martes, 6 de noviembre de 2012

Durmiendo Con su Rival Capitulo 22




Cuando Demi se despertó a la mañana si­guiente, abrió los ojos y vio a Joe tendido a su lado en la cama, con un brazo sobre la almohada y otro alrededor de su cintura. Tenía la sábana enre­dada entre las piernas, y la colcha descansaba a los pies de la cama.
Demi trató de moverse, pero Joe la apretó con más fuerza.
-¿Adonde vas? —le preguntó con voz adormi­lada.
-Es hora de arreglarse para ir al trabajo.
-Yo no -respondió Joe-. No tengo ninguna reunión hasta la tarde.
-Qué suerte.
Demi lo besó en la boca, recordando cómo ha­bían hecho el amor la noche anterior. Dulce y len­tamente.
-¿No podrías dejar de ir hoy a trabajar y que­darte un ratito conmigo? -preguntó Joe con voz mimosa acariciándole un mechón de cabello.
-Ojalá pudiera, pero esta mañana tengo mucho lío.
Su hermano había convocado una reunión de directivos, y ella tenía que estar allí.
-¿Intentarás regresar pronto a casa?
-Sí. Volveré sobre las cuatro.

-Qué bien -dijo Joe hundiéndose más en la almohada y cerrando los ojos.
Demi estudió con detenimiento sus facciones: Aquellos pómulos sobresalientes, la mandíbula deci­dida, el arco de sus cejas... Que el cielo la ayudara, pero ella quería permanecer a su lado. Y tenía que decirle lo que pensaba. Tenía que arriesgarse.
-Joe...
-¿Sí? -murmuró él abriendo los ojos. -¿Considerarías alguna vez la posibilidad de ca­sarte con una mujer que trabajara? -preguntó tras soltar todo el aire que tenía retenido en los pul­mones-. Quiero decir, ¿crees que podrías llegar a cambiar de opinión sobre ese asunto?
En lugar de contestar, Joe cambió las tornas, poniéndola a ella en un compromiso.
-¿Considerarías alguna vez la posibilidad de de­jar tu trabajo por un hombre?
Demi ya se había planteado esa pregunta en su cabeza, y decidió contestar con sinceridad.
-No. Mi posición en Lovato es parte de lo que yo soy.
-¿Aunque te haya producido una úlcera? -pre­guntó Joe tras aclararse la garganta.
-No puedo evitar ser una persona nerviosa.

-¿Trabajas allí por ti o por tu familia?
-Por los dos. ¿Y qué me dices de ti? —Contraa­tacó Demi—. ¿Por qué trabajas para la empresa de tu padre?
-Por él y por mí. Me gusta mucho lo que hago, pero también soy leal a mi familia.
Demi descubrió de pronto el dolor en sus ojos, la certeza de que la lealtad familiar de Demi se ha­bía puesto en peligro por lo que su madre había hecho.
Ella estiró la mano y le acarició la mejilla, deseando poder hacer algo para calmar su dolor. Y cuando Joe la tomó de la mano, Demi deseó tam­bién ser capaz de aplacar su propio dolor.
-Tengo que arreglarme -dijo ella.
-Lo sé.
Joe la besó en la palma de la mano y la dejó marchar.
Dos horas más tarde, Demi entró por la puerta de la sede principal de Helados Lovato. Las ca­ricias de Joe seguían presentes en su mente, pero Demi hizo todo lo posible por encarar el día sin mirar atrás, sin imaginárselo desnudo y solo en aquella cama enorme.
Tras ponerse al día con su secretaria, Demi se di­rigió al despacho de Nicholas. Su hermano estaba sentado detrás de su escritorio con expresión preocupada.
-¿Ocurre algo? -preguntó ella.
-Lo discutiremos cuando llegue papá.

-¿Y los demás miembros de la junta?
-Esta es una reunión personal, Demi. Es entre papá, tú y yo —respondió Nicholas poniéndose en pie y estirando los hombros-. ¿Quieres un café?
-No, gracias -respondió ella pensando en su úl­cera-. ¿Cuándo se supone que llegará papá?
-En cualquier momento.
Cario Lovato hizo su aparición exactamente tres minutos más tarde. Llevaba un traje oscuro y tenía el ceño fruncido. Aunque no era muy alto, era un hombre de constitución poderosa que des­bordaba orgullo al caminar.

Nicholas se sentó en el borde del escritorio, y Cario le hizo a Demi un gesto para que se sentara. Su padre, con aquella voz tan grave y su seriedad, siempre se las arreglaba para intimidarla.
Tal y como le habían indicado, Demi se sentó y esperó a que comenzara el baile. Estaba claro que había hecho algo que disgustaba a su padre. Miró a Nicholas, pero su hermano no le ofreció nin­guna señal de ánimo fraternal. Al parecer, estaba sola ante el peligro.
-Me he enterado de que te has ido a vivir con Joe Jonas -dijo su padre—. Pero sólo durante esta semana. ¿Qué clase de absurdo acuerdo es ese?

-¿Esta reunión es sobre Joe? -preguntó Demi mirándolos fijamente, sorprendida.
-No. Es sobre ti, Demi. Quiero saber qué está ocurriendo entre ese hombre y tú.
-Joe y yo estamos trabajando juntos -se defen­dió ella-. Hemos hecho un montaje para entrete­ner a la prensa, para que dejaran de arrojar basura sobre la imagen de Lovato.
-¿Y qué me dices de tu imagen? —Replicó Cario-. Tu hermano y yo no deberíamos haber confiado nunca en ese asesor. Es demasiado hollywoodiense.
-¿Demasiado hollywoodiense? Es un empresa­rio de Boston, papá, y muy reputado.
-Este escándalo se ha salido por completo de madre -intervino Nicholas.
-Y te ha pillado a ti en el medio -añadió Cario.

Demi tenía emociones encontradas. Su padre y su hermano habían convocado aquella reunión para defender su honor, para apoyarla. Aquello era lo último que hubiera esperado.
-Agradezco lo que estáis intentando hacer los dos. Pero el escándalo está a punto de terminar -aseguró levantándose y mirando a su padre-. Y puedo arreglármelas el tiempo que queda.
-¿Estás segura? -insistió Cario abriendo los bra­zos para estrecharla contra sí.
Demi se refugió en el pecho de su padre. Cielos, cuánto necesitaba sus brazos poderosos. Su fuerza. Su preocupación por ella.
Entonces dio un paso atrás para mirarlo mejor, para observar su pelo corto y oscuro, sus sienes plateadas y las líneas de expresión de sus ojos.
-¿Tú crees que soy buena en mi trabajo?

-Claro que lo creo. Trabajas más que nadie, casi siempre demasiado.
-¿Estás de acuerdo? -preguntó Demi mirando a su hermano.
Nicholas asintió con la cabeza.
-Metimos a Joe en esto para que no tuvieras que enfrentarte tú sola a la prensa. Y ahora estáis metidos los dos.
-Sí, pero eso es cosa mía.
-Ten cuidado -dijo su padre acariciándole la cara-. No quiero que lo pases mal.
«Demasiado tarde», pensó Demi.
Porque ya estaba sufriendo.
—Estaré bien, papá. Te lo prometo. Estaré bien.
Un poco más tarde, Demi había llegado a la conclusión de que no podía seguir lamentándose por perder a Joe. En su lugar, aprovecharía cada momento que les quedaba.

Decidida a preparar una cena casera para el hombre que amaba, se detuvo en el mercado para comprar algunas cosas. Después, cuando se dirigía al coche cargada de bolsas, vio a María y a un hom­bre de pelo oscuro en una esquina cercana a la he­ladería Lovato, el local que regentaba su her­mana.
Y entonces, Demi parpadeó un par de veces. Aquel hombre era Steve Conti. El traidor de los traidores. En opinión de Demi, su familia era la responsable de los problemas de Lovato. Es­taba segura de que ellos habían saboteado la promoción de la fruta de la pasión arrojando pi­mienta sobre el helado. La tía abuela de Steve fue la mujer que lanzó la maldición de San Valentín sobre la familia Lovato.
Demi observó el lenguaje corporal de Steve, el modo en que se inclinaba sobre su hermana. ¿Se sentiría atraído por María?

Luego miró a su hermana pequeña, que son­reía a aquel malvado Conti.
¿Qué demonios estaba ocurriendo allí? ¿Se ha­brían encontrado por casualidad en la calle, o an­darían metidos en lo que no deberían?
Demi abrió el coche y metió las bolsas en el asiento del copiloto. ¿Estaría María viviendo una aventura secreta con Steve? Después de todo, su hermana llevaba un tiempo muy escurridiza, desa­pareciendo sin dar ninguna explicación.
Steve y María se fueron cada uno por su lado, y su hermana se encaminó hacia la heladería. Demi sacudió la cabeza. El hecho de que ella tuviera una aventura no significaba que María tuviera que es­tar haciendo lo mismo.
Y, sin embargo, Demi sabía demasiado bien lo fácil que le resultaba a una mujer fuerte y bien preparada enamorarse del hombre incorrecto.

Treinta minutos más tarde, Demi regresó a casa de Joe y lo encontró en la cocina. Se quedó mi­rándolo un instante, pensando en lo guapo que era. Llevaba puesta una camisa blanca, pantalones grises y un par de mocasines negros. Se había qui­tado la chaqueta y la corbata, que descansaban so­bre una silla.
-Vaya, has ido de compras -dijo Joe al verla.
-Voy a preparar una cena italiana -contestó ella dejando las bolsas sobre la mesa.
Él soltó una carcajada y abrió la nevera.
-Yo he comprado solomillos -dijo mostrándole la carne-. Iba a cocinar para ti esta noche. Incluso he comprado flores y velas.
-¿De veras? -comentó Demi sorprendida-. He­mos tenido la misma idea.
Sintió deseos de abrazarlo por haber pensado en ella, por planear una cena romántica.
-¿Tú qué has comprado? -preguntó Joe curio­seando en sus bolsas—. Esto tiene muy buena pinta. ¿Qué te parece si combinamos nuestras comidas? La pasta y la carne van bien juntas, ¿no?
-Sí.
Demi se rindió a la necesidad de abrazarlo. Puso la cabeza en su hombro y Joe le acarició suave­mente la espalda.
-¿Estás bien, Demi?
Ella asintió con la cabeza, aunque le dolía el co­razón.
-¿Y tú?
-Sí, estoy perfectamente.
Joe colocó suavemente la barbilla sobre la cabeza de Demi, pensando que no estaba bien en ab­soluto. Cada día que pasaba estaba más cerca del fin, más cerca de perderla.
-¿Hacemos la cena? —sugirió Demi.

-Claro -respondió él soltándola y dando un paso atrás.
Demi parecía cansada y algo hundida, y Joe se preguntó si habría tenido un día duro.
Ella se quitó los zapatos y se movió por la co­cina en medias. Joe se apoyó sobre la encimera y la observó.
Su Demi. Su dulce, salvaje y pulcra Demi. Se­guía confundiéndolo, pero Joe no le encon­traba sentido a analizar su relación. Cuando ella se hubiera marchado, contendría sus sentimien­tos. Esperaba que entonces el miedo desapare­ciera y él dejaría de obsesionarse por ella. Su vida, la vida tal y como él la conocía, volvería a ser normal. Todo lo normal que podía ser la vida de un hombre que tratara de arrancarse a una mujer del corazón.

-Si te parece, yo haré la ensalada -dijo Demi, arrancándolo de sus pensamientos.
Comenzaron a preparar la cena en silencio, codo con codo. Finalmente, Joe sacó el tema de la fiesta.
-Les he dicho a mis padres que simularemos una pelea.
-¿Y qué les ha parecido? —preguntó ella girán­dose para mirarlo.
-No les importa. Siempre suele haber alguien que se emborracha y monta una escena. Supongo que el tema de los años veinte despierta en la gente ese tipo de comportamiento.
-Yo todavía no tengo vestido -comentó Demi-. Pero tengo pensando ir mañana de compras.
-¿Quieres que te acompañe?
-Puedo encontrar algo yo sola -respondió ella negando con la cabeza.
-No estaba tratando de controlar tu vestuario -se defendió Joe frunciendo el ceño-. Sólo te es­taba ofreciendo mi compañía, Demi.
-Lo sé. Pero creo que me resultará más fácil si voy sola -insistió ella cortando unos tomates-. ¿Dónde están las flores y las velas?

-En la mesa del comedor -respondió Joe ade­rezando la carne—. Las velas son aromáticas.
Demi le dedicó una sonrisa dulce, y Joe tuvo la impresión de que ella estaba tratando de sacar el mejor partido posible del tiempo que les quedaba.
-No sabía que fueras tan romántico, Joe.
-Y no lo soy -bromeó él-. Lo hago todo por sexo.
-¿De verdad? -respondió Demi con una carca­jada-. Yo también.
-Entonces, hacemos una buena pareja, ¿no le parece, señora?
-Sí, creo que sí.

Joe exhaló un suspiro, y se repitió para sí que le iría bien sin ella. Ya ella sin él. Sólo habían pa­sado dos semanas y media juntos, lo que no signifi­caba nada dentro de una vida.
Pero mientras se concentraba en terminar la ensalada para la cena que habían planeado, el día de la fiesta se le apareció en la mente como una oscura premonición.
Como si fuera una nube molesta preparándose para una lluvia helada.

2 comentarios:

  1. vaneeeeeeee
    ace ufzz qe no te comento amiga
    pero tu sabees qe me encanta amo y nunca dejo de leer tus noves
    y en especial esta me encanta :D
    sigelaa por fis

    subeee pronto porfis C=
    y si puedes una marathon porfavor !!
    amo la nove ♥.♥

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    1. holaaaaaaa como estas tiempo sin saber de ti bueno no creo que valla hacer maraton por ya pronto se acaba entonces voy a subir de uno o dos capitulo y no hay problema si no comentas espero que tu subas pronto saludosssss

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