domingo, 12 de agosto de 2012

Unas Locas Vacaciones Cap 17




Nick  se sintió raro. Ella no lo había dicho con aire de autocompasión. Era la simple constatación de un hecho. No le importaba a nadie. Y él sabía cómo se sentía porque, aparte del grupo, tampoco tenía a nadie que se preocupase por él. Excepto a Dani. Y él también se preocupaba por ella. Se dio cuenta de pronto de que se sentía vulnerable a causa de ella.
-Podría hacerlo yo solo --;-dijo él.
-No tengo miedo -replicó Miley-. Bueno, sí que lo tengo, pero haré lo que me digas.
Así que Gabby no era única después de todo, se dijo Nick, alegrándose de ver que Miley se parecía mucho a la mujer de su mejor amigo. Esta palomita tenía dientes, tal y como él había supuesto.

-Vale, .tigresa,-dijo él, sonriendo--. Esto es lo que quiero que hagas...,.
Miley lo dio vueltas una y otra vez. Tenía que acertar la primera vez, ya que la pobre azafata no tendría una segunda oportunidad. Si ellos fallaban, la azafata moriría.
De pronto el capitán les comunicó que estaban llegando a Miami. Les, pidió que permanecieran tranquilos y que no se movieran de sus asientos hasta que el avión no hubiese terminado

El aterrizaje. Su voz sonaba muy tensa. Aquella granada de mano era la 'parte más terrorífica de todo, y Miley se preguntaba cómo iba a evitar Nick que el otro hombre la lanzara.
Esta vez aterrizaron un tanto bruscamente. En cuanto el avión se detuvo, Nick le tocó el brazo.
El hombre de la jeringa había vuelto a salir de la carlinga.
También parecía tenso y nervioso. La azafata daba la impresión de haber abandonado toda esperanza de vivir y haberse resignado al horror del ácido. Sus ojos carecían de expresión. -Eh, señor... -dijo Miley, asomándose al pasillo.

El. Hombre dio un respingo al oírla y apretó más el brazo con que sujetaba a la azafata.
. -¿Qué quiere? -gruñó.
-Yo... oh, por favor -suplicó Miley-. Tengo que ir... al lavabo, por favor.       .
El hombre lanzó una maldición. Gritó algo en otro idioma al hombre que estaba en la carlinga. Éste se asomó con cara de malhumor.
-¡Tengo que ir! -rogó Miley.

El hombre alto murmuró algo y el otro se echó a reír.
-Está bien -le dijo a Miley-. Vaya. Mientras Miley pasaba por delante de Nick para salir, él se metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta.
Miley se dirigió al lavabo, que estaba al otro lado del hombre de la jeringa. Unos pasos más, se dijo, sintiendo que el Corazón le latía aceleradamente. Mantuvo los ojos bajos por si acaso el hombre veía su mirada de terror y reaccionaba demasiado rápida. Un paso más. «Por favor no me falles)), le dijo mentalmente a Nick. Esto es una locura, sólo tengo veintiséis años.
¡No quiero morir, acabo de casarme!

Un paso más. Se detuvo, tambaleándose y se llevó una mano a la frente.
-¡Me encuentro tan mal!

Y casi era verdad. Se dejó caer hacia el hombre. Fue suficiente. El hombre se adelantó instintivamente a sujetarla y en ese instante
Nick lanzó la navaja. La jeringa cayó al suelo mientras el hombre se llevaba las manos a la cintura. Nick se levantó de su asiento en un abrir y cerrar de ojos. Era otra vez como Vietnam, Angola, Rhodesia. Sin hacer caso de Miley, que le miraba con ojos desorbitados, ayudó a la azafata a sentarse y dio una patada a la jeringa para quitarla de en medio. Luego entró a toda prisa en la carlinga.  -¡La lanzaré! --: le dijo al verle el hombre alto, cogiendo la anilla. ,
-Adelante -replicó Nick sin detenerse.
Con dos movimientos, de sus manos, tan rápidos que el piloto ni siquiera los vio, hizo caer al suelo al hombre que seguía sujetando la granada en la mano.
-¡Ha-quitado la anilla! -gritó el copiloto.
-¿Pero de qué tiene miedo? --dijo Nick, cogiendo la granada-, ¿de un trozo de plástico? y le lanzó la barata imitación al piloto, que, al ver de qué se trataba en realidad, se echó a reír.
-Ahora me doy cuenta de por qué estaba tan nervioso ese tipo -dijo, volviéndose hacia Nick.
-¡Es falsa! -exclamó el copiloto, todavía  sin, acabar de creérselo.
-Quédatela como recuerdo -le dijo el piloto, dándosela, por cierto, ¿cómo está Lainle? -añadió.
-Si se refiere a la azafata, se encuentra bien –repuso Nick-. Pero su asaltante no. Será mejor llamar a un médico.
-Ahora mismo. Eh, gracias -dijo el piloto, sonriendo.
-Es por puro egoísmo --'replicó Nick, encogiéndose de hombros-. Por culpa de ese hombre no nos han servido el café.
-Le invitaré a una taza en cuanto salgamos de aquí –le dijo el capitán.
-Le tomo la palabra --'replicó Nick

Luego salió de la carlinga y les explicó a los pasajeros: -Se trataba de una granada falsa. Todo ha terminado, tranquilícense y sigan en sus asientos. ".Miley estaba arrodillada en el suelo mirando, horrorizada, al hombre que yacía en el suelo con la navaja clavada en el vientre. Miró al desconocido con quien se había casado sin siquiera reconocerle. ¿Quién era aquel hombre?
Nick lamentaba que ella hubiera tenido que ver aquello, pero no había otro modo de hacerla. -Se agachó y la ayudó a levantarse.      .       .
-Se pondrá bien -le dijo--. No te preocupes.
Dos' ayudantes de vuelo salieron del fondo del avión y abrazaron a la azafata, disculpándose por no haber podido ayudarla.
-No, os preocupéis -le dijo la 'muchacha-. Estoy bien.
 Se volvió a Nick y añadió, mirándole, con expresión de profunda gratitud: Gracias! ¡Gracias a los dos!

-No tiene importancia -replicó él-. ¿Y qué tal si abrimos la puerta? -añadió-. Ese hombre necesita un médico.
Los lamentos del  hombre atrajeron su atención. Uno de los ayudantes de vuelo se inclinó sobre él, mientras el copiloto hacía caminar delante de él al otro hombre, que llevaba las manos atadas a la espalda con un cinturón.        .
-Espere, le acompañaré a la comisaría -le dijo a Nick el capitán-. Tendremos que hablar con la policía, estoy seguro,
-De acuerdo -repuso Nick, ayudando a bajar las escaleras a Miley, que seguía muy impresionada.
 -Ah -añadió, volviéndose a uno de los ayudantes de vuelo--. ¿Haría el favor de coger el bolso de mano y la bolsa de los libros de la señora y llevarlos a la comisaría del aeropuerto?'
-Con mucho gusto, señor.

Miley seguía aturdida, pero se dio perfecta cuenta de lo que Nick acababa de decir. En medio de aquel maremágnum, ¡él se había acordado de sus libros! Le miró sin comprender, con los ojos aún llenos de terror.
-Tenía que hacerla -dijo él, entendiendo su mirada-. Si
no, no podría haber alcanzado aquel hombre a tiempo.

-Sí, me... me doy cuenta. Sólo que yo nunca había visto a nadie... asÍ.
-Estuviste maravillosa. Sólo conozco a otra mujer que hubiera sabido mantener la serenidad así de bien.
Ella se preguntó a quién se referiría, pero inmediatamente hubo más preguntas. .
-Pero lo que... lo que has hecho -balbuceó Miley-. Dijiste que eras soldado. .
-y lo soy, pero no de la clase que tú imaginas. Me gano la vida como un soldado profesional. Me alquilo al mejor postor.
Miley le miró con cara de terror.
-Un mercenario --dijo con un hilo de voz.
-Sí -replicó él en tono desafiante.

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