viernes, 30 de noviembre de 2012

Amor Desesperado Capitulo 27





A continuación la besó, borrando todo pensamiento que no fuera él. Sus manos y su boca eran como un fuego abrasador, que destruía todo su dolor. En sus brazos, el mundo exterior desaparecía. Nick lamió sus lágrimas, llevándose así toda la soledad de sus sentimientos.
Ella deseaba ser la mujer que encendiera su pasión, que le hiciera perder parte de su preciado control. Quería ser la mujer en la que él confiara, la mujer que él buscara para celebrar sus éxitos o llorar sus derrotas. Temía que la poseyera y al mismo tiempo lo deseaba.

—Quiero hacerte el amor. Ahora —dijo él—. No ha habido un segundo en toda la noche en el que no deseara sacarte de casa de Anna para estar a solas contigo.
Respiraba agitado, y al rozarse contra él notó su excitación. Su deseo era como gasolina, y ella ya estaba en llamas. Sin hablar, lo besó con la boca abierta y comenzó a tirar de su camisa y de sus pantalones.
Él le desabrochó el vestido, bajándoselo junto con las medias. Un segundo después el sujetador se unía al resto de la ropa. Nick la apretó contra sí.
—Arriba —murmuró, arrastrando la boca hacia sus senos. Soltó una maldición —¿Cómo es posible que sea demasiado rápido y al mismo tiempo no lo suficientemente rápido?
Si las cuerdas vocales de ella hubieran funcionado, le habría dicho «Igual que tú eres demasiado para mí, y aún así quiero más.»

Subieron las escaleras juntos, besándose y acariciándose escalón a escalón. Él sabía exactamente dónde tocarla, exactamente cómo besarla. Miley ardía. Una vez en el oscuro dormitorio, la besó de forma tan posesiva y sexual que la hizo gemir.
—Tengo que tranquilizarme —masculló Nick.
—No —protestó ella.
—Sí —insistió él, respirando con dificultad. La arrastró con él hacia el equipo de música, pulsó el interruptor y una suave música de jazz inundó la habitación.
La atrajo junto a sí, la besó y comenzó a moverse.
—¿Qué haces? —gimió Miley, todo su cuerpo pedía más a gritos.
—Estamos bailando —dijo él.
—Estamos desnudos.
—Ya lo sé.

Acercó el torso a su pecho, estimulando sus pezones. Seductor, frotó su sexo entre sus piernas, haciendo que se sintiera húmeda e hinchada. Miley inhaló su aroma.
Deseaba ahogarse en las sensaciones que él evocaba. Todo en él la atraía, jugueteaba con sus sentidos. Estaba deliciosamente cerca, pero no lo suficiente. Con el corazón a mil por hora, levantó la boca hacia él.
A Nick, el contacto de su lengua, unido a su movimiento, íntimo y rítmico, le pareció tan erótico que se quedó sin aire.

—Eres maravillosa —le dijo, deslizando las manos hasta su trasero.
—Oh, Nick —murmuró—. Te quiero… —se interrumpió cuando volvió a besarla.
— ¿Cómo me quieres, Miley? —preguntó con voz sedosa y sensual.
En otro momento, su deseo la habría hecho sonrojarse, pero su cuerpo ardía de pasión.
—Te quiero… —tragó saliva—… dentro de mí.
Los ojos de él brillaron como ascuas cuando la apoyó contra la pared. La levantó y ella, instintivamente, le rodeó la cintura con las piernas.

Centímetro a centímetro, se deslizó dentro de ella.
Miley gimió, contrayéndose alrededor de él. Su posesión era tan intensa que le costaba mantener los ojos abiertos y no quería perderse un segundo de verlo o sentirlo.
Él respiró profundamente y comenzó moverse.
—Eres maravillosa, perfecta. No me canso de ti.

Con un ritmo devastador, la llenó por completo, y Miley deseó que sus palabras fueran ciertas. Durante mucho más que una sola noche.
Nick no la dejó salir de la cama hasta el mediodía siguiente. Por enésima vez, su mano le rodeó la cintura cuando intentaba escaparse de la cama.
Lánguida tras una intensa noche de amor, Miley se dejó caer en la cama riendo. 

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