domingo, 1 de julio de 2012

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 3 Niley



Los hermanos Cyrus también eran asiduos a esas fiestas benéficas, en gran medida en representación del padre enfermo. Era algo que ella aceptaba de buen grado y siempre con una fachada de cortesía.
Sólo ella sabía el efecto que Nick ejercía en su persona. Nadie podía notar su pulso acelerado ni el nudo en el estómago ante su sola presencia, ni como una mirada a su boca sensual le hacía hervir la sangre en las venas al recordar nítidamente el modo en que una vez esos labios se habían posesionado de los suyos.
Once años. Un beso todavía tan vivido. Un beso que se convirtió en la medida de los otros besos que le siguieron en esos años. Pero ninguno había sido como aquel, por mucho que ella intentara convencerse de que era un engaño de su memoria.
Había ocasiones en que pensaba que aceptaría una de sus invitaciones para satisfacer su curiosidad. Pero siempre algo, como un conocimiento innato del peligro, se lo impedía.
Las invitaciones de Nick y sus continuos rechazos se habían convertido en una especie de juego amable que ambos aceptaban.
A veces se preguntaba qué haría Nick si alguna vez lo sorprendía aceptando una invitación.

-Nick -saludó Miley al tiempo que devolvía con ecuanimidad su mirada apremiante.
-Cameron -saludó Miley. Por un segundo, ella creyó advertir una muda señal entre los hombres, pero luego descartó el pensamiento pensando que era sólo una fantasía-. Parece que la velada será todo un éxito, ¿no os parece?
La fiesta de esa noche se celebraba con el fin de recaudar fondos para proveer de equipos de vanguardia a un ala especial del hospital pediátrico de la ciudad.
Sin duda allí había muchos invitados con auténtico interés por colaborar en una obra benéfica.
Sin embargo, para la gran mayoría se trataba de un encuentro social en que las mujeres competían en glamour intentando superar a las demás con sus vestidos de diseño y costosa joyería, mientras los hombres aprovechaban para hacer negocios bajo la excusa de alternar en sociedad.
Nick Jonas no entraba fácilmente en ninguna de esas categorías y ella no tenía ningún interés en catalogarlo. De hecho, hacía cuanto podía para fingir que no existía, pese a los intentos de Nick por convencerla de lo contrario.

El podía tener cualquier mujer que quisiera. Y probablemente lo hacía. Su fotografía solía aparecer en las páginas sociales de numerosos periódicos y revistas, inevitablemente junto a una mujer sensacional pegada a su lado.
Era un hombre que inspiraba respeto y admiración en una sala de juntas y además, según se murmuraba, poseía el talento de enloquecer a una mujer en su dormitorio.
Algunas mujeres se habrían superado a sí mismas ante el desafío de domesticarlo, sin importarles demasiado lo que durara la experiencia. Pero Miley no era una de ellas. Sólo un loco se aventuraría a desafiar al diablo sin salir quemado.
-Si me perdonas, necesito saludar a alguien -dijo.

Una frase muy utilizada, pero cierta. Siempre había amigos que saludar para escapar de su presencia. Aunque Cameron hizo un gesto de protesta, Nick se limitó a inclinar la cabeza. Lo que no le ayudó en absoluto porque pudo sentir los oscuros ojos clavados en su espalda mientras se alejaba.
«Debes superarlo», se dijo a sí misma antes de integrarse en la conversación que mantenía un grupo de amigos.
Más tarde, Cameron se unió a ella.
-No había razón para que desaparecieras –dijo en tono desaprobador.
-Nick Jonas puede ser un regalo para los ojos, pero no es mi tipo.
-¿No?
No -declaró con una sonrisa que intentó mantener en los labios mientras se aproximaban a la mesa que les correspondía-. ¿Sabes quiénes se sentarán junto a nosotros? -preguntó en tono ligero en tanto se acomodaba en uno de los cuatro asientos vacíos y a la vez saludaba a los otros seis invitados que ya estaban sentados


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