—Eso parece.
— ¿Me cuidarás?
—Encantada le aseguró Demi.
—Está claro que le gustas terció
Bobbie. Suele ser muy tímido con los desconocidos.
—Sam y yo somos amigos, ¿verdad,
Sammy?
Este asintió y Demi sintió la satisfacción de verlo esbozar una
sonrisa. Quizá lograra oírlo reír antes de que la cena terminase.
— ¡Muu! exclamó Abbie alegremente,
para que no se olvidaran de ella mucho tiempo.
Bobbie empujó el carrito y le pidió
a Sam que la siguiera a las cajas. Lo cual hizo, pero sin dejar de mirar hacia
atrás en dirección a Demi
—Un chico extraño murmuró esta.
Claro que los Jonas siempre habían sido una
familia muy particular...
Esperaba que Bobbie le abriera la
puerta, razón por la cual la sorprendió encontrarse frente a Joseph. Se repuso en seguida y le lanzó una
sonrisa de difícil interpretación:
—Hola, guapetón.
Siempre le había gustado ponerlo
nervioso, lo cual explicaba por qué intentaba hacerlo tanto como fuera posible.
Era una buena manera de impedir que Joseph se
diera cuenta de lo nerviosa que él la ponía a ella.
Había estado perdidamente enamorada
de él durante la adolescencia; enamoramiento que le habría gustado que Joseph compartiese. No le había ocultado que se
sentía atraída hacia él. Al contrario, había hecho todo lo posible por llamar
su atención. Y la noche anterior a la graduación, Joseph
había acabado con sus sueños al decirle que no volvería a verla. Porque
eran demasiado diferentes y no tenía sentido perseverar en una relación que no
podía ir a ninguna parte. Joseph se había
marchado de Honoria después de graduarse y, terminada la carrera de Derecho, se
había establecido en Washington y se había casado con una mujer de familia
aristocrática.
Lo cierto era que no sabía con precisión lo que sentía
por él en esos momentos, aunque notara un revoloteo en el estómago bajo esa
mirada tan seria y penetrante.
Las cosas habían cambiado mucho
desde la última vez que se habían visto. Los tres años de diferencia ya no suponían
una barrera importante y las dispares profesiones que habían elegido los habían
devuelto al mismo sitio.
Buenas noches, Demi respondió él con formalidad. Pasa, .por
favor. Mi madre está en la cocina terminando de preparar la cena, pero en
seguida saldrá.
Demi
entró, elevando de más la falda de su corto vestido... solo por si Joseph le estaba mirando las piernas. Oyó varias
voces en el salón.
—Tu madre ha sido muy amable
invitándome a cenar le dijo Demi antes de
entrar.
— ¿Estás de broma? Eres la heroína
de la familia. Mi madre te habría preparado un desfile en tu honor, pero se ha
conformado con una cena de celebración.
—Intenté decirle que no hacía falta
darle tanta importancia a esto. De verdad, no hice nada tan espectacular.
—Salvaste a mi hijo dijo Joseph con suavidad. Si mi madre hubiera insistido
en lo del desfile, la habría apoyado encantado.
De haber sido propensa a
ruborizarse, se habría puesto roja como un tomate. No siendo el caso, echó mano
de su sentido del humor para responder:
— ¿Y habrías dirigido la orquesta?
Seguro que habrías estado monísimo con un uniforme y un tambor.
—Por muy agradecido que esté, hay
ciertos límites.
Demi rió,
satisfecha por haber provocado una reacción más natural de Joseph. No le apetecía nada que se pasaran la noche
tratándola como si fuera una heroína. Y menos Joseph.
Así que tendría que hacer lo
posible por lograr que la mirara de otra forma, decidió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario