Miley se alegró de haberse acercado a la tienda de
ropa que había en la planta sótano del hotel. Se había comprado un vestido mexicano
de color blanco, con escote fruncido y muchos volantes. Cuando se 10 puso, vio
que le, daba un aire ligeramente misterioso, a la vez que hacía resaltar su
pelo castaño y sus ojos grises. Tenía que reconocer que las gafas de montura
metálica que llevaba no eran ninguna maravilla, para al menos hacían que sus
ojos parecieran más grandes de lo que eran en realidad. Y lo cierto era que no
estaba gorda, se dijo, sonriendo al mirarse al espejo. Era únicamente su parte
superior, cosa que el vestido disimulaba bastante. Cogió el bolso y bajó al
vestíbulo, en donde había quedado con Nick.
Él llevaba pantalones y
camisa blanca y chaqueta azul. Estaba sentado en un sofá y, al ver aparecer a Miley,
dejó el periódico que estaba leyendo y se' acercó a ella -Bueno dijo,
cogiéndola del brazo--. ¿Qué te apetece?
¿Comida mejicana, china,
italiana o una chuleta?
'-Me encantan las chuletas
-repuso ella.
-Ya mi.
La guió hasta un lujoso
restaurante que estaba al lado del hotel. Había camareros con chaquetas y
guantes blancos por todas partes. Miley miró a Nick aprensivamente.
-¿Qué te pasa? -le dijo él
mientras seguían al maître.
-Que es demasiado caro.
-¿Te importa fregar platos
después? -preguntó Nick en tono burlón.
-Sí tú los secas, no –con esto
ella, sonriendo.
-Eres una buena chica
-dijo Nick, cogiéndola por la cintura y dándole un apretoncito.
-Soy justo la clase de
chica contra la que tu madre te habría prevenido, así que ten cuidado.
.
-No. A mi madre le habrías
gustado. Os parecéis mucho.
Miley sonrió tímidamente,
advirtiendo las envidiosas miradas que les lanzaban. Nick era tan guapo, pensó.
Musculoso, estilizado, y con la cara de una estatua griega. A un pintor le
habría encantado tenerle como modelo.
El maître los llevó a una
mesa que había junto a la ventana.
Nick observó que Miley
tenía el ceño fruncido.
-¿En qué estás pensando
con aire tan solemne? –le preguntó.
-En que harías las
delicias de un pintor. Eres muy elegante.
-Señora, creo que. Es
usted perjudicial para mi ego.
-Seguro que te miras al
espejo de vez en cuando –replicó ella,-. Y ó al menos no puedo evitarlo.
-Sí, yo tengo el mismo
problema -dijo Nick con los ojos clavados en ella.
Miley se alegró de no haber cedido a la
tentación de bajarse el escote del vestido hasta los hombros. Ya era bastante'
difícil soportar aquella mirada penetrante tal y como estaba.
-¿Qué quieres comer? -le
preguntó Nick después de leer el menú.
-Una chuleta con ensalada
y café para beber.
Nick se la quedó mirando
con una sonrisa en los labios Y luego pidió lo mismo para los dos.
-Sí -le dijo-, a mí
también me gusta el café.
_Parece que has viajado
mucho -comentó ella, desdoblando la servilleta.
-Bastante,.-repuso. Nick_.
Y tú no has salido nunca de los Estados Unidos. .
-Hasta ahora no he salido
de ningún sitio -replicó ella-.
No he hecho otra cosa que
trabajar, Pensé en un cambio, pero no tuve valor.
-Hace falta valor para
escapar de la rutina, dijo, Nick, encendiendo un cigarro-. Espero que no te
moleste, pero lo voy a hacer de todos modos. Es un vicio que no tengo la
intención de dejar.
-De algo hay que morir.
-Pues fumar es lo menos
peligroso que hago.
-¿Y qué es lo que haces?
-preguntó Miley, mirándole con curiosidad.
Él se quedó callado un
momento, como si estuviera pensando qué diría Miley si le contase la verdad.
Seguro que se levantaría a toda prisa de la silla y desaparecería de su vida...
Frunció el ceño. No le gustaba aquella idea.
-Estoy en el ejército
-repuso por fin-. En cierto sentido.
-Oh, ¿en activo? -continuó ella, pensando que
debía andarse con pies de plomo ya que Nick parecía reacio a dar explicaciones.
-No. Por el momento,
inactivo
-¿Es peligroso lo que
haces?
-Sí.
-Tal vez eres un agente
doble -aventuró ella. Un espía.
. -Soy demasiado alto. Se
supone que los agentes deben medir menos que yo, para así poder esconderse
entre la maleza.
Miley se le quedó mirando
fijamente hasta que se dio cuenta de que estaba bromeando, entonces se echó a
reír.
-Los ojos te brillan
cuando te ríes -le dijo él con aire ausente-. ¿Siempre estás tan risueña?
-Casi siempre -contestó Miley,
ajustándose las gafas, que amenazaban con deslizársele por la nariz-. También
tengo mis días malos, como todo el mundo, pero intento dejados en casa.
-Podrías ponerte lentilla
s -comentó Nick al ver los esfuerzos que hacía para que las gafas no se le
deslizaran por la nariz.
-Soy demasiado nerviosa
como para andar poniéndomelas y quitándomelas y luego limpiadas. Me he
acostumbrado a las gafas.
-Pero deben estorbarte
cuando besas a un hombre -murmuró él.
-¿Qué? -repitió Miley, un
poco cohibida por su franqueza-. Te aseguro que mi vida no está repleta de
hombres cariñosos.
-Supongo que podremos
hacer algo por solucionar ese problema.
Miley contuvo la
respiración al advertir la velada promesa que había en sus ojos.
-Qué cara de terror -dijo
él con ironía-. No creí que fuese tan espantoso.
-No es eso -replicó ella,
bajando los ojos.
-Miley, seducirte es algo
que no entra en mis planes, pero, si ocurre algo, me casaré contigo. Te lo
prometo, y yo no doy mi palabra a la ligera.
-Eso sería un precio muy
alto por un error.
-¿Sí? Hace años que no
pienso en el matrimonio. Me pregunto cómo sería tener a alguien con quien
regresar.
Qué manera tan rara de
expresado, pensó ella. Seguramente quería decir alguien con quien volver a
casa. Pero entonces se acordó de que aquello eran sólo palabras, cosas que se
dicen por decir. Nick sólo estaba divirtiéndose. Eran dos desconocidos y
seguirían siéndolo. No podía permitir que su vida se complicara por una
aventura de vacaciones. Porque no era más. Que eso. Una pequeña diversión. No
debía olvidado.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaawwwwwwwwwww!
ResponderEliminarO: mi dios me encantaria que pasara 1313 y se casaran!!!!