-Realmente te encanta
estar embarazada, ¿verdad? '-le preguntó cuando Miley fue a que le hiciese la
tercera' revisión, estando de poco más de cuatro meses y medio.
-¡Cada segundo que pasa!
-'-contestó ella, .acariciándose el abultado vientre-. Creo que esta mañana se
ha movido. Era como si un pájaro
intentara escapar.
-Sí -dijo el médico,
sonriendo--. Eso es lo que me dicen siempre que se siente. La primera señal de
un niño sano. Las exploraciones que hemos hecho nos lo aseguran. ¿Ha sabido
algo de su marido?,
-No -repuso ella, bajando
los ojos-. Puede ser que... no vuelva nunca.
-Lo siento. La razón por
la que se lo he preguntado es por que
me gustaría que se apuntase usted a unas clases para dar a luz de manera
natural. Incluso aunque usted no quisiera tener un alumbramiento natural, le ayudar n a
la hora del parto. Se trata de ejercicios preparatorios que, desgraciadamente,
exigen la colaboración de otra persona.
_¿No... No podría hacerla Demi?
El médico, que conocía a Demi,
sonrió.
-Es la persona que conozco
que mejor serviría para entrenar a alguien. Lo único que tiene que hacer es
estar junto a usted y decirle cuándo debe respirar.
-Ya lo hace muy bien -le
explicó Miley.
-De acuerdo; El mes que
viene la inscribiré a usted. Y ahora fuera de aquí. Y no haga muchos
esfuerzos. Hace un calor terrible este verano.
-Dígamelo a mí -replicó
ella, que sudaba incluso con la blusa sin mangas que llevaba-. Bueno, hasta la
próxima.
Decidió dar un corto paseo
antes de volver al trabajo. Hacía una deliciosa tarde de verano, de esas que
atraen a los soñadores a la orilla de los estanques y a los prados salpicados
de flores. Cantó un poco mientras caminaba, sonriendo al sentir la gravidez
de su vientre. Qué mundo tan hermoso. Qué maravilla estar embarazada y gozar
de buena salud.
Finalmente, echó a andar
hacia la librería porque sabía que Demi se preocuparía si estaba fuera mucho
rato. Anduvo perezosamente por la pequeña zona comercial del centro de Greenville,
ajena a los compradores y a los gritos de los niños que jugaban en la acera.
Abrió la puerta de la
librería, entró y se encontró cara a cara con Nick. Llevaba una camisa y unos
pantalones de color caqui y tenía una nueva cicatriz en la mejilla. Parecía
haber adelgazado un poco, aunque seguía tan guapo y tan atractivo como siempre.
Demi debía pensar lo mismo, porque le miraba con los ojos muy abiertos.
-No -murmuró con voz ronca, abriendo los ojos y viéndolos
el uno en frente del otro, mirándose furiosos. Los dos se volvieron a la vez.
-No -"-repitió Miley
con todas fuerza-. Si queréis discutir, salid a la calle. Pero aquí no, no
puedo soportarlo.
-Perdona -le dijo Demi suavemente-.
¿Estás bien?
-Sí, gracias-contestó Miley,
incorporándose.
Nick la miró con gesto de
enfado.
-Bueno, no tienes por, qué
mirarme así -añadió-. ¡No me he quedado embarazada sola, acuérdate!
Demi tuvo que reprimir
una" sonrisa.
-Os dejaré solos para que
habléis,-dijo.
Podemos hablar en casa
–replicó Miley mirando airadamente a Nick allí podré tirar cosas y gritar.
Al verla levantarse con
aire decidido, Nick pensó que era todo un carácter.
.No vayas tan deprisa, no
te conviene -le dijo, cogiéndola de la mano. .
Volviéndose hacia Demi,
añadió:
-¿Podrás arreglártelas
sola durante una hora o así?
-Claro que sí. ¿Y tú?
-Sí, mamá -contestó Nick en tono burlón.
Luego salió a, la calle
con Miley, que le guió a su casa. Estaba al lado de la tienda y para llegar a
ella había un tramo de escaleras. Nick frunció el ceño al verlas. No le
gustaban las escaleras.
-Tienes que cambiarte de
casa -le dijo cuando entraron en el apartamento.
-¿Qué? -preguntó ella.
-Que tienes que mudarte.
No puedes andar subiendo y bajando escaleras estando... así.
-Eso que tú llamas «así»
es un niño y le voy a llamar Joshua Nick replicó Miley en tono desafiante.
Nick la observó
atentamente y por primera vez en muchos meses, se volvió a sentir un hombre
completo. Dejarla a ella había sido lo más difícil que había hecho en su vida.
Todo el tiempo que había estado fuera, había estado pensando en ella,
añorándola deseándola. Todavía la deseaba, pero ahora estaba embarazada. Él no
quería un hijo. Aquello le traía recuerdos insoportables.
Ni siquiera había querido
volver, no había querido que su vida cambiase. Y sus peores presentimientos
habían resultado ciertos al verla.
-¿Has traído los papeles
del divorcio? -preguntó ella en tono calmado. .
Nick puso cara de
irritación y encendió un cigarro sin siquiera preguntarle si le molestaba.
-¿Cómo voy a divorciarme
de ti estando, en el estado en que estás? -replicó fríamente-. Necesitarás
ayuda para mantener al niño, supongo.
No habría podido hacerle
más daño si le hubiese dado un puñetazo.
Le miró rabiosamente, con los ojos llenos de
lágrimas.
-¡Vete! -gritó,
-¿Es que ni siquiera es
mío?
Cogió lo primero que tenía
a mano, una estatuilla, y se la lanzó. .
-¡Maldito seas!
Nick se agachó y la
estatuilla se estrelló contra la puerta rompiéndose en mil pedazos.
-¡Sal de' mi apartamento!
¡Sal de mi vida! ¡Te odio, te odio..,!
De pronto le entraron unas
horribles náuseas. Se dio la vuelta, echó a correr al cuarto de baño y allí
vomitó. Lloró desconsoladamente, sin preocuparse de que Nick estuviera delante,
sujetándola la cabeza,
-Te Odio -le dijo cuando
por fin pudo hablar.
Estaba apoyada contra el
lavabo. Casi no podía moverse.
-Sí murmuró él, lavándole
la cara y las manos.
Después la llevó al
dormitorio, la ayudó a tumbarse en la cama y encendió el ventilador,
colocándolo de forma que le diese directamente.
'-Duérmete -le dijo en voz
baja-. Luego hablaremos. _No quiero hablar _murmuró ella con voz somnolienta.
Pero estaba agotada. Cerró los ojos y segundos después se quedó dormida.
Nick se sentó en la cama
junto a ella, asustado al ver lo que le había hecho. La miró cariñosamente y
luego le subió la blusa, le aflojó el elástico de la falda y contempló su
vientre, ligeramente abultado. Hizo una mueca de dolor al acordarse de otro
tiempo y de otra mujer embarazada. Pero Miley no era como aquella, se dijo.
Acarició aquella piel tan suave con aire indeciso. Sí, su, hijo estaba allí.
Un niño, había dicho ella. ¿Podría estar tan segura? Claro, ahora se podía
hacer análisis y exploraciones. Posó la mano sobre e! vientre y de pronto notó
que algo se movía. Apartó la mano como movido por un resorte.
Miley se había despertado
al sentir e! primer roce de sus dedos, quedándose fascinada al ver la
expresión de su cara. Pero aquella última reacción la hizo reír: '
-¿Qué ha pasado? -preguntó
Nick.
-Que e! niño se ha movido.
-¿Movido? -repitió él,
posando la mano en e! vientre otra vez.
Apretó un poco y volvió a
suceder. Se echó a reír. Suavemente. Alegremente.
-Cuando crecen más, dan
patadas -le explicó Miley-, El médico dice que cuanto más activos son, es que
están más sanos. Y este se mueve mucho.
-No había visto nunca a
una mujer embarazada de esta forma.
-No me molesta que me
mires -murmuró ella, encantada de ver cómo estaba reaccionando.
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