martes, 31 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión Cap 31



Miley  gradualmente se dio cuenta de que no estaba sola en la cama. Su cabeza se apoyaba en el pecho de
Nick, una pierna masculina se enlazaba con la suya y él la estrechaba entre sus brazos.
Nick sintió los latidos apresurados del corazón de Miley, su respiración entrecortada y la besó en los cabellos aspirando su fresco aroma.
Un hombre podría sentir un inmenso placer al despertar por las mañanas junto a una mujer cálida y complaciente entre sus brazos.
Aunque no cualquier mujer sino... esa mujer.
-Estás despierta.

Ella oyó su voz cansina y respondió perezosamente que sí.
Él le recorrió la espalda con los dedos, acarició los firmes glúteos, luego la cadera y la cintura antes de avanzar hacia los pechos.
Ella casi dejó escapar un gemido cuando él la puso de espaldas y su boca acarició un pecho y un tierno pezón.
Segundos más tarde, la mano masculina se dirigió a la suave zona entre las piernas y empezó  a explorarla.
Ella dejó escapar un ahogado y ronco grito al sentir una intensa ola orgásmica que desató sus emociones.

Cuando Nick penetró en su cuerpo sintió como nunca se elevaban hacia las alturas y juntos alcanzaban el clímax en una tumultuosa fusión sensual.
Permanecieron abrazados como sólo dos amantes satisfechos pueden hacerlo.
Con los ojos cerrados, Miley pensó que había sido una experiencia increíble mientras dejaba que su mente y su cuerpo se relajaran.
Más tarde buscaría satisfacerlo sólo a él. Y así lo hizo, deleitándose en desafiar y vencer el control de Nick.

«Disfruta», rogó silenciosamente. Porque en unas pocas horas más volvería a su apartamento y a una vida sin él.
Tarde, mucho más tarde se levantaron, compartieron la ducha, se vistieron y tomaron una combinación de desayuno y comida.
El teléfono móvil de Nick empezó a sonar cuando tomaban el café.
-Tendré que atender esta llamada.
Miley  levantó una mano indicándole en silencio que lo hiciera y luego lo vio cruzar la terraza.

«Francés», se dijo al escuchar una o dos palabras de la conversación y se preguntó cuántos idiomas hablaría Nick.
«Asuntos de negocios», decidió y dejó vagar la mirada sobre la piscina hacia el puerto.
-Tengo que reunirme con dos colegas. Les han cancelado el vuelo programado y tendrán que tomar un avión más temprano -informó Nick al volver a la mesa-. Estaré de vuelta en una o dos horas.
-Bien.

Tras terminar de tomar su café, le dio un beso breve pero intenso.
-Necesito hablar contigo -murmuró todavía con sus labios sobre los de Miley. Ella no fue capaz de decir una sola palabra-. Miley... -alcanzó a decir y en ese momento volvió a sonar el teléfono-. Maldición -exclamó mientras se pasaba los dedos por el pelo-. De acuerdo -dijo a su interlocutor.
Sus ojos se oscurecieron. Delegar el asunto estaba fuera de toda posibilidad. Había sólo dos socios capaces de manejar las negociaciones en curso y ninguno de los dos se encontraba en la ciudad.

-Tengo que resolver este asunto en un par de horas.
-Vete -dijo ella con calma-. Seguro que ellos te están esperando.
Él le dirigió una mirada penetrante, luego entró en la casa, recogió su cartera y las llaves y se dirigió al garaje.
Minutos después Miley recogió la mesa, lavó los platos y ordenó la cocina.
Quedarse o marcharse.

Si se quedaba, tendría que tolerar una aventura. Mientras hubiera amor entre los dos podría vivir de ese modo, pero era algo insostenible cuando sólo uno de ellos sentía amor.                 I
Ella no era el tipo de mujer que aceptaba aventuras efímeras.
Tampoco se veía a sí misma enganchada a un hombre y aceptando sólo lo que él quisiera darle.

«No puede ser», decidió tristemente mientras subía la escalera.
No le llevó demasiado tiempo preparar su bolso y dejar una nota en una mesa del vestíbulo. Luego llamó un taxi.

La gata la saludó con un maullido indignado, agitando el rabo. Había mensajes en el contestador automático, pero ella organizó las prioridades. Primero dio de comer al animal, luego metió la ropa en la lavadora y más tarde tomó una bebida fría.
Entonces escuchó los mensajes.
Taylor.
«Enlace la próxima semana en Roma. Querida, te necesito allí, para que me sostengas la mano».
Otro de Cameron.
«El martes vuelo a casa. Cenamos el miércoles, ¿de acuerdo?».
Otro de Delta.
«Espero que estés disfrutando el romántico paseo, pero no durará».
Miley no supo si reír o llorar con el último mensaje. El paseo, como lo llamaba Delta, había terminado.
Mantenerse ocupada le haría bien, así que sacó la ropa de la lavadora y la puso a secar.

El contenido del refrigerador era patético. Con las llaves del coche en la mano, repasó la lista de la compra mientras bajaba al garaje. Leche, pan, fruta fresca y verduras para ensalada. Luego condujo hasta el supermercado más cercano.
En una cafetería no lejos de casa, tomó un café mientras leía una revista.

Eran casi las cinco cuando condujo el coche hacia el aparcamiento subterráneo.
Entonces vio un vehículo muy familiar estacionado en la zona de visitas. Y por si le quedaban dudas acerca del dueño, vio la alta figura de Nick apoyado indolentemente en el Aston Martín.

Durante una fracción de segundo olvidó respirar, luego cruzó la verja de seguridad e introdujo la tarjeta con dedos temblorosos. Más tarde estacionó el vehículo en el garaje y antes de poder abrir la puerta del coche, esta se abrió de golpe.
Miley miró a Nick y de inmediato notó su dura expresión, como esculpida en piedra.
-¿Qué haces aquí?

-¿Creíste que no vendría?
Con todo cuidado salió del vehículo y cerró la puerta con llave antes de volverse hacia él.
-No sé de qué estás hablando.
-Lo sabes -replicó en un tono suave como la seda y ella tragó saliva-. ¿Por qué no te quedaste?
-No había ninguna razón para hacerlo. No nos debemos nada -se las ingenió para decir.
-Todas las obligaciones cumplidas, ¿verdad? -dijo Nick con peligrosa suavidad.
Miley creyó morir al responder afirmativamente.
-Sí.
-¿No hay ninguna emoción en juego? ¿Sólo buen sexo?
Ella estaba a punto de hundirse.
-¿Qué quieres de mí?

El grito que salió de su corazón sonó con furiosa desesperación.
-Te quiero en mi vida.
-¿Por cuánto tiempo, Nick? ¿Hasta que uno de nosotros decida terminar? Nada dura para siempre y la lujuria es una pobre compañera del amor.
En ese momento un coche estacionó en el espacio junto a ellos. Ella reconoció al conductor, que era un vecino, y notó su mirada preocupada.
-¿Todo bien, Miley?
Nick apenas cambió de expresión.

1 comentario:

  1. OMG! ME QUEDE ASI :O
    NOSE DA CUENTA QUE NICK LA AMA !!!♥

    - COMO ADIO ALA!PYhEhkRRfjA DE DELTA!
    ES UNA B%I%T%C%H grrr :@

    ahhh VANE♥ ME ENCANTO
    AMO TU NOVE
    POR FAVOR SUBE PRONTO C:
    LO MAS PRONTO POSIBLE ME ENCANTA :D
    Bye besos tq3 xxoxox

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