Miley y Nick levantaron los
ojos y vieron que, efectivamente, estaban bajo el muérdago navideño que exigía
un beso. Miley sintió que se sumergía en un mundo irreal. No podía estar allí,
en su fiesta de compromiso, cuando no estaba comprometida de verdad. Toda esa
gente no podía estar esperando que
Nick la besara. En cualquier momento, alguien chasquearía los dedos y todo
desaparecería.
—Lo siento
—farfulló Nick, tomándola
en sus brazos.
Nick la miró a
los ojos y ella vio su mirada de determinación. Él inclinó la cabeza y comenzó
a besarla. Miley comprendió que se enfrentaba a la mayor actuación de su vida.
Se preguntó si conseguiría soportarlo.
Nick se demoró en sus
labios, como si quisiera ofrecerle consuelo y apoyo. Cuando apartó la cabeza,
entrelazó los dedos con
los suyos y apretó con firmeza.
—Anna, ¿cómo has
conseguido mantenerlo en secreto? —preguntó Nick.
—Hice que todo
el mundo jurara silencio —explicó, claramente orgullosa de su éxito. Empujó a Nick y a Miley hacia
el centro de la sala, profusamente decorada con adornos navideños—. La mayoría
de los invitados son del barrio, pero también hay algunas personas de tu
oficina —dijo, señalando hacia Helen
y su acompañante, y a
Bob y Karen, que
se acercaban.
—¡Enhorabuena
otra vez! —dijo Helen,
abrazándolos cariñosamente.
—Seguimos
especulando sobre la fecha —pinchó Karen, la mujer del jefe de Nick.
—Ni siquiera
vamos a pensar en fechas hasta después de navidades —dijo Miley, totalmente
rígida—. Simplemente somos muy felices por haber vuelto a encontrarnos —añadió,
comprendiendo que lo decía de todo corazón.
—Es verdad. No
tenemos prisa —corroboró Nick,
rodeando su cintura con el brazo y atrayéndola hacia sí.
Miley lo miró a los
ojos y se sintió tan unida a él que se tranquilizó. Durante la hora siguiente Nick no se apartó de ella un instante, agarrándola de
la mano o rodeando su cintura con un brazo. Miley intentaba
recordarse a sí misma que todo era teatro, pero su cuerpo y su corazón ansiaban
creer que era algo más. Simular que
Nick y ella estaba verdaderamente enamorados e iban a compartir sus vidas
para siempre, cada vez le parecía más real y menos teatro.
El champán y los
brindis fluían libremente, mientras la asaltaban mil preguntas. ¿Cómo sería si Nick y ella
estuvieran realmente comprometidos? ¿Cómo se sentiría si él la amara con todo
su corazón? ¿Y si ella lo amaba de verdad?
La euforia
recorrió sus venas, haciendo que fuera mucho más fácil continuar con el juego. Miley
decidió no luchar. Cuando Anna
apareció con un montón de regalos, Nick y ella se
separaron un momento para dejarle pasó. Miley oyó a unos invitados cuchicheando
al otro lado del árbol de Navidad.
—No se parece
nada a las mujeres con las que suele salir —dijo una mujer—. Siempre pensé que Nick se casaría con
una abogada. Así su mujer podría seguir sus casos.
Miley frunció el ceño.
—Yo siempre creí
que haría falta una auténtica lumbrera para cazarlo —dijo otra—. ¿Sabías que
ella no ha empezado la universidad hasta este año?
— ¿En serio?
—preguntó la primera—. No es en absoluto el tipo de mujer que suele gustarle.
—Quizá por eso
se enamoró de ella —repuso la otra—. Es distinta.
—Me pregunto si
durará.
¡No durará! quiso
gritar Miley, aunque se le rompía el corazón al pensarlo. Todo se acabaría en
menos de diez días. Nick
volvería a ser el Soltero del Año. Miley lucharía para licenciarse y
cada uno se iría por su lado.
La realidad se
le clavó como un cuchillo. Todo era una farsa, pensó desesperada. Tenían que
salir de allí.
—Hora de abrir
los regalos —dijo Anna,
y Miley rezó por poder disimular su tristeza.
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