martes, 20 de noviembre de 2012

Amor Desesperado Capitulo 13





—Un par de canciones no te van a matar dijo ella, volviéndose hacia Nick y Miley. Vamos, pareja. Sé que os apetece.
Nick se levantó e hizo un gesto de resignación al ver la sonrisa forzada de Miley.
—Claro que sí murmuró ella.
El grupo comenzó a tocar una antigua balada de Eric Clapton y Nick tomó a Miley entre sus brazos. Estaba tensa.
—Relájate le murmuró al oído. Se supone que estás loca por estar junto a mí.
—Oh —suspiró ella, apoyando la barbilla en su hombro. Gracias por recordármelo.
—Hasta ahora has estado muy convincente dijo Nick.
—Gracias. Tú tampoco lo has hecho nada mal.
—Creo que les has gustado sonrió él.
—Sin duda sienten curiosidad por mí. Casi me han entrevistado. ¿Debería haber traído un curriculum?

—No. Eso le habría quitado toda la gracia al interrogatorio.
La masajeó la espalda y acercó los labios a su cuello.
— ¿Qué haces? se quejó ella, estremeciéndose. Su suave quejido casi lo desarmó.
—Nos miran. Tenemos que dar la impresión de que estamos locos el uno por el otro.
— ¿Cómo de locos? gimió ella con frustración.
—Locos del todo contestó Nick sin dudarlo.
—Vale suspiró ella. Levantó la cabeza, lo miró a los ojos como si fuera una guerrera Walkiria, y lo besó con todas sus fuerzas. Le consumió la boca con los labios y la lengua, arqueándose hacía él.

Nick sintió su temperatura que se disparaba hasta el techo y que la entrepierna de su pantalón se tensaba hasta la incomodidad. Para cuando ella se apartó, le estaba costando un esfuerzo inhumano no poner las manos sobre su trasero y apretarla contra esa zona de su cuerpo que latía de necesidad.
Miley parpadeó unas cuantas veces, respiró cuidadosamente y sonrió de medio lado.
— ¿Qué tal lo he hecho?
Cuando por fin acabaron el postre, se despidieron de Bob y Karen y llegaron a casa, Miley atravesó la puerta disparada.
—Buenas noches gritó por encima del hombro, y corrió escaleras arriba. Cerró la puerta de su dormitorio y, parada en el centro de la habitación, inhaló despacio varias veces.
Con cada respiración sintió el sutil y seductor aroma de la loción para después del afeitado de Nick. La rodeaba y la excitaba tanto como lo había hecho Nick cuando bailaban. Tenía su aroma pegado al vestido. Maldijo, se quitó el vestido y lo arrojó sobre la cama.

—No voy a aguantar farfulló entre dientes, andando en círculos, en sujetador, medias y botines. ¡Ni siquiera han pasado dos semanas y me gusta!
Agarró una almohada y se la aplastó contra la cara. Por su propia cordura, tenía que odiarlo. Había resultado demasiado fácil simular que admiraba a Nick, actuar como si le pareciera guapo y sexy. Besarlo como si lo deseara. Ese beso había sido una estupidez, una gran estupidez.
Todavía se sentía excitada, como si ardiera. Su quejido vibró en la almohada.
Con la almohada en el rostro no veía, pero seguía moviéndose, no podía parar. De repente, tropezó con la esquina de la alfombra y cayó al suelo. Aterrizó sobre el trasero y aulló de dolor.
— ¿Miley? llamó Nick desde la puerta.
—Sí gritó, frotándose el trasero. Estiró las piernas para comprobar que no se había torcido nada.
— ¿Estás bien? preguntó, abriendo la puerta unos centímetros.
Miley se apretó la almohada contra el pecho y miró la puerta horrorizada.
—Estoy bien. Me he tropezado con la alfombra. No hace falta que…
Él abrió la puerta del todo, y ella se puso rápidamente en pie, haciendo una mueca de dolor.

— ¿Estás segura de que estás bien? insistió Nick con voz dudosa.
Miley lo miró sin saber que la molestaba más si él, o haberse caído. Estaba de pie en el umbral, tan sereno, tan tranquilo. Tan vestido.
—Estoy bien, he caído sobre la parte mejor acolchada del cuerpo replicó, deseando que se marchara.
No lo hizo. Su mirada la recorrió lentamente de arriba abajo.
—Estoy perfectamente siempre que no tenga que sentarme. Gracias por preocuparte le dijo, insinuando que podía irse.
—Odio la idea de que hayas caído sobre tu lindísimo trasero dijo él acercándose, con una mueca peligrosa en la cara.
—Estoy bien aseveró Miley, aguantándose las ganas de frotarse allí donde la dolía.
— ¿Necesitas una segunda opinión?

Miley se quedó sin respiración. Ya había aguantado suficiente esa noche. Su oferta, combinada con la seductora mirada de sus ojos, hizo que explotara.
—¡Fuera! gritó, y lo golpeó con la almohada. Él levantó las manos y caminó de espaldas hacia la puerta. ¡Sal de aquí mala imitación de héroe! ¡O Súper Comando Guerrero! ¡O prometido! gritó Miley con furia, sin importarle lo ridícula que debía estar con sólo las medias, botines, sujetador y la almohada en las manos. Cerró la puerta de un golpe y estrelló la almohada contra ella.

—Sólo tenías que decir que no se oyó reír al otro lado de la puerta.
Miley sintió ganas de gritar con todas sus fuerzas. En vez de eso contó hasta cien. Tres veces. Después, tras asegurarse de que Nick ya no estaba en el pasillo, hizo lo único que podía hacer. Corrió hacia el baño, se quitó la ropa y se dio una ducha de agua helada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario