-Sí -repuso Nick,
mirándola con ojos brillantes Miley le tendió los brazos, sintiendo que la
sangre corría por sus venas, como un río desbordado. Nick titubeó 'un segundo y
se tumbó junto a ella.
Los días transcurrieron
velozmente. Nick" y Miley lo hicieron todo juntos. Nadaron, hablaron
aunque siempre de temas generales más que de cosas personales; bailaron y
probaron platos nuevos y deliciosos. Y por la noche él le hacía el amor. A
veces al amanecer. Una" vez en el suelo del baño, porque la intensidad de
su deseo no les dejó tiempo para llegar hasta la cama. De vez en cuando Nick se
acordaba de las precauciones, pero la mayoría de las veces no. Caminaban
envueltos en una bruma de sensualidad que impedía que Miley viese el futuro.
Pero por fin llegó el día en que tuvieron que marcharse de Veracruz. Llegó súbitamente, y demasiado pronto.
El último día de su
estancia no fue en absoluto bienvenido y Miley hizo el equipaje con una cara
muy triste. Había cambiado sus planes para poder estar con Nick todas sus
vacaciones, pero, al acabar aquella semana, él le había dicho que tenía un
trabajo esperando y que no podía perder más tiempo. Miley le observó mientras
él recogía su ropa, preguntándose hasta qué punto sería peligroso su trabajo.
Un soldado, había dicho, ¿Significaría eso que estaba en la reserva? Seguramente,
se dijo. Por eso era por lo que no le importaba irse á vivir a Greenville.
Ella había pensado mucho
en eso, en dejado todo e irse a vivir a Chicago. No le importaba, aunque
echaría de menos .a Demi y a sus amigas de la librería. Le habría seguido a
cualquier sitio. Cuando se dio cuenta del poco tiempo que habían pasado juntos,
casi no pudo creer que tantas cosas hubieran sucedido y tan rápidamente.
Parecía que había transcurrido toda una vida desde que aquel gigante rubio se
había sentado junto a ella en el avión. Y ahora era su marido. Un marido del
que sabía muy poco.
-¿Estás lista? -le
preguntó él.
-Sí -contestó Miley,
llevando sus dos bolsas de viaje junto a la puerta, donde ya estaban las de Nick.
-Tú y tus libros --dijo
él, riendo, al ver la bolsa pequeña-. Bueno, al menos ya conoces a fondo el
tema del que tratan.
Ella se sonrojó al
recordar sus noches apasionadas.
-En efecto, señor van
Meer.
-¿No te arrepientes, Miley?
-Ni aunque éste fuera el
último día de mi vida-repuso ella-. ¿Y tú?
-Lo único que lamento es
que no nos hayamos conocido antes. Me alegro de que nos hayamos encontrado.
Consultó el reloj y
añadió:
-Será mejor que nos demos
prisa o vamos a perder el avión.
Nick había hecho las
reservas para los dos y había pedido asientos contiguos. Miley se sentó a su
lado, mirándole con adoración. Era tan guapo... y suyo. Demi no iba a
creérselo.
Nick la miró, sintiéndose
todavía asombrado de tener una esposa. J. D y Gabby se iban a quedar
boquiabiertos, pensó. Y Apollo y First, Semson, Draga y Laremos. Nick, casado.
Era increíble hasta para él. Pero se sentía bien. .
Seguramente era el influjo
de Gabby, reconoció. Había oído hablar tanto de ella a J.D, incluso antes de
conocerla, que algunos de sus viejos prejuicios contra las mujeres habían
perdido virulencia. No mucho, pero algo sí. Gabby había atravesado una selva
infestada de comandos por J.D., e incluso había arriesgado su vida por salvarle
de una bala. ¿Haría Miley algo' así por él? ¿Realmente poseía el carácter
decidido que él percibía bajo
Aquel aire de timidez?
¿Cómo reaccionaría cuando supiese la verdad sobre él? Eso no le había
preocupado durante los últimos días, pero ahora sí. Y mucho, Miró la bolsa de
novelas que Miley llevaba bajo el asiento y sus labios se fruncieron en una sonrisa
despectiva. Pensó en lo cercanas a la ficción que podían parecerle algunas de
sus misiones.
-Bueno, no todos podemos
conseguir el Amazonas -murmuró Miley al advertir cómo miraba los libros.
-¿Qué? -preguntó él,
sonriendo.
,-Estabas mirando mis
novelas con aire despectivo. Y, si te crees que son sólo tonterías, puedes
llevarte una sorpresa.
Cogió una de las novelas,
en cuya portada aparecía un hombre con un arma automática. A su lado había una
mujer y al fondo se veía la selva.
Nick parpadeó. Cogió el libro
y leyó la contraportada. La novela trataba de un fotógrafo de prensa que se
veía atrapado en un país de América Central durante una revolución.
-¿A que no era lo que te
esperabas? -No.
Miley le quitó el libro y
lo volvió a guardar en la bolsa.
-La mayoría de las
personas somos unos aventureros en el fondo, ya sabes. Y las mujeres lo mismo
que los hombres. Te quedarías asombrado si supieras cuántos de mis clientes
sueñan con verse atrapados en una revolución.
-¿Has visto morir a
alguien alguna vez, Miley? -le preguntó él secamente.
-Claro que no -repuso
ella, extrañada por la frialdad de su tono.
-Entonces no tengas tantas
ganas de meter la nariz en los golpes de estado de otros países. No es nada
divertido.
Metió la mano en el
bolsillo para coger un cigarro y entonces se fijó en que la luz de no fumar
continuaba encendida. Recordó, además, que había elegido un asiento en la
sección de no fumadores para estar junto a Miley, que no fumaba. Masculló algo
para sus adentros.
-¿Y tú? -preguntó ella-.
¿Has metido la nariz en un golpe de estado de otro país?
-Eso es algo que no debe
preocuparte -replicó Nick, suavizando sus palabras con una sonrisa.
Miley se volvió a mirar
por la ventana sin...decir nada.-Se sentía inquieta, pero trató de
tranquilizarse. Nick era ahora su marido. Tenía que aprender a no disgustarle.
Se arrellanó en el asiento y cerró los ojos. Se esforzó por convencerse de que
se estaba preocupando sin necesidad. Seguro que, no había nada turbio en el
pasado de Nick.
No hay comentarios:
Publicar un comentario