Demi tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llamar a la guardia
y hacerla echar de palacio por semejante osadía, pero había aprendido de Joe
que había que mantener la calma con los inferiores.
-Ya he oído bastante -contestó Demi-. Vuelve a Inglaterra.
Pensaré en lo que me has dicho, pero no te prometo nada.
Y, sin más, Demi se giró y salió de la sala de audiencias.
Mientras volvía a sus habitaciones, lo único en lo que podía pensar era en lo
convencida que estaba Selena de que Joe estaba enamorado de ella.
Ahora comenzaba a entender por qué Joe se había mostrado tan
frío con ella. Obviamente, al darse cuenta de su error al creerla una ladrona,
había quedado anonadado y devastado. Joe era un hombre que se ponía el listón
muy alto a sí mismo y Demi ya se había percatado de que era muy duro
juzgándose.
De repente, oyó la voz de Joe y se preguntó con quién estaría
hablando.
-Lo he estropeado todo -estaba diciendo su marido-. Lo he
estropeado todo con Demi. ¿Cómo le voy a decir ahora que, en el fondo, me
importaba un bledo que fuera una ladrona o no? Ya ni siquiera pensaba en ello.
No me va a creer, pero te aseguro que es verdad.
Su confesor suspiró cuando Joe le acarició las orejas y se tumbó
a sus pies, presto a dormir junto a su amo.
-Todo eso deberías decírmelo a mí y no a Squeak -dijo Demi.
Joe se giró sorprendido y se ruborizó.
-No sabía que fueras a tardar tan poco.
-No me apetecía mucho quedarme en compañía de Selena -contestó
Demi nerviosa-. He decidido que no quiero denunciarlas, ni a ella ni a Morag.
Supongo que a Morag la habrás despedido, ¿no?
-Por supuesto.
-Me parece suficiente. Lo que quiero ahora es olvidarnos para
siempre de este tema.
-No me puedo creer que vayas a dejar que Selena salga impune
después de lo que te ha hecho.
-Yo fui la víctima, pero tú fuiste la causa. La verdad es que no
me extraña que la pobre fuera capaz de llegar hasta donde llegó por ti
-contestó Demi observando divertida cómo Joe se sorprendía-. Se dejó llevar por
un arrebato de rabia propio de una chiquilla que teme que le quiten al chico
que le gusta.
-No imaginaba que fueras a tomártelo tan bien.
Joe, quiero saber una cosa. ¿Estuviste alguna vez con ella?
-No, pero admito que ella me había dejado muy claro que quería
algo conmigo y que en un par de ocasiones se me pasó por la cabeza -confesó Joe
apretando los dientes-. Sin embargo, siempre mantuve la distancia y,
últimamente, su franqueza me incomodaba.
-Agradezco tu sinceridad -murmuró Demi sinceramente-. Ahora
entiendo por qué Selena creía que tenía algo que hacer contigo y que yo se lo
podía estropear.
-No deberías dejar que eso te influenciara, no deberías olvidar
lo que te hizo.
-Tú no eres una mujer, Joe. Tú no entiendes.
Era cierto que, probablemente, joe no lo entendiera, pero
también era cierto que se estaba mostrando increíblemente sincero.
-Quiero pedirte perdón desde lo más profundo de mi corazón por
haber dudado de tu palabra cuando te acusaron de robo. Yo...
-Ya está... todo está en orden -lo interrumpió Demi-. Selena es
una mujer muy lista y lo planeó todo para hacerme parecer culpable.
-Por favor, déjame terminar -insistió Joe.
Demi suspiró frustrada pues a ella le hubiera gustado hablar de
algo mucho más importante.
-Me avergüenzo de que tú vinieras a buscarme para pedirme ayuda
y de que yo no te creyera. Te dejé tirada. Te aseguro que esa culpa me
acompañará hasta el día de mi muerte.
-Lo sé -murmuró Demi deseando que su marido no se tornara todo
tan a pecho-. Joe, tú también eres humano.
Joe la miró los ojos.
-Te fuiste de casa sin dinero y sin ayuda. Te aseguro que los
siete meses que tardé en encontrarte lo pasé muy mal, estaba realmente
preocupado por tu bienestar.
Demi sonrió pensativa.
-¿Incluso antes de que te enteraras de que estaba embarazada?
-Sí... ahora comprendo que, al enterarme de que estabas
embarazada, debería haber recapacitado. Eso me hace sentir todavía peor por no
haber confiado en ti desde el principio -se avergonzó Joe.
Demi lo miró con decisión.
-Te perdono.
Joe frunció el ceño.
-Pero no puedes...
-¡Si yo digo que te perdono, te perdono!
-Sí, pero...
-¿Acaso no puedo decidir a quién perdono y a quién, no? -exclamó
Demi, exasperada.
Joe palideció y apretó los dientes.
-Por supuesto que sí -contestó.
-Entonces, vas a tener que vivir con la idea de que te he
perdonado -insistió Demi haciendo un esfuerzo para no sonreír-. No nos
conocíamos bien cuando concebimos a nuestro hijo y ése fue el verdadero
problema. Había entre nosotros una atracción física fortísima, pero no nos
conocíamos de nada.
Joe se quedó pensativo.
-No se me había ocurrido verlo desde esa perspectiva. Tienes
razón. Hace falta tiempo para confiar en otra persona. Desde que te vi, un
deseo muy fuerte se apoderó de mí, era como un fuego que quemaba mi sentido
común y mi control. Te veía y estaba perdido. Intenté luchar contra él, pero el
fuego me atrapó y dio al traste con mis buenas intenciones.
-Yo tampoco te ayudé cuando te mentí y te dije que no era
virgen. Por favor, deja de actuar como si solamente uno de nosotros fuera
responsable de lo que sucedió.
Joe asintió y Demi decidió que había llegado el momento de
cambiar de tema y hablar del asunto que realmente tenía en la cabeza desde
hacía un buen rato.
-El día de nuestra boda, me dijiste que no estabas enamorado de
Camila...
Joe la miró sorprendido.
-Así es.
-Sí, pero yo no te creí. En aquel momento, pensé que lo decías
para hacerme feliz.
-Yo jamás te engañaría -le aseguró Joe con candor.
¡Así que era cierto, así que era verdad que no estaba enamorado
de Camila!
-A lo mejor, no soné muy convincente cuando te hablé de ella,
pero me daba mucha vergüenza no haber estado nunca enamorado a mi edad y...
-¿Nunca? -exclamó Demi sorprendida.
-Hasta que te conocí. Cuando te conocí, me di cuenta de que las
emociones que tú despertabas en mí eran mucho más fuertes de lo que yo jamás
había sentido por ella. Entonces, me di cuenta de que me había equivocado, de
que había tomado la admiración por amor.
Demi lo agarró de las manos y se las apretó con fuerza.
-¿Eso qué quiere decir?
Joe = la miró intensamente a los ojos.
-Quiere decir que creo que soñaba con Camila para no tener que
enfrentarme a la realidad de que no quería casarme.
-Eso ya da igual, lo importante es que cuando me leíste en el
desierto todos aquellos poemas maravillosos estabas siendo romántico.
-Por supuesto.
-Estabas siendo romántico porque querías ser romántico y no
porque creyeras que era lo que tenías que hacer durante nuestra luna de miel.
Joe la miró confundido.
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