viernes, 29 de junio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque CaP4 Jemi


Demi se dijo por enésima vez que lo que tenía que hacer era tener paciencia. Hacía solamente un mes y medio que había comenzado a trabajar y, dado que su padre se quedaba con la mayor parte de su sueldo para mantenerla, iba a tardar todavía unos meses en poder ahorrar algo para irse.
Tenía que aguantar. Su trabajo, aunque era muy humilde, era muy preciado para ella. A Demi le encantaba trabajar rodeada del esplendor medieval del castillo, cuyos magníficos alrededores eran una fuente de fascinación sin fin para ella.
Ir a su lugar de trabajo todas las mañanas en bicicleta le daba un sentimiento de libertad que hacía mucho tiempo que le había sido negado y el poder mezclarse con otras personas también le agradaba sobremanera, pero también era consciente de que no quería pasarse toda la vida limpiando, y de que para poder acceder a algo mejor necesitaba cualificación y estudios.

Sin embargo, la idea de tener que enfrentarse abiertamente a las rígidas normas de su padre le daba miedo, ya que desde pequeña había sido educada en la obediencia más ciega hacia él, que era un hombre frío y distante, de carácter violento e intimidatorio. Isabel Ross había enfermado cuando ella tenía trece años y Demi la había cuidado desde entonces porque su padre había dicho que aquello eran «cosas de mujeres».
Demi se había visto a tan tierna edad con una gran responsabilidad. Aunque tenía un hermano, Daniel, cuidar de su madre había sido sólo tarea de ella porque él ya tenía bastante con ocuparse de la granja en la que vivían.
Así había sido cómo Demi, que siempre había sido la mejor estudiante de su clase, había comenzado a faltar al colegio y sus notas habían comenzado a empeorar paulatinamente.

Su hermano había terminado por discutir con su padre por la falta de libertad que imponía en su hogar y, al final, se había ido de casa.
Así, en cuanto le había sido legalmente posible, Angus Ross había hecho que su hija dejara de estudiar y la había recluido en casa para cuidar a su madre y hacerse cargo de los quehaceres domésticos.
Durante cinco años, Demi no había salido de casa más que para ir a la iglesia y hacer la compra semanal. A su padre no le hacía ninguna gracia que acudiera a ningún evento social y tampoco le permitía las visitas.
Exactamente un año después de la muerte de su madre, su padre se había casado con Mabel, una mujer de muy mal carácter cuyo principal pasatiempo era hablar mal de los demás.
En cualquier caso, Demi le estaba agradecida porque ella había convencido a su padre para que la dejara trabajar diciéndole que así habría más dinero en casa.

A ver si por lo menos esta semana, que está aquí el jeque, lo ves y te alegras un poco la vida -comentó Jeanie riéndose.
Para que lo sepas, esta mañana he visto su limusina -sonrió Demi.
La limusina no es nada comparada con él. Yo solamente lo he visto en un par de ocasiones y, de lejos, pero te puedo asegurar que es el hombre más guapo que he visto en mi vida -contestó Jeanie, apagando el cigarrillo y escondiendo el cenicero-. Es de esos hombres por los que una cometería más de un pecado.



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