domingo, 8 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión Cap 12


Miley despertó lentamente y en unos segundos comprobó que no se encontraba ni en su cama ni en su casa. Tras volver la cabeza vio que estaba sola en el lecho.
Allí no había señal de Nick. Después de mirar el reloj, saltó de la cama consternada, sacó ropa limpia del neceser y fue al cuarto de baño.
Quince minutos después bajaba las escaleras y se dirigía a la cocina. Al oler el aroma del café y de las tostadas, de inmediato sintió que el estómago protestaba de hambre.
Nick estaba vestido con un pantalón oscuro y una camisa impecable. La chaqueta a juego y la corbata colgaban del respaldo de una silla.
Su aspecto era demasiado dinámico para alguien que había pasado gran parte de la noche entregado a la actividad física. La sola visión del hombre puso en tensión los nervios de Miley.
-Te iba a dejar dormir otros cinco minutos más antes de subir a buscarte -dijo mientras señalaba la cafetera-. ¿Café?
-Por favor -respondió ella. Se sentía incómoda e increíblemente vulnerable-. Luego me iré en un taxi.
Nick puso frente a ella un plato con huevos revueltos y tostadas.
-Yo te llevaré a casa. Siéntate y come.
-No tengo hambre.
Él la examinó apreciativamente, notó las sombras bajo los ojos y el cansancio.
-Come y luego nos iremos -insistió.
Cualquier protesta habría sido inútil, y además el plato era apetitoso. Miley se sentó, dio buena cuenta del desayuno y luego se sintió más dispuesta a enfrentar el día.
Tan pronto como hubo terminado. Nick  se puso la corbata y la chaqueta.
Miley  empezó a despejar la mesa con la intención de lavar los platos.
-Déjalo.
-Sólo será un par de minutos.
-Ya lo hará la señora de la limpieza.
Sin decir una palabra, ella recogió el neceser y lo siguió hacia el garaje.
Tras el corto viaje entre Point Piper y Double Bay, Miley casi no esperó a que Nick estacionara a la entrada de su edificio para abrir la puerta del coche.
Como no le vino a la mente ninguna palabra adecuada de despedida, se alejó sin más.
Cuando abrió la puerta del apartamento, el gato maulló indignado. Tras dejar el neceser a un lado, le puso comida y luego bajó al estacionamiento subterráneo.
Minutos después, conducía su Porsche de época hasta el taller en medio de un difícil tráfico de hora punta.

No fue nada fácil concentrarse en el trabajo mientras intentaba disipar de su mente la poderosa imagen de Nick. ¡Santo cielo, todavía podía sentirlo en su piel!
Como si no le hubiera bastado con el encuentro nocturno, se había acercado con sigilo en la madrugada y había vuelto a despertar sus sentidos incluso media dormida como estaba.
¿Cómo podía reaccionar con tanta pasión hacia un hombre a quien odiaba?
Y sin embargo, así era. Todo pensamiento racional barrido por una química sexual en todo su apogeo.
Durante el descanso para comer respondió la llamada de Cameron que le había dejado un mensaje en el teléfono móvil.
-Sólo llamaba para saber cómo estás -dijo el hermano.
-¿Quieres saber cómo he sobrevivido al Acto Primero del drama nocturno en tres actos?
-¿Cinismo, Miley?
-Tengo derecho. ¿No te parece?
-¿Y cuándo tendrá lugar el Acto Dos?
-El sábado por la noche.
-Te agradezco...
-No, por favor, no sigas por ahí —dijo con fiereza y cortó la comunicación.
A continuación, después de comer frugalmente y sin apetito, volvió a su quehacer.
A media tarde le dolía la cabeza y tuvo que tomarse un analgésico. Más tarde ajustó el microscopio binocular, luego la luz y se entregó al trabajo.
Miley se sintió muy aliviada cuando al fin terminó la jornada. Camino a casa se detuvo en un supermercado y compró comida para ella, fruta fresca y comida para el gato.

Más tarde, tras darle de comer, se preparó una ensalada y pescado. Después estuvo una hora mirando televisión y luego trabajó un rato en el ordenador portátil.
Cuando al fin estuvo en su cama sintió el peso del gato en sus piernas. Compañía y amor incondicional, fue lo último que pensó antes de dormirse no sin dificultad.
Era difícil intentar dormir cuando el único hombre que la agraviaba invadía sus pensamientos y sus sueños. Al día siguiente, sentía que se le desplomaba el estómago cada vez que sonaba el teléfono. Esperaba una llamada de Nick para confirmar el encuentro del sábado siguiente.
El viernes por la tarde era un manojo de nervios y lo maldijo de modo muy locuaz.
En consecuencia, le costó trabajo responder de forma civilizada cuando oyó su voz el sábado por la mañana.
-Pasaré a buscarte a las seis y media. Primero cenaremos y luego iremos a una exposición de arte.
-Si me dices la hora en que piensas volver a tu casa podemos reunimos allí -sugirió con rigidez.
-No.
Los dedos de Miley apretaron el teléfono móvil.
-Qué significa ese... «No»? preguntó conteniendo la rabia-Puedes llevar a otra persona a cenar y a la exposición.
-¿Ir de una mujer a otra? -preguntó en tono jocoso.
-Alternar contigo no forma parte del trato.
-Verás, según lo convenido tengo derecho a doce horas de tu tiempo. Si prefieres no salir, estoy muy dispuesto a pasar esas horas en la cama contigo.
Miley quiso matarlo.



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