En ese
momento se encontraba allí y decidió intentar
sacarle el mayor partido posible.
Miley señaló el paisaje de Broadwater.
-Es muy
hermoso.
Nick se situó detrás y ella fue consciente de su presencia,
del calor que emanaba de él y la tentación de apoyar la espalda contra su
cuerpo fue irresistible.
-¿Pasas
mucho tiempo aquí?
-Algún que
otro fin de semana.
Pero no a
menudo, pensó Miley mientras se preguntaba cuándo se tomaba un descanso para disfrutar
de los logros de su éxito profesional. Poseía otras casas en otros países...
tal vez elegiría un lugar más exótico donde relajarse.
-Podemos
comer en el restaurante del hotel, ir al del Sheraton o explorar la Avenida Tedder.
Ella se
volvió. Nick se había puesto pantalones cortos y unas zapatillas deportivas.
-¿Me
permites elegir?
-No te hagas
la graciosa -la reprendió con suavidad.
-Entonces la Avenida Tedder
-respondió sin vacilar-. Podemos ir andando. Medio kilómetro no es nada.
Nick alzó una ceja con aire burlón.
-Si quieres
ejercicio, puedo pensar en algo mejor.
-Ah, pero
mis deberes sexuales no empiezan asta la noche, ¿no lo recuerdas?
Él le
presionó el labio inferior con un dedo.
-Esa boca
tan descarada te puede traer problemas.
-En ese caso
me voy a cambiar de ropa y luego nos marchamos.
Muy pronto
se reunió con él vestida con pantalones cortos, blusa, una gorra y el bolso
colgando el hombro.
-Emprendamos
la marcha.
Fue una
agradable caminata. Una suave brisa refrescaba el calor del sol. Pronto se
sentaron en una terraza y disfrutaron con evidente placer de la comida.
Casi estaban
listos para partir cuando sonó el teléfono
móvil de Nick y ella lo observó con recelo cuando él miró la pantalla y lo dejó
sonar.
-Tal vez
deberías atender la llamada –sugirió cuando volvió a sonar minutos más tarde.
Nick se limitó a encogerse de hombros e ignoró el
insistente repiqueteo.
Minutos más
tarde sonó el móvil de Miley.
-Estás con Nick -oyó una furiosa voz femenina-.
¿No es así?
-¿Delta?
-Te ha
llevado a la costa a pasar el fin de semana, ¿verdad?
-¿Qué te
hace pensar eso? -preguntó Miley.
-Matemáticas
elementales.
-¿No hay
ninguna posibilidad de que te equivoques?
-Querida, me
he encargado de investigar. Esta mañana Nick fue a recogerte a tu apartamento.
-Tienes un
problema -dijo Miley sin alterarse.
-Mi problema
eres tú en la vida de Nick.
-Te sugiero
que lo discutas con él.
-Intento
hacerlo.
Miley cortó
la comunicación y miró a Nick con ecuanimidad.
-Debes una
explicación a Delta.
-No es así
-replicó con tranquilidad,
-Al parecer
ella piensa lo contrario.
La camarera
llevó la cuenta y tras pagar, con una propina incluida, él se reclinó en el
asiento y sometió a Miley a una mirada apreciativa.
-Lo que
hayamos compartido Delta y yo terminó hace varios meses.
Ella alzó
una ceja y lo miró con cinismo.
-¿Y sin
embargo continúas saliendo con ella?
-Tenemos
amigos comunes y recibimos las mismas invitaciones -dijo al tiempo que se
encogía de hombros-. Delta intenta dar la impresión de que seguimos juntos.
-Algo que
hace muy bien -Miley no pudo dejar de comentar.
Los ojos de Nick
se endurecieron.
-¿Y te
molesta?
-¿Por qué
debería molestarme?
-Esa
relación ha terminado. Delta debería seguir su propio camino.
Un
escalofrío recorrió la espalda de Miley. ¿Como ella tendría que alejarse de él
el lunes siguiente? A partir de ese día Nick ya no participaría en su vida.
¿Por qué ese
pensamiento la dejaba extrañamente desolada?
-Vayamos a
caminar por la playa –sugirió cuando se levantaron de la mesa.
De pronto
había tenido la urgente necesidad de sentir la arena dorada bajo los pies, el
sol en la piel, la paz y la tranquilidad del paisaje marino.
Cuando
llegaron a la playa se quitó las sandalias y pisó la arena mojada de la orilla.
Caminaron en
agradable silencio admirando la suave curva de la costa que se alargaba hasta
Kirra.
Los niños
jugaban en la orilla, vigilados por sus padres y más lejos, las gaviotas
parecían suspendidas en el aire.
Era una
tranquila escena que se transformó a medida que se acercaban a Surfer's
Paradise un lugar mucho más frecuentado.
-¿Te apetece
explorar las tiendas? –aventuró Nick y ella inclinó la cabeza.
-Es una
valentía por tu parte darle carta blanca a una mujer.
-Quizá sea
porque me siento indulgente.
-¿Quién
podría negarse? -preguntó Miley mientras se quitaba la arena de los pies antes
de ponerse las sandalias.
Fue un
agradable paseo mientras recorrían la avenida con sus tiendas antes de
aventurarse por otra calle donde Miley se detuvo para examinar unas divertidas
camisetas.
Cuando se
decidió por una, de inmediato Nick sacó su billetero.
-No -dijo
ella con firmeza mientras le tendía un billete a la vendedora-. Gracias, pero
no.
Era la
primera mujer que se negaba a que él pagara y su fiera independencia lo
divirtió.
Hubo un
tiempo en que había tenido que vigilar cada centavo, y vestirse y comer de la
caridad.
Tampoco se
sentía orgulloso de haber tenido que recurrir al escamoteo en alguna ocasión.
En la actualidad, muy pocos sabían que anualmente donaba una gran cantidad de
dinero a albergues para gente sin hogar y fundaba centros de acogida para niños
desamparados.
-Propongo
tomamos un descanso en un café —sugirió Nick cuando salieron de la tienda.
-¿No puedes
mantener el paso, eh? –bromeó Miley.
Cuando
comenzó a anochecer, tomaron un taxi para ir al Palazzo. Miley entró
directamente en el dormitorio donde dispuso ropa nueva y se dirigió al cuarto
de baño.
Tras lavarse
el pelo bajo una buena ducha se enrolló una toalla alrededor del cuerpo y salió
del baño justo cuando Nick entraba completamente desnudo.
Tras una
furtiva mirada apreciativa al cuerpo perfecto, no fue capaz de mirarlo
directamente a los ojos y ni siquiera lo intentó. En cambio, pasó por su lado,
entró en el dormitorio y antes de cerrar la puerta oyó una débil risita
divertida.
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