El sonido de la puerta al cerrarse sacó a Joe de la bruma en que
se encontraba desde que las luces de la camioneta habían iluminado a Demi en el
balancín con Ryan acunado en sus brazos. ¿Había algo más dulce para la vista de
un hombre agotado que la imagen de una mujer y un niño esperando su regreso?
— ¿Cuánto tiempo lleva dormido? —pregunto.
—Más o menos una hora —Demi miró a Ryan y sonrió—. Quería
esperarte despierto, pero no lo ha conseguido. Le he prometido que tú lo
acostarías.
Joe se sentó junto a ella.
—Siento haberme retrasado tanto, pero han tenido que operar a Jim
de la pierna y, como no tiene familia por aquí, Whiskers y yo hemos esperado
hasta que ha salido del quirófano —se encogió de hombros—. No nos ha parecido
bien dejarlo sólo.
Demi asintió.
—Habéis hecho lo correcto. Es triste estar en un hospital sabiendo
que no hay nadie cerca que se preocupe por uno.
Joe la miró. Estaba seguro de que había hablado por experiencia.
— ¿Qué pasó?
—Caí con pulmonía después de una gripe severa y tuve que ser
hospitalizada.
— ¿Y tu hermano? ¿No estaba contigo?
Demi suspiró.
—Como siempre, Cooper estaba en algún rodeo. Yo no sabía dónde
ni cómo ponerme en contacto con él.
— ¿No podrías haber avisado a tus padres?
—Mi padre había tenido un accidente —Demi hizo una pausa y
suspiró profundamente—. Nunca llegó a recuperarse del todo. Murió un año
después. Eso fue mucho antes de mi estancia en el hospital.
—¿Y tu madre?
—Mamá… —la voz de Demi se quebró—… también se había ido.
Instintivamente, Joe pasó un brazo por sus hombros y la atrajo
hacia sí. Ella trató de apartarse, pero la retuvo a su lado. Se dijo que solo
le estaba ofreciendo consuelo, apoyo. Pero la sensación de tenerla junto a sí
le hizo admitir enseguida que había estado buscando una excusa para poder
volver a abrazarla.
—Creo que será mejor que vayamos a acostarnos —murmuró Demi con
voz ligeramente temblorosa.
Joe tragó saliva.
— ¿Qué?
—Es tarde. Necesitamos dormir —Demi le entregó al niño y luego
se levantó—. Cuando mañana termine de trabajar con Satin hablaré con Brad para
que me diga donde me necesita para trabajar.
Joe la miró, confundido.
— ¿De qué estás hablando?
—Con Jim en el hospital te falta un hombre —Demi se encogió de
hombros—. No se me ocurre ningún motivo por el que no pueda echar una mano.
—Ni hablar.
—No seas ridículo. Te vendrá bien la ayuda, y a mí no me importa
en lo más mínimo ofrecértela.
—He dicho que no —insistió Joe.
Demi apoyó las manos en sus caderas y lo miró con gesto
desafiante.
— ¿Y puede saberse por qué? Soy perfectamente capaz de trasladar
ganado, arreglar alambradas y comprobar el estado de los pozos.
Joe se puso en pie.
—Es un trabajo duro y sucio.
Demi arqueó una ceja.
— ¿Y adiestrar caballos no?
—No forma parte de tu contrato.
—Tampoco forma parte de mi contrato limpiar cocinas apestadas
por una mofeta, y eso no pareció preocuparte.
Al ver que Ryan se removía a causa de las voces, Joe bajó la
suya.
—Hablaremos de eso por la mañana.
Demi alzó las manos al pasar junto a él.
— ¡Muy bien!
—Ya veremos si te parece «muy bien» mañana —murmuró Joe mientras
la puerta se cerraba tras ella.
El mero hecho de pensar que Demi pudiera sufrir un percance
similar al de Jim hacía que se le encogiera el estómago, y estaba dispuesto a
hacer lo que fuera para impedirlo.
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