Nick sintió
un cierto grado de satisfacción ante la incomodidad de Miley. A decir verdad,
le deleitaba saber que ella no se sentía totalmente cómoda con él y le
complacía el hecho de que su experiencia con los hombres era limitada.
Sintió que
su cuerpo reaccionaba ante el pensamiento de la noche que se aproximaba. No
había experimentado esa sensación de anticipación respecto a una mujer desde la
adolescencia, cuando el torbellino hormonal no hacía diferencia entre una mujer
u otra.
En la
actualidad, el deseo y la pasión convergían en una mujer, sólo una. Miley.
Más tarde,
ella terminó de maquillarse, recogió su bolso de noche y salieron del
apartamento.
El clásico
vestido negro con encaje y zapatos de tacón eran adecuados para cualquier
ocasión.
Una larga
bufanda también de encaje en tomo al cuello era un complemento estupendo junto
con unos pendientes y pulsera de diamantes.
Su aspecto
era muy juvenil, peinada con un elegante moño en lo alto de la cabeza. ¿Quién
iba a pensar que su interior se había convertido en un manojo de nervios?
Cuando
llegaron al restaurante, el Maite ofició con amigable formalidad una vez que
los condujo a la mesa.
¿Vino? Una
copa, que ella bebió a sorbos a lo largo de la cena, y aunque conversaron ella
casi no recordaba de qué habían hablado. Porque allí sólo estaba el hombre y el
aura sexual que proyectaba. Era un poderoso afrodisíaco... primitivo, mortal.
¿Cuánto duró
la cena? ¿Dos, tres horas? Casi podía oír el martilleo de su corazón mientras
esperaba el momento en que Nick pediría la cuenta.
El
apartamento estaba oscuro cuando llegaron y Miley se aproximó al ventanal para
admirar el paisaje.
Más que oír,
sintió a Nick a sus espaldas y no protestó cuando él la atrajo hacia sí por los
hombros.
Sus labios
acariciaron la nuca y ella sintió su cuerpo dolorosamente alerta a las
sensaciones que lo recorrían.
Luego, Nick
la condujo al dormitorio y la tendió en la cama. Tras apagar algunas luces,
lentamente la desvistió hasta dejarla totalmente desnuda. Con mucho cuidado
alzó la mano hasta sus cabellos y los soltó de modo que la melena se deslizó
sobre los hombros de Miley.
Entonces
acarició sus pechos y recorrió su vientre antes de detenerse en el suave y
húmedo ángulo entre las piernas.
-Llevas
demasiada ropa -murmuró Miley temblorosa, y luego observó cómo se desvestía.
A
continuación, Nick la besó despertando en ella tal pasión que muy pronto perdió
el sentido del tiempo y del espacio y se perdió en el hombre, desenfrenadamente
dispuesta a dar y tomar placer hasta alcanzar el final.
Fue entonces
cuando Nick empezó a seducirla con tan exquisita lentitud que ella gritó
pidiendo que mitigara el fuego que la consumía.
Más tarde,
se quedaron dormidos y al amanecer volvieron a unirse con la dulce lentitud de
dos personas en perfecta armonía sexual. A la mañana siguiente, desayunaron
junto a la piscina mientras Miley pensaba con tristeza que era un lugar idílico
y se preguntaba cómo sería dormir en los brazos de Nick todas las noches y
ofrecerse mutuo placer.
Al día
siguiente al amanecer tomarían el primer avión para Sidney y luego partirían
por caminos separados.
Debería
sentirse feliz de que todo estuviera a punto de terminar, pero en cambio se
sentía increíblemente desolada.
Cuando Nick
le preguntó cómo quería pasar el día, ella eligió el parque temático. Allí
habría mucha gente, todo tipo de entretenimientos y eso significaba que no
tendría mucha oportunidad de pensar en el encuentro nocturno.
-¿Quieres
salir a cenar o lo hacemos aquí? -preguntó Nick cuando regresaron al ático.
-Prefiero
cenar aquí.
Sería
agradable cenar en la terraza bajo las estrellas, bebiendo una copa de vino
frío, saboreando la exquisita comida mientras contemplaba el paisaje marino.
Nick se
acercó a ella y recorrió su mejilla con un dedo.
El contacto
le aceleró el pulso mientras invadía su
cuerpo de placenteras sensaciones.
Era una
locura. «Piensa con la cabeza. Si obedeces a los dictados de tu corazón tendrás
serios problemas», se dijo en silencio.
Pero de
alguna manera tuvo la sensación de que era demasiado tarde para emplear la
razón.
-Voy a
cambiarme -anunció en tanto pensaba que si no se alejaba de él estaría perdida.
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