viernes, 20 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión 21



Una ducha refrescante la ayudó a recuperar la normalidad. Luego se puso unos vaqueros y un top de algodón, se ató el pelo en una coleta y se dio un toque de brillo en los labios.
-Mira la carta mientras me doy una ducha y me visto -dijo Nick.
Miley se decidió por arroz con salsa de gambas. Cuando Nick se reunió con ella, vestido con vaqueros negros y una camisa deportiva, eligió lo mismo que ella, además de langosta y una ensalada.
Después abrió una botella de un exquisito vino blanco muy frío. Mientras esperaban que les llevaran la cena, salieron a la terraza y contemplaron el cielo nocturno que se oscurecía totalmente.
Las luces de las embarcaciones se hicieron visibles y Miley las contempló inmóvil, como hipnotizada, mientras Nick deshacía el nudo de la cinta que le ataba el pelo.
-Todo el día he resistido la tentación –dijo mientras enredaba los dedos en los cabellos que se curvaban en los hombros.

Luego la brisa empezó a alborotarlos. Con una cálida sonrisa se aproximó a los labios de Miley y la besó largamente. A continuación bebió un sorbo de vino. Miley apoyó la mano en el hombro de Nick y se apoyó en él hasta que oyeron que llamaban a la puerta.
Nick recibió la comida mientras ella ponía la mesa en la terraza. Muy pronto, ambos compartieron la cena ofreciéndose mutuamente trocitos de marisco de los deliciosos platos.
La luna brillaba y había miríadas de estrellas parpadeantes en el cielo nocturno. «Un momento mágico», pensó Miley.
Cuando la brisa se hizo más fresca, despejaron la mesa, lavaron los platos y bebieron café en la sala de estar.
Más tarde, con un rápido movimiento Nick la tomó en brazos y la llevó al dormitorio donde ambos se desvistieron.

Ella quería saborear cada momento, cada beso, el toque de sus manos, su boca y sentirse exultante en la posesión. Quería darle placer y oír su respiración entre los dientes, su voz enronquecida mientras lo llevaba hasta el fin de su resistencia. Nick sintió la calidez femenina que se revelaba en el modo que lo aprisionaba contra su cuerpo urgiéndole un ritmo que escalaba las alturas hasta llegar a un clímax estremecedor que los dejó extenuados.

Durmieron unas cuantas horas y más tarde Nick la llevó al jacuzzi.
Como en un sueño ella dejó que la lavara y se quedó quieta como un niño obediente cuando él aclaró su cuerpo y más tarde la condujo a la cama donde hicieron el amor de una manera tan dulce que sintió deseos de llorar.
Demasiado pronto llegó la hora de marcharse al aeropuerto Coolangatta.
Eran pasadas las ocho cuando desembarcaron en el aeropuerto de Sidney.
-Tomaré un taxi -dijo Miley cuando salían de la terminal.
Nick le dirigió una mirada muy elocuente.
-No seas ridícula.
-Necesito llegar a mi trabajo.
-Te dejaré allí.
-Pero eso te aparta de tu camino.
-¿Y qué tiene que ver?
-Nick...
-Tranquila, Miley. Tú vienes conmigo.

Ella abrió la boca para protestar, pero de inmediato la cerró al ver que un encargado del estacionamiento se acercaba conduciendo el Aston Martín.
Miley se mantuvo en silencio durante el trayecto a la ciudad y antes de que él estacionara junto al taller ya se había desatado el cinturón de seguridad.
-Gracias por este fin de semana tan agradable -dijo mientras abría la puerta.
Nick salió del coche abrió el maletero y le entregó el bolso de viaje.
Entonces inclinó la cabeza y le dio un beso breve y tan intenso que casi la dejó sin respiración. Luego se separó, entró en el coche mientras ella se alejaba sin siquiera una mirada de reojo.

¿Podría alguien darse cuenta de que su corazón estaba destrozado? De alguna manera lo puso en duda mientras se entregaba a los quehaceres cotidianos.
En un momento durante la mañana llamó a Sylvie, la enfermera de Alexander, para avisarle de que esa tarde iría a cenar con su padre.
Cameron la llamó a las cuatro. Estaba radiante. Nick Jonas había depositado el resto del dinero en la cuenta de Presión-Villers, según lo acordado.
«Misión cumplida», pensó Miley con severidad mientras tomaba un taxi hacia su casa.

Una vez en el apartamento se duchó, se cambió de ropa y condujo hasta la casa de Alexander.
El aspecto de su padre era increíblemente frágil y el ánimo se le vino abajo al comprobar que estaba aún más deteriorado desde su última visita.
Su apetito había desaparecido y ella lo obligó a comer mientras lo entretenía con anécdotas que al fin le hicieron sonreír.

Miley se quedó junto a él hasta que Sylvie le advirtió que su padre debía retirarse a descansar. Antes de partir, Miley lo besó en la mejilla y lo abrazó estrechamente durante largos minutos.

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