sábado, 10 de noviembre de 2012

Caperucita Y El Lobo Capitulo 20




—Bendito Taj Mahal, Batman. Puedes hacer que quepa toda la parte baja de la cabaña aquí.
Demi miró sobre el hombro de Joseph hacia la habitación mientras él la llevaba hacia el baño principal. Incluyendo la terraza solar.
La habitación era enorme, más grande de lo que cualquier otra habitación necesitara ser. La cama tamaño King size, de madera color claro con gruesos postes de madera tallada y diseños circulares a juego a través de la cabecera, podría haber empequeñecido su habitación en la cabaña, pero en esta habitación, era solo una pieza de mobiliario. Hacía juego con el armario, el vestidor y la cómoda, y con los veladores también.

La sala con sus sillas tapizadas de cuero beige y las otomanas a juego, la clásica chimenea, el pequeño mini bar de madera y el piso esférico obligatorio estaba sacada directamente de la guía de decoración para chicos ricos graduados. La única cosa que la alejó de pensar que ella había ingresado en una set de fotos de la revista de Arquitectura era el sitio la estructura con el sistema de juego y la TV dentro, junto con un impresionante montón de juegos. Un control estaba tirado a los largo del piso como si alguien hubiera estado sentado en la banca tapizada de cuero a los pies de la cama, jugando.
Joseph sentó a Demi en el mostrador.

Su pierna y hombro dolían, pero un extraño calor y una excitación surgían a través de sus venas, y parecía sobreponerse a lo peor del dolor. La adrenalina era una cosa maravillosa.
—¿Es este tu baño? ¿De verdad? —Ella se había quedado en habitaciones de hotel más pequeñas que este baño.
—Sí, Demi. Mi habitación es grande.
—Muy grande.
—Tú has establecido eso. Ahora responde mi pregunta. ¿Qué estabas haciendo allá afuera? Te han dicho desde pequeña que te mantengas en los caminos. Que te mantengas lejos de esta zona del bosque.
— ¿Cómo sabes eso?
—Tú sabes cómo. — Él se puso en cuclillas alcanzando las puertas del gabinete de abajo. Él golpeó la cara interna de su rodilla, indicándole que abriera sus piernas. Cuando ella lo hizo él abrió la puerta tras de ellas—. Tú abuela y yo hemos sido amigos por un largo tiempo.

Demi tragó. Ver a ese enorme hombre de cabello gris y negro bamboleándose entre sus muslos le trajo una corriente de pensamientos de chica sucia a su cabeza.
—Eres muy joven para haber sido amigo de la abuela cuando yo era una niña.
No puedes ser más de diez, quizá doce, años más viejo que yo. Él miró hacia arriba—. Soy más viejo de lo que parezco. Su mirada recayó en la V de sus piernas. Su expresión se fundió de la distracción al interés focalizado en un instante. Él humedeció sus labios y luego miró hacia el rostro de ella como si hubiera recordado que ella estaba mirando. Sus mejillas se calentaron un poco, pero luego volvió a su búsqueda bajo el mostrador.
—Hay cosas sobre mi familia, sobre mí, que necesitas saber. Especialmente después de esta noche. Verás, nosotros no somos exactamente normales. —Joseph se levantó, sus manos llenas de gaza, cinta, tijeras, desinfectante y lo que parecía ser tres cajas de distintos tipos de banditas, una de ella con las caricaturas de Scooby-doo.
—No son normales. Sí, me di cuenta de eso la última vez que estuve aquí. —Ella se arrastró hacia atrás, cerró sus piernas, recordando el intercambio entre los miembros de la familia en el patio—. Una verdadera familia… unida.
¿Cómo ella podría olvidarlo?
Problemas de poder con su sobrino, batallas con su cuñada, una sobrina que
parecía enojada con el mundo y una suegra aparentemente ciega sobre todo
eso. Joseph estaba clavado en medio, tratando de hacerlos a todos felices, lo cual
para ella sólo empeoraba las cosas. Ella mantuvo esa opinión en reserva.
—Bastante unida. Esa es una forma de describirnos.
Un profundo aliento se sintió tibio en el pecho de ella. Su ropa se pegó a su
cuerpo, el aire se puso más denso, parecía presionarla—. ¿Por qué esta tan
caliente aquí dentro?
Joseph dejó los suplementos médicos a cada lado de ella y presionó la palma de su
mano en la frente de ella. Su frente se contrajo frunciéndose familiarmente pero
no dijo nada.

Demi cerró sus ojos. Su mano era fría contra su piel y traía su deliciosa esencia de
colonia dulce de hombre y bosque fresco a su nariz. Ella trató de no disfrutarlo,
pero las cosas se estaban tornando un poco enredadas en su cabeza y el calor
estaba haciéndole sentir hormigueos en su piel, sensible.
El hecho de que ella hubiera considerado cada posible forma de estar sola con
este resistente y sexy hombre desde que ella prácticamente saltara sobre él en el
lago de la cantera tenía que tener algo que ver con esto. Mucho que ver con
esto, la verdad. No es que importara. Ella era una cobarde cuando se refería de
dejarle saber a un hombre lo que ella quería. Pero esta noche, de alguna forma,
ella ya no era tan cobarde.
Él engancho sus dedos en el cuello de su camiseta y tiró lo suficiente para mirar
bajo ella.
—¿Buscando algo?

Él la dejó ir—. Esta camiseta esta arruinada, y necesito llegar a la herida.
—Oh, está bien. Así que ¿Qué es lo que quieres…?
Un fuerte tirón y él rompió la camiseta a lo largo de la costura desde el cuello
hasta su hombro antes de que ella terminara la frase. Tiró de todo su cuerpo e
hizo a su corazón saltar hasta su garganta.
Lo más provocativo de su hombro era el tirante de su sostén, pero él se quedó
mirando fijamente su carne expuesta como un hombre hambriento, hambre de
hombre refulgiendo en sus ojos. Sus manos sostuvieron los extremos desgarrados
de la camiseta de ella como si él estuviera luchando con pensamientos
contradictorios, su pecho subiendo y bajando con respiros deliberados.
La excitación fluyó por el sistema de ella, apretando sus músculos, estremeciendo
su estómago y humedeciendo el canal de su sexo—. ¿Es suficiente o estas
planeando destruirla completamente?
No es que ella tuviera un problema con eso.

Las manos de ella se empuñaron sobre las mallas de sus muslos. Ella contuvo el
aliento. Trató de no imaginarlo. Ella buscó su mirada. ¿Estaba él pensando lo
mismo? Él no había respondido, su rostro era serio, el ceño fruncido en
concentración.
Después de un respiro profundo él extrajo una pieza de gaza, empapándola en
desinfectante. Cuando se giró hacia ella, él era la viva imagen del autocontrol. Él
paso la almohadilla empapada sobre la carne rota donde ella había sido
mordida.
Él hubiera podido haberla acuchillado con un atizador y le hubiera dolido menos.
Ella siseó—. Hijo de Cheech y Chong. —Tanto por la adrenalina enmascarando su
dolor.
Él se encogió de hombros—. Si, esto puede arder un poco.
—¿Tú lo crees?
—Lo siento. —Él se acercó a ella para ver la parte de atrás de su hombro. Su
pierna se presionó contra sus rodillas así que ella abrió las piernas permitiéndole
acercarse. La posición presionó el bulto en el cierre de su pantalón contra la
rodilla de ella y le dejó saber que su comportamiento tranquilo era solo
superficialmente profundo.

Ella tragó fuerte, luchando con la urgencia poderosa de alcanzar su polla casi
rígida para dejarla dura y preparada. Ella humedeció sus labios, y luego se mordió
el interior de su mejilla. La necesidad de tocarlo era casi irresistible.
¿Qué demonios estaba mal con ella?
Joseph era sexy como el infierno, olía como un hombre al que pegarse, con una voz
que podía derretir mantequilla y un cuerpo que podía dejarla jodidamente ciega.
Pero ella nunca había estado tan lista y preparada en toda su vida. Además, ella
casi no lo conocía y lo que ella si sabía de su vida era lo suficientemente torcido,
por decir lo menos.
—Se ve feo ahora, pero sanará rápido. —Él se enderezó, haciendo una bola con
la gaza ensangrentada en sus manos—. Siento mucho esto. De verdad, pero si tu
hubieras escuchado a tu abuela por una…
—Hey. No nos metamos en las dinámicas familiares del otro. ¿Está bien?
Él lanzó la bola a través de la habitación hacia el baño y golpeó el papelero junto
a él sin tocar el borde. Él se alejó y enganchó sus manos en las costuras de sus
mallas a la altura de sus pantorrillas. Un tiro rápido y el material se desgarró. Como
no había costuras que seguir el resultado fue irregular, terminando bastante más
arriba de su rodilla.

—Confiésalo. Te gusta hacer eso. ¿Cierto? —Ella estaba tratando de aligerar el
incómodo momento, pero la crudeza en su voz la hizo sonar más como un vamos.
Su pequeña risa fue apretada en su garganta—. Si claro— dijo él como si
estuviera jugando, pero no realmente. Él le sacó las zapatillas y los calcetines y
luego agarró una nueva porción de gaza empapada en desinfectante.
Él se arrodilló. Su enorme mano acarició suave y sedosamente su pierna, con
cuidado de evitar su herida. Él bajó hacia sus talones y luego a lo largo de la
planta del pie y de vuelta a su tobillo. La sensación envió un tibio temblor hasta la
cima de la cabeza de ella, el cual bajó hasta asentarse entre sus muslos.
Él se aclaró su garganta y comenzó a hablar como si él no la hubiera acariciado
recién sin ninguna razón—. Joy es mi suegra. —Él dejó el pie de ella descansar en
su rodilla. Alineando sus ojos con los de ella dijo—, va a arder de nuevo.
Ella asintió, apretando.

Él limpio la herida mientras hablaba—. Lynn es la hermana de mi esposa, Rick y
Shelly son los hijos de Lynn. Su padre, Shawn, no era… uno de nosotros cuando los
gemelos fueron concebidos. Ellos habían tenido una relación pasajera. Él estaba
casado sin intenciones de nunca dejar a su esposa y de alguna forma en la
mente de Lynn eso es mi culpa. Él no es lo suficientemente bueno para ella. Esa es
la forma en la que me siento.
Él negó con la cabeza y tomó más gaza—. De todos modos, después de que mi
suegro resultó muerto por un ranchero en Utah…
—¿Muerto? ¿Quieres decir asesinado?
Joseph se detuvo un momento para mirarla—.Sí. El chico atrapó a mi suegro
matando a sus ovejas. Es un problema común con los lobos en ese estado. Había
rumores. Ellos no pudieron probar que alguno de ellos eran hombres lobo. Los
malditos rancheros comenzaron a usar balas de plata sólo para asegurarse, por si
acaso.

¿Hombres lobo? Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Demi a pesar del
sudor que pegaba su camiseta al pecho. La implicación era bastante clara pero
demasiado bizarra para aceptarla. Combinada con todo lo demás… El lobo
plateado que su abuela amaba, más humano que animal, y la familia de Joseph,
más animal que humana y el lobo que ella había conocido en el bosque… Quizá
lo bizarro era posible. O el suegro de Joseph fue confundido con un lobo. O él era
uno.

No. Los hombres lobo no existen.
Joseph se levantó, tirando de las bolas de gaza—. Su muerte me dejó como el
hombre más viejo. Yo como que me deslicé en el rol de macho alfa sin siquiera
darme cuenta. Ellos son mi responsabilidad ahora, Joy, Lynn, los chicos. Así es
como funciona. Es mi trabajo velar por sus necesidades, comida, techo, ropa…
sexo. Lo último es solo un tema con Lynn en realidad, y sólo porque ella sabe las
leyes, quiere hacerme pagar por su decepción.
Él la miró como si estuviera tratando de calibrar su reacción a esto último.
Demi aún estaba alrededor de la palabra alfa en su cabeza.
—¿Sexo? ¿Tú tienes sexo con ellos? ¿Todos ellos?
—No. Puedo, pero no lo he hecho. Excepto… Lynn, una vez. —Él miró sus manos,
frotando las manchas de sangre en sus dedos—. Nosotros tenemos instintos
diferentes. No es como una familia de humanos.
¿Humanos?

—Me tengo que ir. —Al infierno con sus fantasías sexuales sobre Joseph y la primera
oportunidad real de hacerlas realidad. Esta noche se había inscrito en la zona roja
de su medición de lo extraño. Ella trató de descolgarse del mostrador, pero Joseph
se interpuso, sus manos agarrando sus caderas, sosteniéndola en el lugar.
—No puedes Demi, no es seguro.
—¿Por qué no? ¿Frankenstein y Drácula me están esperando en algún lugar ahí
afuera también? ¿O es sólo tu familia de la que me tengo que preocupar? Esos
fueron ellos, ¿Cierto? Ellos fueron los lobos que me atacaron, y casi me mataron.
—Sí. Pero no creo que ellos quisieran herirte. No de verdad. El lobo en nosotros es
aún un animal salvaje en el corazón, impredecible, guiado por el instinto. —Él
suspiró—. Escucha, sé que esto parece extraño…

—¿Extraño? No. Pasamos lo extraño hace tres días atrás. —Ella se removió,
tratando de romper el agarre de él, y tratando de no sentir la onda de excitación
de estar siendo tan fácilmente retenida por él.
—Está bien. No hablaremos más de eso esta noche. Lo prometo. Sólo… quédate.
Por favor. Necesito que te quedes aquí esta noche. —Él sonaba sincero, como si
significara todo para él el tenerla aquí esta noche con él. ¿Por qué? ¿Qué es lo
que quería de ella? Su mente se llenó de posibilidades, la corriente de excitación
creció. Las manos de ella se enrollaron en los antebrazos de él, sintiendo los
cordones de músculos de acero bajo la camisa de hombre. El aliento de ella
tembló, cerró sus ojos.
Como si él pudiera escuchar sus pensamientos, oler su lujuria creciente, los dedos
de Joseph se flexionaron en las caderas de ella, agarrándose al material elástico
de sus mallas en cada lado. Él se acercó, cobijando sus caderas entre las piernas
de ella. Con un simple tirón, él la acercó al borde del mostrador. La ingle
sonrosada de ella contra el duro eje de su polla.

—Quédate conmigo Dem. —La voz de él era baja, retumbando en su pecho y
vibrando a través del cuerpo de ella como un trueno distante—. Te quiero aquí. Tú
no sabes cuán difícil es para mí admitirlo. Traté de pretender que tú no me
afectabas, que yo estaba haciendo las elecciones. De convencerme de que la
forma en la que me sentía a tu alrededor era controlable, que podía ignorarlo.
Estaba equivocado. Quédate, Demi.
—¿Tu plan es mantenerme aquí contra mi voluntad?
—No. —Él puso sus labios en la oreja de ella, la boca de ella en el pecho de él—.
Pero amaría la posibilidad de convencerte de que te quedes.
El aliento de él era tibio, tranquilizador y erótico contra su piel. Ella se sentía como
un gatito en la arena para gatos. Había sido una noche extraña, atemorizante y
estimulante. La habitación recalentada, la esencia de él, la pelea por su vida,
todo la hacía sentir mareada y dejaba a su cuerpo queriendo. Era demasiado
difícil pelear. Ella no quería hacerlo más. Así que paró de luchar.

Ella lo olió, sus manos viajando hacia los ganchos del cinturón en sus pantalones.
Sus piernas se enrollaron alrededor de las de él. Ella empujó, presionando su
húmedo y necesitado sexo contra la dura longitud de él—. Convénceme.
Era ambos, una invitación y un desafío. Joseph  era bueno con ambos.
Admitiéndolo, él quería que ella se quedara por su propia seguridad, por la salud
de ella. El primer cambio era duro y atemorizante como el infierno. Pero había
una parte de él, una enorme parte que se agrandaba por segundos, que quería
que ella se quedara sólo por razones egoístas.

A él le gustaba la forma en que se sentía con Demi, cómodo, en casa. Él nunca
había sentido esto antes, ni siquiera por Donna. No era justo. Él debería haber sido
capaz de darle eso a ella, de encajar tan perfectamente con alguien como
ahora. Él no lo había hecho. Pero él estaba tan cansado de castigarse a si mismo
por sus fallas. Por una noche el había aceptado que quizá él de verdad merecía
sentirse feliz.
Joseph besó la oreja de Demi, luego la saboreó, sólo un rápido lamido de su
lengua. Azúcar y especias. Jesús, él siempre había pensado que eso era sólo una
rima de cuento de niño. La profesión de Demi lo hacía una realidad distractora.
—Ducha primero.

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