jueves, 8 de noviembre de 2012

Durmiendo con su rival capitulo 25




Tara Shaw entró en la mansión abarrotada de gente con un vestido de pedrería hasta la rodilla y boina a juego. Se había maquillado la línea de los ojos adecuadamente para la ocasión, y también eran del mismo estilo sus medias con ligas y el ci­garrillo con boquilla.
Los fotógrafos la rodearon al instante como una manada de borregos.
-Disculpadnos un momento, por favor -dijeron los padres de Joe yendo a su encuentro para reci­birla.
-Ojalá no tuviéramos que pasar por esto, Demi -aseguró Joe mirándola-. Pero te pido que con­fíes en mí.
-No confío en Tara, Joe -respondió ella exha­lando un suspiro.
Aquello significaba que tampoco confiaba en él. Demi estaba convencida de que caería engatu­sado por los encantos de su ex amante. Yeso le do­lía.

-Me duele que pienses así de mí -confesó Joe.
-Lo siento, pero no puedo evitarlo -aseguró Demi-. Para mí es una humillación que Tara esté aquí. Aunque nuestra aventura esté oficialmente a punto de terminar, me sigue resultando como una bofetada en la cara.
-Entonces, estamos en paz -respondió él-. Por­que tu falta de confianza en mí es como un puñe­tazo en los dientes.
Ambos permanecieron entonces en silencio. Demi se arregló conscientemente el vestido, y Joe se dio cuenta de que los reporteros los estaban ob­servando desde el otro extremo de la sala, en la que permanecía Tara a la espera de que él fuera a saludarla.
Fuera, la lluvia se había convertido en tor­menta, descargando su furia contra los elementos. Los truenos brillaban en el cielo, y la lluvia golpea­ba contra las ventanas.
-Será mejor que vayas -dijo Demi.
-Ya no me siento atraído por Tara -aseguró Joe, decidido a defenderse.
-Es una de las mujeres más bellas del mundo, Joe. ¿Cómo podrías no sentir algo por ella, des­pués de vuestro pasado en común?
«Porque te amo a ti», pensó.
-Pues no me atrae, y ya está. ¿Por qué no me crees?
-Lo estoy intentando.
-Sigue intentándolo. Pon mi lealtad a prueba. Haz lo que creas que debes hacer.
-Tal vez lo haga.
Demi lo miró a los ojos, con la mirada brillante por la emoción. Tras un segundo, parpadeó y se apartó de él.

Cinco minutos más tarde. Joe y Tara estaban solos en el estudio, rodeados de madera noble y li­bros. El tiempo seguía revuelto, y la fiesta seguía en su esplendor. Se escuchaba la música mezclada con el sonido de las voces y las carcajadas. Joe se preguntó qué estaría haciendo Demi, si estaría sola o si los periodistas la habrían cercado, acosándola como avispas asesinas.
Joe levantó la vista y se encontró con Tara mi­rándolo. Ella encendió el cigarrillo que había co­locado en el extremo de su boquilla y se apoyó so­bre el escritorio de caoba sin dejar de mirarlo fijamente.
-Bien, ¿qué ocurre? —preguntó Joe.

-¿De verdad no lo sabes? -preguntó Tara a su vez sonriendo maliciosamente.
-No, no lo sé -respondió él, irritado por sus evasivas mientras se quitaba la chaqueta y la colo­caba en el respaldo de una silla-. Dime qué estás buscando. Por qué estás aquí.
-Adivínalo tú, Joe -respondió Tara lanzando al aire una bocanada de humo-. Piénsalo durante un minuto. Después de todo, eres un joven y bri­llante asesor. No debería resultarte muy difícil.
-Lo sabes, ¿verdad? -preguntó él, dándose cuenta de que lo había descubierto.
-¿Que tu escándalo es un montaje? Por su­puesto que lo sé. Y también sé que me has metido a mí en el asunto.
-Las revistas se inventaron esa historia sobre Demi y tú peleándoos por mí. No fue idea mía.
-Tal vez no -respondió ella mirándolo fija­mente con dureza-. Pero no hiciste absoluta­mente nada para acallar los rumores. De hecho, seguro que añadiste algo de tu cosecha.
-Es mi trabajo, Tara.

-¿Arruinar la vida de la gente?
-Yo no quería causarle ningún daño a nadie.
-Pues lo has hecho -aseguró Tara sentándose en la esquina del escritorio-. Derrick y yo estamos luchando por salvar nuestro matrimonio, y toda esa basura de las revistas del corazón no nos está ayudando. ¿Puedes imaginarte cómo se siente él cuando lo enfrentan contigo? ¿Con mi antiguo amante, un hombre joven al que yo amé?

Sí. De pronto, Joe podía imaginar perfecta­mente cómo se sentiría Derrick. ¿No eran acaso las mismas emociones contra las que luchaba Demi?
-Lo siento -aseguró Joe-. A veces estoy tan metido en lo que hago que pierdo el sentido de lo que es realmente importante. Nunca quise herir a nadie -continuó mientras se aflojaba la corbata, que de pronto parecía una soga atada a su cuello-. Lo siento de verdad.

Tara jugueteó con un mechón de pelo que se le escapaba de la boina. Estaba algo mayor, pero se­guía siendo hermosa, una mujer de sustancia. Joe la había amado en el pasado, pero no en el modo en que amaba a Demi. Tara había sido un icono, la introducción hacia un mundo que an­siaba conocer. Pero Demi, con su carácter fuerte y su corazón angelical, era sencillamente todo su mundo.
-Esta farsa tiene que terminar, Joe -continuó diciendo Tara mientras aspiraba de nuevo el humo de su cigarrillo embocado-. Y cuanto antes, mejor.
-Y así será. Quiero decir, se supone. Pero ahora mismo las cosas están algo revueltas.
-¿Qué cosas? -preguntó ella mirándolo con cu­riosidad.
-Las cosas de mi interior -confesó Joe gol­peándose levemente el pecho—. Estoy enamorado de ella, Tara. Me he enamorado de Demi. Y si ella quisiera, me casaría con ella ahora mismo. Pero me temo que no soy correspondido.
-¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho ella?
-No exactamente. Pero tampoco me ha confe­sado nada.
-Los hombres sois todos idiotas —aseguró Tara poniendo los ojos en blanco en gesto teatral-. Jó­venes o mayores, no os enteráis de nada. Por el amor de Dios, Joe, dile lo que sientes. Da tú el primer paso.
Joe sintió cómo se le aceleraba el pulso. Tara tenía razón. Tenía que entregarle a Demi su cora­zón, pedirle que fuera su esposa, y arrojarse a sus pies si era necesario.

-¿Me cubrirás con la prensa, Tara? -preguntó ansioso, pasándose la mano por el cabello.
-Ni lo dudes -aseguró ella agarrando la cha­queta de Joe para dársela-. Les contaré toda mí vida. Será mi entrevista más larga.
-Gracias.
Joe se alisó las solapas, y Tara se acercó para estirarle la corbata y ofrecerle un poco de ánimo.
Y fue entonces cuando la puerta se abrió.

1 comentario:

  1. dioss!!!
    vaneee♥!!
    me encantaron estos 3 caps
    muchisisiisismas gracias por subirlos amiga :D
    me muero por leer el final espero qe lo subas pronto esta nove esta buenisima (:
    tq'vane♥
    cuidate y no te preocupes ya pronto subira =D

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