martes, 7 de agosto de 2012

Errores Del Ayer Cap 4




— ¿Te has vuelto loco? Ese no es lugar para una dama.
Joe frunció el ceño mientras Whiskers se encaminaba hacia las escaleras.
—No tengo intención de alojarla con los hombres. Por eso te he dicho que prepararas una de las habitaciones.

—Pues no te quedes ahí parado con esa cara de mal genio. Sal a ayudar a la chica a traer sus cosas —dijo el viejo cocinero mientras subía los primeros escalones—. Tienes peores modales que una mula.
Contrariado por toda la situación, Joe salió a buscar a Demi y la encontró frente a los barracones, sacando una baqueteada maleta del asiento de una vieja furgoneta. Le habría gustado poder ignorar su típica amabilidad texana, pero le resultó imposible y se acercó a tomar la maleta.
—Va a alojarse en la casa principal.

—Eso no será necesario, señor McCray. Estaré perfectamente cómoda en…
—No es su comodidad lo que me preocupa —interrumpió Joe a la vez que cerraba de un portazo la furgoneta—. Tengo que dirigir el rancho, y no pienso quedarme quieto mirando cómo convierte a mis hombres en unos inútiles Casanovas. Ha venido aquí para adiestrar a Black Satin, no para ocupar sus tardes de los sábados con encuentros románticos. Y hará bien en recordarlo.

—Un momento, vaquero —Demi golpeó con la punta del dedo índice el pecho de Joe—. No tengo ninguna intención de relacionarme con sus hombres, pero si decidiera hacerlo no sería asunto suyo. Lo que haga en mi tiempo libre es solo cosa mía —tomó la maleta de su mano y la retiró con energía—. Y no vuelva a cerrar así la puerta de Daisy, o hará que se caiga la herrumbre que la mantiene de una pieza —a continuación se encaminó hacia la casa, pero se volvió enseguida para lanzarle una mirada iracunda—. No sé cuál es su problema, pero su actitud hacia mí apesta. Mientras haga mi trabajo, no tiene de qué quejarse. Y hará bien en recordarlo.

Joe la miró mientras se alejaba hacia la casa. No debería importarle lo que hiciera mientras adiestrara bien al caballo. Pero la visión de su bonito trasero y de sus largas piernas hacía que se le secara la boca. Aquellas piernas subían hasta…

Asqueado consigo mismo, movió la cabeza. ¿Cómo iba a esperar que sus hombres se mostraran inmunes a ella si él no podía? Más que ningún otro, él debería ser inmune a Demi Lovato y sus encantos después de cómo lo había engañado para que la contratara.
No debía acercarse a ella más de lo que se acercaría a una serpiente cascabel. Demi se iría en cuanto acabara su trabajo con Black Satin.
Y eso era precisamente lo que él quería

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