lunes, 5 de noviembre de 2012

Caperucita Y El Lobo capitulo 17




Rick miró a Demi, con la intención renovada—. ¿Es cierto lo que dicen de las
pelirrojas? —Él pasó junto a su hombro, apoyándose y susurrándole en su oído,
pero Joseph lo podía oír suficientemente fuerte—. ¿Usted es una fiera salvaje y
perversa?

Las manos de Joseph se formaron en puños. Rick era sólo un niño, un joven para los
estándares de hombre lobo. Se dijo así mismo. No acababa de entender el
peligro, el instinto que sus acciones habían disparado en Joseph. Pero la batalla
entre el intelecto y las demandas principales vacilaba. Las uñas de Joseph se
hundieron en las palma de sus mano, un gruñido retumbó en su pecho.
Demi sostuvo su expresión, tranquilamente indiferente, y deslizó sus ojos para
verlo. Ella capturó su mirada—. ¿Tú besas a tu madre con esa boca?
Rick fingió una carcajada—. ¿Por qué no le preguntas? Ella está sentada justo allí.
Demi miro a las tres mujeres. Joseph sabía que ninguna de ellas parecía lo
suficientemente mayor para ser la madre de Rick. Lynn cortésmente levantó una
mano, moviendo los dedos, y los ojos de Demi se extendieron, con la boca
abierta—. Eso no es... no es posible.

Había olvidado lo impactante que su familia parecía para los seres humanos.
—No le hagas caso, Demi. Mi sobrino le gusta bromear. Es un poco inseguro y
piensa irritar a su tío para que le de lo que quiere. —Joseph se lanzó hacia Rick con
una mirada fulminante—. Estás equivocado.
Rick echó atrás la cabeza, soltando una risa—. ¿Tú crees? Por lo menos estoy
dispuesto a hacer lo que hay que hacer para proteger a esta manada. Ella es la
nieta de Ester. Ella ya sabe, o lo haría si le creyera. ¿Qué más quieres? Si no la vas
a morder y hacerla tú compañera alfa, yo lo haré. No puedes esperar que vas a
quedarte solo y conducir esta manada.
—¡Morder! ¿Muerdes a las personas? —Demi abrió demasiado los ojos a Lynn—.
Tú mordiste aquel hombre, ¿No? Pensé que... pensé que era uno de los lobos.
Pero fuiste tú.

Joseph miró a Demi a Lynn y viceversa—. ¿De qué estás hablando? ¿Qué has
visto? ¿Qué hombre?
—Nada. —Respondió Rick por ella. —Ella no ve nada. Ambos están tratando de
retrasar lo inevitable. —Tomó el brazo de Demi.
Joseph no sabía lo que quería hacer. No importaba. Su primer reflejo tomó
asimiento como el cierre de una cuerda demasiado estirada. El perforó hacia
afuera conectando sólidamente con el pecho de Rick tan rápido que su propia
mente no lo pudo rastrear.
Rick voló hacia atrás en el aire. Su joven cuerpo musculoso chocó contra la pared
de piedra del patio por lo menos a ocho metros de distancia. Su cabeza y sus
hombros azotaron de nuevo por el borde hacia adelante, con sus manos tomo su
pecho, mientras se dejó caer al suelo.

Joseph estaba entre ellos, sus hombros temblaban, sus puños apretados a los
costados luchando por controlar su ira, soltando la adrenalina masculina que
zumba a través de cada músculo de su cuerpo. Había estado temiendo esto,
luchando por evitarlo, por mucho tiempo. Lamentó luchar en contra de él.
Si hubiera sido cualquier otra mujer con la que pudiera mantener su auto-control.
Pero no Demi. Demi era suya, había sido desde la noche que él le devolvió la
vida. No se había dado cuenta hasta ese momento particular. Joseph se había
mantenido a distancia, trató de ignorar su existencia, pero todo el tiempo la
había visto como suya.

¿Un reemplazo? ¿El pago de lo que había perdido? No estaba seguro. Su mitad
lobo no le preocupaba. Con el empuje de Demi y la mezcla de tensiones cada
vez mayor entre él y el joven miembro de la manada, el instinto fuertemente
atado de Joseph, se liberó. La necesidad del lobo para defender lo que era suyo
gobernó su mente y cuerpo.
Lynn saltó entre ellos, empujando a Joseph lo suficiente con los hombros para que
se tambaleara y diera un paso atrás—. ¿Qué fue eso? ¿Eh? ¿Qué fue eso? Te pedí
mantenerlo a salvo, y prácticamente rompes su cuello.
Ella fue hacia su hijo, tomando los bordes de su bata se colocó de rodillas a su
lado, sosteniendo su cabeza y hombros contra su pecho. Rick se empujó hasta la
pared con los codos, con las piernas todavía tumbadas delante de él. Se frotó la
parte de atrás de su cuello, se formo una sonrisa en la esquina de su boca.
—Tal vez ella es la elegida. Sólo decide sobre ello pronto o te prometo que lo
haré. —Se apartó de su madre y se puso de pie.

El chico pensó que había tenido éxito en distraer a Joseph. Y lo tuvo, pero sólo por
un minuto. Se volvió a Demi que estaba atónita, en silencio. ¡Dios! Ella debe
pensar que se topó con un set por la forma en que se comporta su familia. Se dijo
que no importaba lo que pensara. No importa, él no lo creía por un segundo.
—¿Qué has visto, Demi? —Él pidió—. ¿Qué has visto hacer a Lynn?
Demi parpadeó con esos lindos ojos verdes en él, como si reiniciara su cerebro—.
Ellos estaban en el bosque. Estaban haciendo el amor. El cuello del hombre
estaba roto, como si hubiera sido mordido. Estaba cubierto de sangre, su cuello,
el pecho. Pensé que había sido atacado por los lobos, y yo no podía comprender
cómo podía hacer el amor allí mismo, en el bosque después de un ataque tan
brutal.
—¿Quién era? —Joseph presionó—. ¿Cómo era el hombre?
Demi sacudió la cabeza como si ella todavía estuviera luchando con todo lo
que había visto y oído. Entonces su mirada se deslizó hacia la casa y ella apuntó
con un dedo.
—Él. Era él.
Joseph se volteó y su corazón casi se detuvo—. Shawn.
Tiró a Demi detrás de él sin pensar y dio un paso amenazador—. ¿Qué diablos
está pasando, Lynn?
El padre de los hijos de Lynn, Shelly y Rick, el hombre que había engañado a su
esposa, el hombre al que había prohibido a Lynn que transformara, parado más
audaz de lo que él tenía derecho estar. Lynn estaba al lado de su amante en un
latido del corazón, poniendo su cuerpo entre su alfa y su ruina segura.
Ella levantó una mano, como si pudiera evitar la indignación de Joseph—. Volví con
él. Yo necesitaba a alguien, Joseph, y tú estabas demasiado ocupado corriendo
por el bosque con Caperucita Roja allí para hacer el trabajo. —Un gruñido
amenazador vibro a través del pecho de Joseph y él caminó hacia adelante—. Se
trataba de una excusa y ambos lo sabían. El tipo no era bueno para ti. Él podía
sentirlo.
—Dejó a su esposa, —intervino Lynn.

—¿Antes o después de que le hicieras imposible quedarse con ella? —Joseph
preguntó, apretando los dientes.
—¿Qué diferencia hay? ¡Es mío! —Dijo. —Tú me dijiste que encontrara una pareja.
Él es el único. Él siempre ha sido el elegido.
—Él es un tramposo. Es débil de voluntad. Y huele a traición. —Joseph miró a su
cuñada, una mujer que había jurado proteger a su familia—. Él no es lo
suficientemente bueno, Lynn. Él te dañara y las piezas que va a dejar atrás no
serán lo suficientemente grandes para poder de nuevo juntarlas.
—No, no siempre terminan de esa manera, Joseph. —Joy se movió entre él y Lynn.
—Sé que la muerte de Donna destruyó una gran parte de ti, pero no por ello es
una conclusión inevitable. A veces el amor se siente bien.
Joseph palideció con la boca cerrada. ¿De verdad ella pensaba que sus
objeciones sobre Shawn eran una especie de transferencia de sus propias
obsesiones? No lo eran.

Joseph exhaló. Ninguno de ellos lo entendía. El amor era una emoción pasajera
poco fiable, nunca era lo mismo de un día a otro, transformándose en algo
irreconocible de lo que era en un comienzo. Él sabía mejor que nadie que no
podía basarse en las decisiones de la vida en el amor.
—No es que sea un extraño. — Shawn caminó hacia adelante, como si él pudiera
eliminar la tensión y la incomprensión desde el aire—. Quiero decir, he conocido a
Lynn desde hace años, y los niños, bueno, yo soy su padre. Ella me contó todo
acerca de su familia. Me explicó cómo funcionaba. Yo... yo estoy enamorado de
ella.
Joseph miró los ojos del hombre. Parecía mayor que Lynn por lo menos tres
décadas, pero Joseph sabía que la diferencia era mucho menos que eso—. ¿Y tu
otra familia? ¿Tus otros hijos?

—Cuando tenga el suficiente control, voy a conseguir un arreglo para la custodia
con mi ex. No me fui porque Lynn me hiciera uno de ustedes. Me fui porque me di
cuenta de que la amo. He sido miserable sin ella todos estos años.
Joseph  se burló. ¿Qué mejor prueba él necesitaba para que la declaración del
hombre no fuera lo suficiente buena? —Hecho por un beta. Nunca será lo
suficientemente fuerte como para enfrentarse a un desafío.
—Yo lo sé, —dijo Lynn—. No me importa. Sólo lo quiero... a él.
—Si lo amas, si ya habías ido y reclamado como tu compañero, ¿Por qué has
estado presionándome tan duramente para que yo aceptar el papel?
Lynn se ruborizó, sus mejillas eran de color rojo brillante, y desvió la mirada. Ella se
encogió de hombros—. El hábito quizá. He estado enojada contigo, por lo que es
difícil saber. No lo sé. Yo no quería que investigaras demasiado acerca de Shawn.
Yo sabía lo que harías, sabía que lo matarías antes de que fuera lo suficientemente fuerte como para defenderse.

—Yo todavía podría.
Ella lo miró con una expresión dura—. Y yo quería que tú pagaras. Todos estos
años sola, toda la angustia. Yo sólo... yo no podía dejar que la ira se fuera.
—¿Y ahora? —Joseph preguntó.
—Obviamente, yo todavía tengo algunas cosas que trabajar en lo que a ti te
concierne. Todavía está ahí, pero Shawn me está ayudando a dejarlo atrás. Con
su ayuda lo conseguiré. Lo sé. Déjame estar con él, por favor, Joseph.
Joseph enfadado, resopló demasiado cerca a un lobo—. Está hecho. Es la manada
o su muerte. Muéstrale su lugar, o lo haré yo. —Se dirigió hacia la puerta más
cercana, con la mano apretada alrededor de Demi, tirando de ella tan rápido
como pudo.

No le importaba nada, acerca de Lynn y su mal gusto en los hombres, acerca de
Rick y su campaña para llevar la manada. No le importaba nada de eso.
Lo único que le importaba era cuidar a Demi de cualquier amenaza posible,
conseguir un lugar seguro. Él la llevó hasta las escaleras hacia el gran vestíbulo,
con el suelo de mármol negro y las amplias escaleras. Sin ningún hombre-lobo.

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