— ¿Quién encontró el cuerpo?
La pregunta, seca y directa,
interrumpió los caóticos pensamientos de Demi, que aguardaba junto al solario
en compañía de los Pierce. Levantó la vista, convencida de ver a alguno de los
agentes uniformados que habían llegado a la escena minutos después de que
William Pierce hubiera avisado a la policía o incluso al propio jefe de
policía. Sin embargo su mirada se cruzó con la de Joe Jonas.
Su corazón casi dejó de
latir en ese instante.
No había estado tan cerca de
él desde que había regresado a Moriah's Landing algunos meses antes. Demi creía
que había logrado, de una vez por todas, dominar sus sentimientos hacia él.
Pero entonces él había hecho algo inimaginable e inesperado. Se había
convertido en un ciudadano respetable.
Demi era nuevamente presa de
la confusión. Dirigió a Joe una mirada indefensa.
Su pelo, negro y corto,
brillaba a causa de la lluvia. Y sus ojos, grises como un cielo de invierno, reflejaban
serenidad. No era excesivamente alto, alrededor de metro ochenta, pero se movía
con una confianza y altivez que siempre lo habían hecho parecer más alto.
Vestía de oscuro, con vaqueros negros, un jersey negro de cuello de pico y un
abrigo largo y pesado. Demi no podía apartar los ojos de él. Era muy apuesto.
Y había una joven mujer
muerta.
Demi no podía olvidar la
razón por la que Joe estaba allí. Trató de convencerse a sí misma de que su
reacción ante su presencia se debía a su estado de conmoción, no tan solo por
el hecho de haber encontrado el cadáver sino por la identidad de la víctima. Y
había sido una verdadera conmoción.
Después de encender la luz
del solario había reconocido casi de inmediato el rostro pálido, el pelo lacio
y oscuro. Los rasgos delicados y cautivadores incluso tras la muerte. Y tras el
reconocimiento habían empezado los temblores y los escalofríos. Había comenzado
a temblar violentamente y no había sido capaz de controlarse. Alguien había ido
a buscar su chal de terciopelo y ahora se aferraba a él como a una cuerda de
salvamento. Abrió la boca para responder a Joe, pero le castañeteaban los
dientes de tal modo que fue incapaz de articular palabra. William acudió en su
ayuda.
—Demi encontró a la pobre
chica —indicó—. Como usted comprenderá, ha sido muy traumático para todos
nosotros.
Cuando Demi había informado
a William y Drew de su espantoso hallazgo, habían procurado abandonar el baile
de un modo discreto para no levantar sospechas ni alarmar a sus invitados.
Afortunadamente el alcalde Thane ya se había marchado. De lo contrario se
habría involucrado en el asunto para conseguir la máxima publicidad para su
campaña y, del mismo modo, generar tanta mala prensa como le fuera posible para
su rival. Pero no habían podido evitar que Zachary, el hermano menor de Drew,
los siguiera hasta el solario al contemplar la expresión amarga de su padre. Y
que algunos minutos después apareciera Geoffrey Pierce, el hermano de William.
Con la policía en el lugar, la noticia no tardaría en extenderse entre los
invitados, si no lo había hecho en ese momento.
William dio un paso al
frente y tendió la mano a Joe.
—Por cierto, me llamo
William Pierce.
—Sí, sé quién es usted
—admitió Cullen sin mayor énfasis y le dio la mano—.Yo soy el detective Jonas.
— ¿Dónde está el Jefe
Redfern? —Preguntó William—. ¿No debería estar aquí?
—Está fuera de la ciudad,
pero lo han informado. Las carreteras de acceso están cortadas a causa de la
tormenta. Quizá tarde varias horas en llegar.
— ¿Tendremos que esperar a
que llegue? —dijo con el ceño fruncido.
—Me temo que no podemos
esperar —dijo Joe—. El deterioro del cuerpo podría arruinar posibles huellas
del ADN. Tendremos que tomar muestras de los tejidos tan pronto como llegue el
Doctor Vogel.
—¿Y qué ocurre con la policía
del Estado?
—Esta es nuestra
jurisdicción.
—Entiendo —asintió William,
que no parecía muy convencido—.Todo eso suena muy bien, pero llevas muy poco
tiempo en el cuerpo. ¿Estás seguro de que tienes la experiencia necesaria para
un caso como este?
La irritación asomó en la
expresión seria del detective.
—Agradezco su preocupación,
señor Pierce, pero le aseguro que estoy preparado.
—Sí, bueno, lamento ser tan
franco —aseguró el anfitrión—. Pero parece usted demasiado joven para ser
detective.
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