—Mi jefe y su
mujer llevan años esperando que me case. Me han dado miles de charlas sobre las
maravillas del matrimonio. Quieren creer que esto va en serio.
— ¿Diez? preguntó
ella, con cara alicaída.
Nick asintió y
consiguió, con dificultad, tragarse una sonrisa.
Ella se puso un
vestido color borgoña que la llegaba a las pantorrillas y casi conseguía
esconder sus curvas, pero aún así transmitía una sensación de sensualidad
casual. El único dato delator era el cuello caído que revelaba bellas sombras
en su escote. Llevaba el pelo suavemente recogido hacia atrás con un lazo
borgoña. Sonreía insegura.
Parecía sexy y vulnerable y Nick sintió una
extraña sensación de protección al presentársela a su jefe. Se calló el
pensamiento; estaba seguro de que Miley era una
mujer liberada que pegaría una patada en la espinilla por su actitud.
—Bob y Karen Turner presentó
Nick, con
la mano en su cintura. Ésta es mi prometida, Miley
Polcenek.
Notó la rigidez
de Miley al escuchar la palabra «prometida»,
pero después sonrió y ofreció su mano amablemente.
—Nick me ha hablado mucho
de vosotros. Me encanta tener la oportunidad de conoceros.
—Estamos encantados
dijo Bob, dándole
una palmadita en la mano. Nick
lo ha llevado tan en secreto que lo único que sabemos de ti es por los
periódicos.
—Bob, no los atosigues regañó
Karen con
suavidad. Ya conoceremos a Miley durante la
cena.
El jefe de sala
del restaurante se acercó para conducirlos a la mesa.
—He oído que estudias en la
universidad de Virginia —le dijo Karen
a Miley.
Y comenzó el
interrogatorio.
—Es muy raro
empezar una carrera tan tarde ¿no? preguntó Karen.
—Sí lo es intervino
Nick, agarrando
la mano de Miley. Es una de las cosas que más
admiro de Miley.
— ¿Sí? ¿En
serio? Miley de repente recordó su papel,
parpadeó y, sonriendo, se llevó la mano de él a los labios. El apoyo de Nick a mis estudios es
una de las razones por las que me enamoré de él.
Nick se sintió
excitado al ver los labios de ella sobre su mano. Miley preguntó por los niños
de Karen y Bob. La pareja quedó
encantada con ella cuando se interesó por ver fotografías y por el trabajo
voluntario de Karen y
los partidos de golf de Bob.
No desperdició
una oportunidad de tocar a Nick,
su hombro, su brazo, su mano. Varias veces le sonrió a Nick y sostuvo su
mirada hasta que él se sintió acalorado, y Bob tuvo que
carraspear.
Aunque él sabía
que estaba actuando, ni su libido ni su cuerpo eran tan racionales. Si
estuvieran prometidos de verdad, la velada acabaría con ella en su cama. Sus
manos tocarían su piel desnuda. Ella lo acariciaría íntimamente y él
descubriría lo que la hacía suspirar. Hundiría la cara entre sus pechos y le
acariciaría los pezones con la lengua. Deslizaría sus manos entre sus piernas y
la acariciaría y excitaría hasta que lo deseara tan desesperadamente como él a
ella. Le haría el amor con fuerza…
—Me encantaría
ver tu anillo de compromiso —dijo Karen
mientras esperaban que llegara el postre.
Nick se puso tenso.
«Maldita sea». No había pensado en el anillo.
—Estamos
buscando uno replicó Olivia rápidamente. Nick dice que quiere encontrar algo muy especial.
—Rubíes —explicó
Nick, siguiéndole
el juego. Creo que algo con rubíes y diamantes sería lo más adecuado para Miley.
—Que romántico suspiró
Karen. Inclinó
la cabeza hacia la música que sonaba al otro lado
de la sala. Ya que el postre
no llega, ¿por qué no bailamos un rato?
Bob emitió unos
gruñidos de protesta.
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