-Selena Anstruther -se presentó la elegante mujer que iba
sentada junto a él-, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Demi Ross -contestó Demi tímidamente.
Sabía perfectamente quién era aquella mujer, sabía perfectamente
que su familia había construido el castillo de Strathcraig y había vivido en él
durante unos doscientos años, pero que desgraciadamente el padre de Selena se
había visto forzado a vender la propiedad para pagar sus deudas, lo que había
provocado que se fueran a vivir a Londres cuando ella era niña.
-Estás empapada -intervino Joe-. Toma -añadió entregándole un
pañuelo blanco.
Demi se apartó un mechón de pelo mojado de la cara y se secó el
rostro con el pañuelo. Mientras lo hacía, miró a Joe y, cuando sus miradas se
encontraron, sintió que se le aceleraba el corazón.
-Gracias.
-De nada -murmuró Joe educadamente.
Demi sonrió encantada y Selena carraspeó, lo que la hizo dejar de mirar a Joe.
Al darse cuenta de que la otra mujer la había pillado mirándolo, se avergonzó y
bajó la cabeza.
-El príncipe Joe me ha dicho que trabajas como limpiadora del
castillo -remarcó lady Selena-. Pareces una joven muy capaz. ¿No crees que
podrías tener otro tipo de trabajo?
-Sí, eso espero, algún día... éste es mi primer trabajo
-contestó Demi mirando por la ventanilla.
No quería que la llevaran hasta la puerta de su casa porque no
quería ni imaginarse cómo se pondría su padre si se enterara de que había
aceptado que alguien la llevara en coche.
-¡Se me acaba de ocurrir una idea estupenda! -exclamó lady
Selelna-, ¿Por qué no me ayudas a organizar la fiesta que vamos a dar en el
castillo?
-¿Yo? -exclamó Demi sorprendida.
-¿Por qué no? Me podrías ayudar a hacer algunos recados y a
escribir las invitaciones a mano.
-Me encantaría -contestó Demi encantada ante la idea de hacer
otra cosa que no fuera limpiar.
Lady Selena sonrió.
-Me encanta ayudar al príncipe a organizar sus recepciones, pero
es mucho trabajo para una persona sola, así que me serás de gran ayuda.
-No sé si a la jefa de limpieza le hará mucha gracia -comentó
Demi mordiéndose el labio.
A continuación, para su horror, se dio cuenta de que habían
llegado a su casa y de que su padre los miraba con desprecio desde la puerta.
Joe, que no había dicho nada mientras las dos mujeres hablaban,
lo estaba mirando con los ojos entrecerrados y los dientes apretados, fijándose
en que Angus Ross parecía furioso.
Demi bajó del coche seguida de cerca por Joe, que le dijo al
conductor que sacara la bicicleta del maletero. Mientras el hombre así lo
hacía, Joe se presentó y le explicó al padre de Demi lo que había sucedido, lo
que Angus Ross pareció aceptar.
-Así que ahora esa ramera trabaja para el príncipe, ¿eh?
-comentó una vez a solas con su hija y con su mujer-. Obviamente, quiere
meterse en su cama para recuperar el castillo que perteneció a su familia, pero
no tiene nada que hacer porque seguro que el príncipe sabe que es una furcia
que sólo busca su dinero.
-Por lo que me han dicho, no es fácil engañarlo -intervino
Mabel-. Todo el mundo sabe que, antes de quedarse viuda, lady Selena se
acostaba con quien le daba la gana. Obviamente, por eso sir Robert le dejó tan
poco dinero a su muerte.
Demi miró a su perro con tristeza, deseando que su padre y su
mujer fueran más compasivos con los demás.
Vivían en un pueblo pequeño en el que no había secretos y ella
también conocía la historia de la aristócrata.
Lady Selena se había casado hacía ya más de diez años con sir
Robert Anstruther, un próspero hombre de negocios que le doblaba la edad. Una
vez convertidos en marido y mujer, habían decidido volver a las tierras que
antaño fueran propiedad de la familia de ella y pronto habían comenzado las
habladurías.
Sir Robert tenía en aquel lugar un pabellón de caza que no solía
utilizar muy a menudo y su mujer decidió reformarlo y utilizarlo como casa de
vacaciones.
Sir Robert pasaba mucho tiempo en Londres y su mujer solía ir
mucho por la finca con amigos.
Cuando su marido murió, los rumores se hicieron cada vez peores
y la gente llegó a decir que les había dejado casi todo el dinero a los hijos
que había tenido en su primer matrimonio como venganza por sus continuas
infidelidades.
A pesar de todo aquello, Demi creía que lady Selena merecía el
beneficio de la duda, ya que le había parecido una mujer encantadora y ninguna
persona que hablaba mal de ella tenía pruebas definitivas de que la aristócrata
hubiera sido infiel a su marido o de que se hubiera casado con él por dinero.
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