miércoles, 4 de julio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 7


-Por supuesto, le pido perdón por asustarla.
-Bueno, yo también le pido perdón por haber dicho que había sido usted el que había entrado en las tierras de mi padre con la motocicleta y las había estropeado -contestó Demi.
-¿Estaba usted leyendo? -preguntó Joe recogiendo la revista de Demi del suelo.
-Sí, gracias -contestó Demi aceptándola y sonrojándose al ver que Joe la miraba intensamente.
Joe tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar su deseo pues los labios de aquella mujer y sus preciosos y firmes pechos le hacían desearla con tanta intensidad, que estaba atónito.
-¿Le habrá pasado algo a la moto? -preguntó Joe, nerviosa, pues se había dado cuenta de que entre ellos se había instalado una extraña tensión cuyo origen no acertaba a vislumbrar.
-No creo -contestó Joe.
Había conseguido controlarse, sí, pero estaba enfadado consigo mismo porque no entendía cómo se sentía atraído por aquella mujer. Por muy guapa que fuera, él estaba acostumbrado a mujeres increíblemente bellas, así que no era aquélla la razón.
-¿Va usted muy lejos? -quiso saber Demi.
En otra circunstancia, jamás se hubiera atrevido a preguntar algo así a un desconocido, pero lo cierto era que sabía que aquel hombre se iba a ir y no quería que se fuera.
-No, voy al castillo -contestó Joe , levantando la motocicleta del suelo.
Podría haberle dicho quién era, pero decidió que no había motivo para hacerla pasar tal vergüenza porque lo más probable era que jamás volvieran a verse.
Demi supuso que el motociclista estaba pasando una temporada invitado en el castillo en el que ella trabajaba y rezó para que no diera un mal informe de ella a nadie porque, de ser así, perdería el trabajo y su padre se enfadaría.

Joe se puso el casco, puso la motocicleta en marcha, se montó y se alejó sin siquiera mirarla, pero pensando en ella, en sus maravillosos ojos verdes y en que parecía asustada e infeliz, lo que lo llevó a preguntarse qué tipo de vida llevaría con aquel padre fanático del que le había hablado el encargado del castillo.
De repente, se encontró preguntándose si Demi Ross estaría dispuesta a convertirse en su amante.
Joe se enfureció consigo mismo por semejante pensamiento pues tener una amante implicaba una relación y él prefería saltar de cama en cama sin comprometerse con ninguna mujer.
No estaba dispuesto a perder su libertad por nadie y, además, Demi Ross era una empleada.
¿Qué demonios le estaba sucediendo?
¡En menos de veinticuatro horas, se le había pasado por la cabeza que tenía que encontrar esposa y ahora estaba pensando en tener una amante!
Tras hacer un agujero bajo los árboles y enterrar la revista, Demi corrió a casa seguida de cerca por Squeak.

Al llegar, entró por la puerta de atrás y, para su desgracia, se encontró con su padre.
-Vaya, no sabía que ibais a volver tan pronto... ¿ha ocurrido algo? -preguntó nerviosa al percibir la tensión en el ambiente.
-La madre de Mabel se ha puesto enferma y se va quedar a pasar la noche con ella -contestó Angus Ross-. ¿Dónde has estado?
-He salido a dar un paseo -contestó Demi-. Perdón...
-Si yo hubiera estado en casa, no habrías estado holgazaneando por ahí. ¿Qué has estado haciendo?
Demi se quedó de piedra.
-Nada.
-Espero que así sea -gruñó su padre acercándose a ella y agarrándola del brazo con fuerza-. Prepárame la cena ahora mismo. Después de cenar, leeremos la Biblia y rezaremos para que no vuelvas a caer en el pecado de la holgazanería -añadió saliendo de la cocina.
Una vez a solas, Demi se frotó el brazo con el ceño fruncido y se dijo que no debía preocuparse, ya que su padre tenía mal genio, pero jamás le había levantado la mano.
Sin embargo, tenía la penosa sospecha de que aquello estaba a punto de cambiar.

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