Una ducha
refrescante la ayudó a recuperar la normalidad. Luego se puso unos vaqueros y
un top de algodón, se ató el pelo en una coleta y se dio un toque de brillo en
los labios.
-Mira la
carta mientras me doy una ducha y me visto -dijo Nick.
Miley se
decidió por arroz con salsa de gambas. Cuando Nick se reunió con ella, vestido
con vaqueros negros y una camisa deportiva, eligió lo mismo que ella, además de
langosta y una ensalada.
Después
abrió una botella de un exquisito vino blanco muy frío. Mientras esperaban que
les llevaran la cena, salieron a la terraza y contemplaron el cielo nocturno
que se oscurecía totalmente.
Las luces de
las embarcaciones se hicieron visibles y Miley las contempló inmóvil, como
hipnotizada, mientras Nick deshacía el nudo de la cinta que le ataba el pelo.
-Todo el día
he resistido la tentación –dijo mientras enredaba los dedos en los cabellos que
se curvaban en los hombros.
Luego la brisa
empezó a alborotarlos. Con una cálida sonrisa se aproximó a los labios de Miley
y la besó largamente. A continuación bebió un sorbo de vino. Miley apoyó la
mano en el hombro de Nick y se apoyó en él hasta que oyeron que llamaban a la
puerta.
Nick recibió
la comida mientras ella ponía la mesa en la terraza. Muy pronto, ambos
compartieron la cena ofreciéndose mutuamente trocitos de marisco de los
deliciosos platos.
La luna
brillaba y había miríadas de estrellas parpadeantes en el cielo nocturno. «Un
momento mágico», pensó Miley.
Cuando la
brisa se hizo más fresca, despejaron la mesa, lavaron los platos y bebieron
café en la sala de estar.
Más tarde,
con un rápido movimiento Nick la tomó en brazos y la llevó al dormitorio donde
ambos se desvistieron.
Ella quería
saborear cada momento, cada beso, el toque de sus manos, su boca y sentirse
exultante en la posesión. Quería darle placer y oír su respiración entre los
dientes, su voz enronquecida mientras lo llevaba hasta el fin de su
resistencia. Nick sintió la calidez femenina que se revelaba en el modo que lo
aprisionaba contra su cuerpo urgiéndole un ritmo que escalaba las alturas hasta
llegar a un clímax estremecedor que los dejó extenuados.
Durmieron
unas cuantas horas y más tarde Nick la llevó al jacuzzi.
Como en un
sueño ella dejó que la lavara y se quedó quieta como un niño obediente cuando
él aclaró su cuerpo y más tarde la condujo a la cama donde hicieron el amor de
una manera tan dulce que sintió deseos de llorar.
Demasiado
pronto llegó la hora de marcharse
al aeropuerto Coolangatta.
Eran pasadas
las ocho cuando desembarcaron en el aeropuerto de Sidney.
-Tomaré un
taxi -dijo Miley cuando salían de la terminal.
Nick le
dirigió una mirada muy elocuente.
-No seas
ridícula.
-Necesito
llegar a mi trabajo.
-Te dejaré
allí.
-Pero eso te
aparta de tu camino.
-¿Y qué
tiene que ver?
-Nick...
-Tranquila, Miley.
Tú vienes conmigo.
Ella abrió
la boca para protestar, pero de inmediato la cerró al ver que un encargado del
estacionamiento se acercaba conduciendo el Aston Martín.
Miley se
mantuvo en silencio durante el trayecto a la ciudad y antes de que él
estacionara junto al taller ya se había desatado el cinturón de seguridad.
-Gracias por
este fin de semana tan agradable -dijo mientras abría la puerta.
Nick salió
del coche abrió el maletero y le entregó el bolso de viaje.
Entonces
inclinó la cabeza y le dio un beso breve y tan intenso que casi la dejó sin
respiración. Luego se separó, entró en el coche mientras ella se alejaba sin
siquiera una mirada de reojo.
¿Podría
alguien darse cuenta de que su corazón estaba destrozado? De alguna manera lo
puso en duda mientras se entregaba a los quehaceres cotidianos.
En un
momento durante la mañana llamó a Sylvie, la enfermera de Alexander, para
avisarle de que esa tarde iría a cenar con su padre.
Cameron la
llamó a las cuatro. Estaba radiante. Nick Jonas había depositado el resto del
dinero en la cuenta de Presión-Villers, según lo acordado.
«Misión
cumplida», pensó Miley con severidad mientras tomaba un taxi hacia su casa.
Una vez en
el apartamento se duchó, se cambió de ropa y condujo hasta la casa de
Alexander.
El aspecto
de su padre era increíblemente frágil y el ánimo se le vino abajo al comprobar
que estaba aún más deteriorado desde su última visita.
Su apetito
había desaparecido y ella lo obligó a comer mientras lo entretenía con
anécdotas que al fin le hicieron sonreír.
Miley se
quedó junto a él hasta que Sylvie le advirtió que su padre debía retirarse a
descansar. Antes de partir, Miley lo besó en la mejilla y lo abrazó estrechamente
durante largos minutos.
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