PASÓ un buen rato antes de que Demi y Daniel dejaran de hacerse
preguntas el uno al otro a toda velocidad.
-No conozco en persona a tu marido, pero hemos hablado por
teléfono. Joe contrató los servicios de varios detectives para que me buscaran.
Por lo visto, hablaron con toda la gente que me había conocido y en un momento
dado uno de mis profesores del colegio mencionó que yo siempre decía que quería
ir a la universidad a estudiar biología marina.
-Sí, lo recuerdo perfectamente.
-Ahora, estoy terminando el doctorado, pero lo estoy haciendo
mientras trabajo en un proyecto en el extranjero y los detectives no han podido
dar conmigo hasta anteayer. He venido todo lo rápido que he podido.
-Todavía no me puedo creer que estés aquí -se maravilló Demi.
-Debería haber vuelto a casa hace mucho tiempo para asegurarme
de que estabas bien -se disculpó Daniel.
-Papá no te habría dejado entrar.
-Quiero que sepas que, cuando me fui, llamaba a menudo, pero él
nunca me dejaba hablar contigo.
-No tenía ni idea de que hubieras llamado.
-Me enteré de la muerte de mamá un año después de que sucediera
y fue por casualidad, hablando con un compañero del colegio -añadió Daniel
apesadumbrado-. Me sentí muy culpable al darme cuenta de que no había podido
despedirme de ella al no haber tenido el valor de enfrentarme a papá.
-Mamá te echaba de menos, pero era feliz de que tuvieras tu
propia vida. Si hubieras llegado a enfrentarte directamente con papá, la
habrías destrozado.
Daniel asintió.
En aquel momento, llegó la niñera de Tazeem y Daniel tomó a su
sobrino en brazos y sonrió encantado.
-Tengo en brazos al futuro rey...
Demi y Daniel comieron juntos en el lujoso apartamento compuesto
por varias suites que ocupaba Demi en el palacio.
Después de la comida, Daniel fue a conocer a Joe y a prepararse
para la fiesta de despedida de soltero que iba a tener lugar aquella noche.
Mientras, ella se reunía con un montón de mujeres de la familia del príncipe,
entre las que se encontraban otra hermana, unas cuantas tías abuelas, varias
tías, e innumerables primas.
Durante toda la velada, escuchó cómo todas se deshacían en
elogios hacia su marido y esperó, en vano, que alguna le hablara de una mujer
llamada Camila.
Cuando se metió en la cama, consciente de que todavía le
quedaban muchas horas para volver a ver a Joe, no pudo evitar preguntarse si
seguiría enfadado con ella.
Al día siguiente, nada más amanecer, le llevaron un delicioso
desayuno a la cama y no había hecho más que terminarlo cuando su cuñada Jahan
fue a buscarla para conducirla a la parte más antigua del palacio.
-La novia recibe ahora todo tipo de tratamientos de belleza -le
Jahan explicó encantada-. Debes relajarte y disfrutar. Te lo vas a pasar
fenomenal.
El palacio Ahmet, que parecía una fortaleza por fuera, por
dentro era un enorme laberinto compuesto por amplios pasillos y tranquilos
patios. Tenía varios minaretes y preciosos jardines y los edificios estaban
unidos a través escaleras de piedra y pasarelas aéreas.
Jahan la condujo a un antiquísimo baño que había formado parte
del harén del palacio en tiempos remotos. Tras dejarla un rato en una sauna,
aparecieron dos terapeutas que le administraron una fina película de algas por
todo el cuerpo.
-Es buenísimo para la piel -le dijo su cuñada.
Demi rió al imaginarse lo que diría Joe si la viera convertida
en un monstruo marino. Sin embargo, era cierto que, cuando le quitaron la
mascarilla seca, su piel estaba más suave que nunca.
A continuación, le lavaron en el pelo con un preparado de
hierbas y la esteticista del palacio le hizo una mascarilla facial, le depiló
las cejas y la deleitó con otros muchos tratamientos de belleza.
Demi le preguntó a Jahan cómo podía ponerse en contacto con Joe
y Jahan le explicó que solamente por teléfono, así que Demi le escribió un
mensaje de texto al móvil.
«Perdón».
En sus habitaciones privadas, Joe recibió el mensaje mientras le
daban un masaje y llamó inmediatamente a su mujer.
-¿Demi...?
-Ayer me enfadé mucho, pero no debería haberte gritado.
-No, te equivocas. Verte tan furiosa me ha hecho pensar que voy
a investigar lo que me has dicho -contestó Joe.
Encantada de que, por fin, Joe la apoyara, Demi se sintió
increíblemente aliviada, pero decidió insistir.
-Joe, yo quiero que me creas porque confías en mí y no porque
hayas hecho investigaciones.
-Hoy nos casamos y te aseguro que ahora mismo no estoy pensando
en las investigaciones sino en ti.
-¿Ah, sí? ¿Y qué estás pensando exactamente?
-En cómo te voy a hacer el amor esta noche.
Demi abrió los ojos sorprendida ante la confesión y sintió un
una punzada de deseo entre las piernas.
-Me sorprendes porque no me has vuelto a tocar desde antes de
que naciera Tazeem.
-¡Eso ha sido una muestra de respeto! -se defendió Joe.
-¿Tan culpable te sientes por lo que pasó en el castillo aquel
día?
-No... De hecho, pienso en aquello constantemente -admitió Joe-.
Recuerdo perfectamente nuestra pasión...
-Eso me gusta -contestó Demi con el corazón latiéndole
aceleradamente.
-Pues a mí me frustra, pero esta noche, por fin, podré
resarcirme de casi un año de duchas frías.
-¿Un año? -se sorprendió Demi-. ¿Me estás diciendo que... o sea
que... que no te has acostado con ninguna otra mujer desde entonces?
-Por supuesto que no.
Encantada, Demi apretó con tanta fuerza el teléfono móvil, que
se sorprendió de que no se rompiera.
-Eso me gusta todavía más -contestó-. Por cierto y cambiando de
tema aunque este me encanta, te quería dar las gracias por haberme traído a mi
hermano. Ha sido el regalo más maravilloso que jamás podrías haberme hecho.
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