Aunque,
si se movía podía perturbar el sueño de Nick y esa no era una buena opción.
Miley
contó ovejas, sin el menor resultado. Después se concentró en el intrincado
diseño de una joya en la que estaba trabajando.
¿Cuánto
tiempo permaneció en la oscuridad? ¿Diez, veinte minutos? ¿Cuatro, cinco horas?
Entonces
se produjo un ligero movimiento, la habitación quedó bañada en una suave luz y Nick
surgió junto a ella, con la cabeza apoyada en un codo.
-¿No puedes dormir? -preguntó arrastrando las
palabras.
Los ojos de
ella aparecían oscuros, grandes y la tez pálida.
-No sabía que
estabas despierto.
-¿Te duele la
cabeza?
Habría sido tan
fácil asentir.
-No.
Él deslizó los
dedos por su mejilla.
-¿Librando una
batalla interna?
-Sí.
Los labios de Nick
se curvaron en una sonrisa divertida.
-La sinceridad
es una virtud muy difícil de encontrar en una mujer.
-Está claro que
no has conocido a la mujer apropiada.
Miley pensó si
esa era su voz. Sonaba
increíblemente enronquecida. Sensual más bien, pensó acobardada al sentir el
dedo que recorría la sien y colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.
Había una atmósfera de irrealidad en esa conversación. Ella era consciente de
la habitación, de la cama, del hombre en el que pronto enfocó toda su atención.
Con el dedo
pulgar él delineó el labio inferior y luego lo deslizó hasta la barbilla en
tanto buscaba la boca femenina, como un preludio a la deliberada seducción de
los sentidos femeninos.
La sutil exploración
se convirtió en una
sugerente
posesión sensual que la llevó a prescindir de sus inhibiciones... con demasiada
facilidad para su paz mental.
Debería
intentar escapar, retirarse, protestar un poco, pero el toque de sus labios
tenía algo de mágico que ella no podía resistir, y gimió mientras las manos
acariciaban sus pechos y luego atormentaban los excitados pezones.
Una onda de
calor se había apoderado de sus venas llenando su cuerpo de honda calidez
sensual mientras él le quitaba la camiseta.
Durante largos
segundos soportó la mirada apreciativa sobre su cuerpo desnudo y supo instintivamente
que el momento de la intimidad había llegado.
Todas las
células de su cuerpo respondieron con dolorosa vivacidad cuando él se inclinó
sobre un pecho y suavemente mordió el pezón.
Miley deslizó
los dedos por el pelo de Nick
y gimió deseando que se detuviera al sentir la lengua alrededor del ombligo
antes de posarla entre los muslos.
A pesar del
ruego para que desistiera, la caricia se hizo más íntima, y aunque ella luchó
contra las sensaciones que le producía se sintió lanzada hacia lo alto, tan alto
que un breve grito de placer escapó de su garganta.
Cuando pensaba
que la sensación ya no podía ser más intensa, volvió a repetirse, hasta tal
punto que sintió que su cuerpo se incendiaba.
¡Santo cielo!
El ferviente susurro salió de sus labios corrió una plegaria irreverente
mientras Nick se apoderaba de su boca en un beso tan intenso que al fin la
venció, obligándola a compartir el placer de la sensualidad.
Un sonido de
alarma sonó en su mente.
-¿Alguna
protección? -murmuró.
-Ya me he
ocupado de eso.
Entonces Nick
la penetró y poco a poco ella sintió que sus músculos se relajaban a medida que
él comenzaba a moverse lentamente al principio y luego con mayor insistencia
hasta que el movimiento acompasado se convirtió en una entidad hipnótica contra
la cual no había ningún poder capaz de resistir.
Una experiencia
nunca antes vivida. Una intoxicación cautivadora de sus sentidos mientras él la
llevaba a un punto de éxtasis mágico.
Luego no tuvo
recuerdo del grito que se escapó de su garganta, ni de las uñas clavadas entre
las costillas o sus dientes en la carne de Nick. Ese instante la había
convertido en una salvaje desenfrenada, conducida más allá del mero deseo, a un
lugar primitivo donde la pasión era una entidad incandescente.
Entonces Nick
la acomodó lenta y suavemente, calmando el cuerpo estremecido hasta dejarlo
quieto entre sus brazos.
Las lágrimas le
corrían por las mejillas y él sintió el corazón oprimido ante la vulnerabilidad
de Miley.
Se sentía
totalmente expuesta. Como si ese hombre tuviera la facultad de ver dentro de su
corazón, dentro de su espíritu, en todo su ser, y todos sus secretos quedaran
al desnudo.
Cuando Nick se
tendió, siempre con ella entre sus brazos, la miró bajo la suave luz y ella no
pudo retirar la mirada. No tenía palabras, nada que pudiera decir.
Más tarde, él
volvió a abrazarla y al sentir que entraba otra vez en su cuerpo, dejó escapar
un gemido mientras se adaptaba al ritmo de Nick, y juntos alcanzaron el clímax.
Más tarde, Nick
la estrechó contra su cuerpo hasta que ambos empezaron a respirar con
normalidad.
Ella se había
dormido al instante con la mejilla apoyada en el pecho masculino, incluso
protestó cuando él bajó de la cama y la tomó en brazos.
-¿Qué haces?
-preguntó en un tono débilmente escandalizado mientras él entraba en el cuarto
de baño y luego en la ducha.
-No podemos
compartir la ducha –protestó Miley.
Diego dejó
escapar una risa ronca.
-Hemos
compartido hasta la última intimidad -dijo al tiempo que empezaba a pasarle el
jabón suavemente por la piel.
Eso ya era otra
cosa y ella le puso una mano en el pecho a modo de silenciosa protesta.
-No.
Él no se
detuvo.
-Más tarde
dormiremos.
Ella intentó
empujarlo.
-Puedo hacerlo
yo misma.
-Permítemelo.
-Nick...
-Me gusta oír
mi nombre en tus labios.
-Por favor
-murmuró al sentir el contacto más íntimo de la mano de Nick.
Estaba invadiendo
su intimidad de una manera que nunca había experimentado con otro hombre.
-En un minuto más
te tocará a ti -dijo en tono divertido, y luego
Tuvo la audacia
de reír cuando ella le mordió el hombro.
-Si quieres
jugar, querida, estoy dispuesto a complacerte.
-Ya he jugado
bastante.
Y era
verdad, porque la fatiga se había apoderado de ella.
Todo
combinado con el chorro de agua caliente, el vapor y la hora tardía.
Él terminó
de lavarla y luego hizo lo propio. En un par de minutos salió del agua y la
secó con una toalla de baño que luego utilizó para él.
Segundos
después, la condujo al dormitorio, la acomodó bajo la ropa de cama y apagó la
luz.
Luego
la atrajo contra su cuerpo y esperó que el cansancio venciera el rechazo de Miley, hasta que al fin ella se durmió.
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