domingo, 12 de agosto de 2012

Unas Locas Vacaciones Cap 16




Alguien que estaba sentado delante de ellos llamó a la azafata. Miley decidió dormir un poco, ya que aquél iba a ser un viaje muy largo. Habían acordado ir a Greenville unos días y luego decidir quién se cambiaba de casa de los dos. Nick quería ver el sitio donde ella vivía, conocer a su amiga Demi y echarle un vistazo a la librería. A Miley le había halagado su interés.
De pronto oyó gritar a alguien. Abrió los ojos y vio que un hombre de aspecto extranjero tenía sujeta a la azafata y sostenía junto a su cuello una jeringa. Otro hombre, que había estado sentado junto a él, se dirigió a la cabina del piloto.

-. Se oyó un grito y salió el copiloto. Al ver lo que sucedía, palideció.
-Sí; por lo que veo, dice la verdad -gritó por la puerta de la cabina.
De pronto oyeron por el altavoz que hablaba el capitán del  avión.
"'-Señoras y señores, les habla el capitán Hall -les dijo en un tono engañosamente tranquilo--: El avión va a desviarse a Cuba: Por favor, permanezcan tranquilos y hagan exactamente lo que se les diga. Gracias.
El hombre que había entrado en la cabina, salió otra vez al pasillo y dijo por el micrófono:
 -No queremos hacer daño a nadie. La jeringa que mi amigo tiene en la mano está llena de ácido Clorhídrico. .

Se oyeron murmullos de inquietud entre los pasajeros, sobre todo cuando el hombre que sujetaba a la azafata dejó caer una gota de la jeringa en un asiento. En el sitio donde había caído la tela pareció arder.
-Así que, por el bien de esta señorita: -continuó el hombre-, por favor, permanezcan tranquilos. Nadie sufrirá daño alguno a menos que sea necesario.
Volvió a colocar el micrófono en su sitio y entró en la cabina. El hombre de la jeringa se llevó a la azafata con él. Los pasajeros hablaban entre ellos, llenos de inquietud. -Son profesionales -dijo Nick-. Deben necesitar salir del país a toda prisa.
-¿y quiénes serán? -preguntó Miley.
-Ni idea.
-Pero no se atreverán a utilizar el ácido, ¿verdad?
-¡Por supuesto que sí!
Miley palideció. Volvió la cabeza y vio que la azafata seguía en manos de aquel hombre.
-¿y no puede hacer algo el capitán?
-Claro -repuso Nick, arrellanándose en el asiento y cerrando los ojos-. Puede hacer exactamente lo que le digan esos hombres hasta que se bajen del avión. Lo único que quieren es un viaje gratis. En cuanto lo hayan conseguido, se marcharán.
-¿No estás preocupado?
-La jeringa no está junto a mi cuello.
Su indiferencia la tenía perpleja.. Ella estaba horrorizada de pensar en lo que podía sucederle a la azafata. ¿Pero con qué clase de hombre se había casado?.
Nick sentía dejarla tan desconcertada, pero necesitaba tiempo para pensar; y no podía hacerlo si estaba hablando. Tenía que' trazar un plan. Aquellos hombres no harían daño a la azafata si veían cumplidas sus exigencias. Pero a veces surgían imprevistos. Y, si por casualidad surgía uno, tenía que idear una forma de salir del paso. Eran dos hombres, pero sólo uno iba armado.

 Y desde luego no habrían podido pasar algo metálico por los detectores del aeropuerto. Eso estaba bien. Podía ser que tuviesen uno o dos cuchillos de plástico, o una navaja como la que llevaba él... una navaja que tenía usos muy especiales. La suya era excelente para lanzarla. Y había pocos que le igualaban en el manejo del cuchillo. Sonrió para sí.  .
Miley le miró con una mezcla de curiosidad e irritación.

¡Cómo podía dormir! ¡Dormirse en medio, del secuestro de un avión! Suspiró resignadamente. Bueno, ¿pero qué esperaba que hiciera? ¿Que se levantara de un salto del asiento, como los héroes dé las novelas que ella leía, y que les librara a todos de los terroristas? ¡Ni soñarlo!
Se preguntó cómo se sentiría la pobre azafata. La chica estaba haciendo todo lo que podía por permanecer tranquila, pero tenía que resultarle muy difícil. Sabiendo lo que contenía la jeringa y el efecto tan fulminante que tendría si se lo inyectaban...

Miley, se estremeció sólo de pensarlo. Nunca hubiera imaginado que una gente tan diabólica viviera en el mismo mundo que ella. Nick abrió los ojos y los volvió a cerrar. Miley le lanzó una mirada de exasperación. El más alto de los dos hombres tenía en la mano algo que se parecía terriblemente a una granada, y mientras el avión se iba acercando más y más a Cuba, él iba y venía nerviosamente por el pasillo.

El otro hombre, el calvo que sujetaba a la azafata, obligó a la chica a ir hasta los asientos delanteros, justo los que estaban delante de Nick y Miley, y se sentó junto a ella sin dejar de sostener la jeringa junto a su cuello.
Estaba cansado, pensó Nick. Y el otro se estaba empezando a poner nervioso. Nick estaba casi seguro de que la granada era de plástico. ¿Cómo iban' a haber pasado, si no, los controles de seguridad del aeropuerto?

Una de las revistas sobre misiones secretas traía anuncios sobre aquellas imitaciones, que eran lo bastante perfectas como para engañar a un civil. Pero Nick no era un civil.
Esperaría a que el avión aterrizara en Cuba. Si les concedían asilo político, bien. Si no tendría que intervenir él y desbaratar sus planes. Le debía aquello a Miley. Ella aún creía en los  héroes, aunque a saber qué pensaría de, él ahora.
Cuando el avión aterrizó en La Habana, el más bajo se quedó junto a la azafata y el otro entró en la cabina. Volvió a salir a los pocos minutos, maldiciendo airadamente.

-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? -le preguntó el otro.
-¡Que no nos dejan bajar del avión! ¡Que no nos conceden asilo político!
Miró a su alrededor rabiosamente apretando la granada en la mano Y sin hacer caso de los gritos y miradas de horror de los pasajeros. ,
-¿Qué vamos a hacer? -continuó--. Nos dan combustible,
Pero no asilo. ¿Qué vamos a hacer? ¡No podemos volver a Méjico!
-¡Cuidado! -le advirtió el otro hombre-. iremos a Miami. Después buscaremos asilo al otro lado del océano. Diles que pongan rumbo a Miami.
Aquello se estaba poniendo interesante, pensó Nick. Tenía la corazonada de que aquellos dos hombres eran de América central. Pero estaba claro que no tenían ninguna gana de que se les relacionase con ningún país centroamericano.

El hombre más alto salió de la cabina y dijo: -Ya está, vamos hacia Miami.
-Vale -repuso el otro-. Vamos -añadió, obligando ala azafata a ponerse de pie y seguirle-. Tenemos que explicarle al piloto qué es lo que queremos conseguir del gobierno' estadounidense. .
-¿Cuánto valor tiene, señora van Meer? -susurró Nick sin volver la cabeza hacia ella.
Ella se puso tensa. ¿Qué quería decir con aquello?
-No soy una cobarde -dijo por fin. "

-Lo que se me ha ocurrido podría hacer que te mataran. . -¡La azafata!
-Eso depende de ti -repuso Nick fríamente-. Cuando nos aproximemos al aeropuerto quiero que distraigas al hombre de la jeringa. Sólo distraerle. Oblígale a apartar esa jeringa únicamente una fracción de segundo.
-¿Y por. Qué hacer algo? -preguntó ella-. Dijiste que se marcharían...
-Porque ahora están desesperados. Y no me cabe duda de que-entre sus exigencias estará la de que les proporcionen armas. Una vez que las tengan, habremos perdido nuestra 'oportunidad de escapar.

-Las autoridades no les darán armas -replicó Miley. -Una vez que hayan utilizado el ácido con un par de personas, lo harán.

Ella volvió a estremecerse. Estaba muy asustada, pero sin embargo Miley parecía extrañamente confiado. Daba la impresión de saber muy bien lo que estaba haciendo. Le miró a los ojos y se dijo que le había juzgado mal. En todo aquel rato que llevaba callado había estado pensando. Miley sintió que renacía su confianza en él.
-Podrían matarte -repitió él, odiando aquellas palabras-. Hay un riesgo, no quiero engañarte.
-Nadie me vas a' echar de menos -replicó" ella-, excepto quizá Demi y tú.

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