó la puerta como parapeto. Se asomó por el umbral—. Estuviste maravilloso, demasiado maravilloso —dijo, con los ojos llenos de lágrimas.

Nick notó la emoción que vibraba en su voz y se le encogió el corazón.
—Tú no quieres enredarte conmigo. Yo no quiero enredarme contigo. Tú no me amas y yo no re amo —dijo ella—. Te dije que había desenchufado mi corazón y mis hormonas femeninas —se mordió el labio tembloroso—. Deja en paz mis enchufes.
Él los dejó en paz.
Miley se decía a sí misma que era un alivio. Necesitaba volver a concentrarse, fortificar su ánimo y dedicarse a sus estudios. Mientras Nick pasaba horas preparando sus casos, ella estudiaba para los exámenes finales. Sin embargo, tarde por la noche, tenía que esforzarse para olvidar lo bien que se había sentido en sus brazos. No podía evitar la sensación de que eran perfectos para ella.

Tras pasar casi todo el miércoles encerrada en la habitación estudiando, bajó a prepararse una taza de té en la cocina. Nick irrumpió por la puerta, destrozando por completo el efecto calmante de sus primeros sorbos.
—Gané —dijo, con una inmensa y contagiosa sonrisa. Rodeó sus zapatos, en la puerta como siempre, y continuó hasta la cocina.

—¡Enhorabuena! —exclamó Miley, sintiendo una oleada de placer ante su obvia satisfacción. Dudo unos segundos, pero le pareció incorrecto no darle un abrazo. En cuanto lo rodeó con sus brazos noto la llama que ardía entre ellos y se apartó. Se acerco a la mesa y agarró la taza de té—. No estás sorprendido ¿verdad?
Nick sostuvo su mirada un momento, mirándola como si conociera todos sus secretos, como si supiera que todas las noches se dormía pensando en él. Miley bajó la mirada hacia la taza.

—Sabía que iba a ganar. Simplemente tardé más de lo que esperaba. Tres años —explicó, aflojándose la corbata y dirigiéndose a la nevera. Sacó una lata de cerveza y la abrió.
—Tres años —exclamó Miley—. Creí que eras famoso por tu rapidez.
—Lo soy, y tres años no está mal. En circunstancias normales, podrían haber sido cinco. Era un caso difícil. La cifra de compensación tiene muchos ceros.
—Cinco años —repitió Miley, e hizo una mueca—. Dios mío, eso es más de lo que tardaré en licenciarme. No sé cómo lo soportas.

—Llevo varios casos a la vez, y mantengo la vista en la meta —dio un trago de cerveza y la miró especulativamente—. A veces, cuando cruzo la meta, lo celebro con una cena. ¿Te apuntas?
Su suave mirada retadora la hizo estremecerse. Quería ir. No, no era cierto se corrigió.
—Yo…, no puedo —dijo—. De verdad que no puedo —añadió, al ver su mirada escéptica—. Tengo un final de civilización occidental mañana.
—¿Te ayudo a repasar? —ofreció él, ladeando la cabeza.

—Si quieres —murmuró.
—Sí —dijo—. Para empezar, ¿cuándo y dónde se desarrollaron las primeras civilizaciones europeas?
Miley parpadeó. ¿Cómo había conseguido dar un salto tan radical? Se aclaró la garganta.
—En Creta y en otras islas del mar Egeo, alrededor del 3000 a.C.
—El concepto de democracia se extendió…

—Entre el 400 y el 300 a.C. en Grecia —replicó ella sintiendo una corriente de adrenalina que la recorría—. ¿Qué estás…?
—Pero entonces un tipo de Macedonia se hizo con el poder —dijo Nick.

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